El 2 de mayo se ha convertido en una fecha crucial marcada por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) y otras instituciones internacionales como el Día Internacional contra el Acoso Escolar, para destacar la urgencia de abordar este problema global que afecta a niños y jóvenes.
Este día sirve como recordatorio de las graves consecuencias del bullying en la salud mental, el bienestar y el desarrollo integral de los estudiantes en todo el mundo, enfatizando la necesidad de crear conciencia y promover acciones concretas para prevenir y combatir esta forma de violencia en entornos educativos.
Te invitamos a seguir leyendo para profundizar en este tema y comprender mejor cómo podemos trabajar juntos para proteger a nuestros niños y jóvenes.
Orígenes y evolución
El Dr. Javier Miglino, reconocido abogado argentino y experto en derechos humanos y protección de la niñez, a través de la ONG Internacional «Bullying» sin Fronteras, presentó ante la UNESCO la propuesta de establecer el Día Mundial contra el «Bullying» el 2 de mayo del 2013.
Esta iniciativa tiene como objetivo principal destacar la magnitud del problema del acoso escolar que afecta al menos a 2 mil millones de niños, adolescentes y jóvenes en todo el mundo.
Tras su aprobación oficial en el 2016, este día se ha convertido en una ocasión para concientizar sobre este tema tan relevante y garantizar que cada niño y adolescente sepa que el hostigamiento no esta tolerado y que existen recursos disponibles para ayudarles. Además, se busca promover la colaboración global en la investigación de estrategias efectivas para prevenir esta forma de violencia.
El maltrato escolar: un tormento silencioso
El bullying o acoso escolar es la conducta de persecución física y/o psicológica que realiza un estudiante contra otro de forma negativa, continua e intencionada.
La palabra «bullying» proviene del ingles «bully», que significa ‘abusón’ o ‘matón’. Se remonta desde el siglo XVIII para describir a una persona que intimidaba y maltrataba a otros. Con el tiempo, el término se comenzó a utilizar para describir comportamientos específicos de acoso repetitivo y abusivo, en su mayoría en el contexto escolar.
Para distinguir este hostigamiento entre compañeros de otros tipos de violencia, los investigadores concuerdan con los siguientes rasgos determinantes:
- Es intencional, busca causar daño de manera deliberada.
- Es repetitivo, se manifiesta de forma frecuente y sostenida en el tiempo.
- Se lleva a cabo entre pares, es decir, entre los mismos compañeros del centro educativo.
- Existe un desequilibrio de poder, el ofensor abusa de una posición de superioridad sobre la víctima, la cual se siente vulnerable y sin apoyo.
El bullying se nutre de tres venenos: la soledad, la tristeza y el miedo.
En estas situaciones de abuso, niños y jóvenes sienten una gran soledad. Asimismo, se sienten poco comprendidos, tanto por sus padres, sus maestros y hasta sus compañeros testigos de la agresión. Esto les causa gran tristeza y temen expresar su sufrimiento por miedo al rechazo, la humillación o simplemente a ser juzgados.
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Las raíces del «bullying»
«La epidemia del siglo», como la llama Miglino, hunde sus raíces en una serie de factores interconectados:
- Aprendizaje por imitación. Los niños imitan comportamientos de figuras de autoridad, como padres, profesores y compañeros. Si ven agresividad, es probable que la repliquen.
- Falta de manejo emocional. El estrés, la frustración o la dificultad para controlar impulsos puede llevar a algunos niños a expresarse de manera poco asertiva como forma de escape.
- Búsqueda de reconocimiento. En ocasiones, el agresor busca ganar aceptación o estatus social a través de la intimidación, la cual utiliza como una herramienta para obtener poder o admiración.
- Entorno familiar disfuncional. Un hogar marcado por la tensión, la violencia doméstica o la falta de estructura pueden contribuir al desarrollo de conductas agresivas en los niños.
- Modelos educativos inadecuados. La ausencia de valores, límites claros y normas de convivencia en el ámbito escolar pueden crear un caldo de cultivo para el hostigamiento.
- Castigos violentos. Si un niño ha sido perjudicado por castigos físicos o verbales, es más probable que los internalice como forma de resolución de conflictos.
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Diversas formas de acosamiento
En algunas ocasiones, esta persecución que viven los niños y adolescentes en las escuelas de todo el mundo es difícil de detectar debido a que ocurre lejos de la presencia de los adultos y puede tomar diversas formas, de acuerdo con la Universidad Internacional de Valencia, como son las siguientes.
1. Físico
Con frecuencia implica golpes, empujones e incluso palizas por uno o varios agresores contra una sola persona. También, robo o daño intencional de sus pertenencias.
2. Psicológico
Incluye persecución, intimidación, chantaje y amenazas, lo cual daña la autoestima y genera miedo. Es complejo de detectar, ya que, por lo general, ocurre en secreto. Los agresores lo usan para reforzar acciones anteriores y así mantienen la amenaza latente. Esto incrementa la sensación de indefensión y la vulnerabilidad.
3. Verbal
Involucra discriminar, difundir chismes, hacer exclusiones o bromas insultantes, como apodos, amenazas y burlas. Es más frecuente entre adolescentes, en especial, entre las niñas.
4. Social
En el bullying social se busca aislar al niño o joven del grupo, ya sea directamente excluyéndolo de actividades o ignorándolo.
5. Acoso cibernético
El acoso cibernético es cada vez más común con el avance de la tecnología. Es muy preocupante por su visibilidad y anonimato. Puede ocurrir a través de mensajes de texto, redes sociales, juegos en línea, entre otros. Incluye insultos, montajes fotográficos humillantes y críticas sobre el origen, religión o nivel socioeconómico. El acosador suele ser impulsivo, dominante y carece de empatía.
6. Sexual
Se manifiesta con las referencias mal intencionadas o abuso hacia las partes íntimas del cuerpo. Puede incluir bullying homofóbico, que se enfoca en la orientación sexual, ya sea real o imaginaria.
Una epidemia que daña a todos
Una de las más notables repercusiones, que afecta tanto a víctimas, acosadores y la llamada «masa silenciosa», aquellos que animan o toleran de modo pasivo estas acciones es la disminución en el rendimiento escolar debido al cambio de comportamiento.
Las víctimas
La persona más vulnerable en situaciones de acoso escolar enfrenta una serie de alteraciones graves, como la baja autoestima, trastornos emocionales, problemas de salud física y mental, sentimientos de culpa o manifestaciones de ira. También, puede llegar a experimentar depresión, ansiedad y hasta pensamientos suicidas en casos más extremos.
Estas dificultades pueden llevar a la falta de asistencia y eventual abandono de la escuela, así como a una pérdida de interés por los estudios, lo que puede resultar en un menor rendimiento académico y fracaso escolar. Además, pueden surgir alteraciones en la conducta como introversión, timidez, aislamiento social y rechazo a la escuela.
El agresor
Los acosadores pueden desarrollar comportamientos delictivos, los que ganan aprobación y refuerzan su conducta intimidatoria. Esto se refleja en falta de control, autoridad exagerada, problemas en relaciones sociales y familiares, actitudes violentas, pérdida de interés en los estudios y fracaso escolar. Aprenderá a utilizar la fuerza para imponer sus puntos de vista y alcanzar sus objetivos.
Los actores pasivos
A menudo subestimada, «la masa silenciosa», conformada por los estudiantes que presencian como testigos los actos de agresión sin intervenir, también puede sufrir consecuencias significativas ante la exposición constante a la violencia e injusticia. Así, por ejemplo, el bullying puede generar en ellos apatía, temor, e incluso la normalización de conductas agresivas.
Señales de alerta y protocolo de actuación
De acuerdo con la Asociación Española para la Prevención del Acoso Escolar (AEPAE), algunas señales que nos ayudan a detectar estas situaciones en un niño o adolescente incluyen explosiones de ira, temor al colegio, ansiedad y tristeza, insomnio y pesadillas, enuresis, dolores constantes de estómago o cabeza y cambios notables de comportamiento.
En los casos más intensos, pueden llegar a presentarse estrés postraumático y autolesiones o hasta pensamientos suicidas. La AEPAE nos proporciona una serie de recomendaciones en tres ámbitos, con tres grados de atención: prevención, alerta y actuación.
1. En la familia
La familia juega un papel crucial en la detección y prevención del maltrato o acoso escolar, ofreciendo un espacio seguro y de confianza para los niños y jóvenes. Es fundamental que los padres y tutores estén atentos y preparados para actuar adecuadamente ante cualquier señal de alerta, asegurando así el bienestar y la seguridad emocional de sus hijos.
Prevención
Observa señales de alerta como pérdida de material o miedo a la escuela y crea un ambiente de confianza en casa. Pasa tiempo de calidad y fomenta la expresión asertiva de sentimientos.
Alerta
Ante la detección de cualquier indicio de maltrato, es fundamental asegurarse de que el niño sepa que puede confiar en ti y que siempre estará apoyado. Motiva a los niños a no tolerar abusos y a comunicar cualquier incidente tanto al profesorado como en casa.
Actuación
Recopila información sobre el incidente y solicita una reunión con la tutoría del colegio. Si el problema persiste, considera acciones formales como contactar a la inspección educativa o interponer una denuncia civil.
2. Para los alumnos
Es crucial que los estudiantes estén equipados con herramientas efectivas para prevenir, identificar y actuar ante tales incidentes, fomentando así un ambiente escolar seguro y respetuoso.
Prevención
Los estudiantes deben ser auténticos y expresarse libremente, estableciendo límites claros y no tolerando abusos. Fomentar la expresión asertiva de sentimientos y resolver conflictos de forma pacífica son prácticas esenciales que contribuyen a la construcción de una personalidad resistente y segura.
Alerta
Es vital estar atento y reaccionar ante cualquier señal de crueldad o abuso. Los alumnos deben comunicar de inmediato tales incidentes a profesores o familiares y mostrar disposición para apoyar a otros en situaciones similares, promoviendo una cultura de vigilancia y coraje.
Actuación
Enfrentar el acoso requiere acciones concretas como informar a las autoridades escolares y familiares sobre los incidentes. Defenderse y aprender técnicas para mejorar la autoestima son pasos fundamentales para asegurar que el problema se maneje efectivamente y no se repita.
3. En el colegio
En el entorno escolar, es fundamental implementar estrategias efectivas para prevenir y manejar situaciones de acoso, asegurando así un ambiente seguro y saludable para todos los estudiantes.
Prevención
La prevención comienza con una observación constante de los estudiantes para detectar posibles señales de acoso, como bajo rendimiento académico, pérdida constante de objetos personales, cambios bruscos de ánimo o lesiones físicas.
Es crucial promover el trabajo en equipo y la inclusión dentro del aula, respetando la diversidad y fomentando habilidades sociales y emocionales. Además, enseñar a los alumnos a resolver conflictos de manera pacífica puede prevenir muchos problemas antes de que escalen.
Alerta
El colegio debe actuar de inmediato ante cualquier indicio de acoso. Esto incluye hablar con el alumnado sobre lo que implica el acoso, sus elementos y consecuencias. Observar a las personas involucradas es esencial para prevenir la repetición de estos incidentes. Además, es importante integrar a aquellos que sufren de exclusión y mantener comunicación abierta con las familias sobre cualquier conflicto que ocurra.
Acción
Una vez identificado un caso de acoso, es necesario abrir un protocolo que incluya entrevistas por separado con el acosador, la víctima y observadores. Informar a las familias sobre el incidente y las medidas que se tomarán es crucial.
Además, se deben mantener al profesorado y dirección informados para aplicar medidas correctivas y sancionadoras adecuadas. En casos de mayor gravedad, es pertinente comunicarse con la inspección educativa, servicios sociales o incluso la fiscalía.
El acoso escolar: un llamado urgente a la acción para padres de familia
Como padres es nuestro deber no solo sensibilizarnos ante el dolor silenciosos de las víctimas, sino también convertirnos en agentes activos en la lucha contra este flagelo. Estas son algunas de las acciones que pueden ponerse en marcha desde el círculo familiar.
1. Invitación a la comunicación abierta
Establece canales de comunicación abiertos y honestos con tus hijos, creando un clima de confianza para que se sientan seguros de compartir sus experiencias, sin miedo a ser juzgados o ridiculizados. Hablar con ellos sobre el tema, sus diferentes formas y las consecuencias que puede tener.
2. Observación y detección temprana
Presta atención a las señales que puedan indicar que tu hijo es una víctima, un ofensor o simplemente forma parte de la masa silenciosa y no sabe cómo actuar ante estas situaciones.
3. Más allá del silencio
No temas involucrarte o denunciar en la escuela cuando presencias o tienes conocimiento de algún tipo de maltrato dentro o fuera de la institución educativa.
Empodera a tus hijos
Educa sobre cómo defenderse del hostigamiento de manera asertiva, que sepa identificar situaciones de riesgo, establecer límites claros y buscar ayuda cuando sea necesario.
La lucha contra el acoso escolar requiere del compromiso de toda la comunidad educativa: padres, maestros, directores y autoridades. Trabajemos en conjunto para crear un entorno escolar libre de violencia, donde todos los niños y jóvenes puedan desarrollar su potencial sin temor de ser víctimas de acoso.
¡Cuidemos de nuestros estudiantes!
El acoso escolar es una realidad que afecta de maneras muy profundas a niños y jóvenes de todo el mundo, causando un gran sufrimiento emocional y psicológico. Exigiendo una respuesta decidida por parte de padres, educadores y la sociedad en su conjunto. Es esencial implementar medidas efectivas para prevenir y combatir este problema, para así garantizar entornos escolares seguros donde se promueva el respeto, la empatía, y se brinde apoyo a las víctimas.
Como padres, es crucial estar atentos y actuar contra la violencia escolar para proteger a nuestros hijos. Debemos trabajar en conjunto con las escuelas y la comunidad para colaborar con el bienestar emocional y la seguridad de todos los estudiantes.
Bibliografía
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