Cuando un niño es adoptado por una familia, puede tener muchas dudas respecto a su identidad: quién es, sus orígenes, qué va a pasar en adelante. También puede experimentar distintas emociones, como desconfianza, rechazo, esperanza por una nueva familia y temor de ser abandonado.
Son situaciones esperables que pueden repercutir en la autoestima de un niño adoptado y en el modo en que se relaciona con el mundo. Como familia adoptiva, habrá que transitarlas junto al niño y ayudarlo a sanar sus heridas. A continuación, algunas recomendaciones para construir y cuidar la autoestima de un niño adoptado.
Niños adoptados: ¿qué tener en cuenta para garantizar su bienestar?
El proceso de adaptación de un niño adoptado a su nueva familia es un momento desafiante para todos. En este sentido, es importante que la familia en general comprenda que ese niño ha vivido situaciones que quizás se desconocen y que también tendrá que sanar.
Por eso, será importante tener paciencia y construir poco a poco un vínculo basado en la confianza, el apego seguro y el respeto. También es recomendable que la familia adoptiva pueda conocer la historia y antecedente de ese niño. Así podrá entender y empatizar con ciertas reacciones, comportamientos y emociones que a veces pueden parecer incomprensibles.
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Consejos para cuidar la autoestima de un niño adoptado
Los pequeños que han experimentado el proceso de adopción pueden enfrentar desafíos únicos en su desarrollo emocional. Si en tu familia están pasando por este proceso, a continuación te mostramos algunas recomendaciones sobre cómo cuidar a un niño adoptado.
1. Muéstrale que estarás allí, aun cuando se equivoque
Un niño adoptado puede sentir un temor constante a quedarse solo o ser abandonado en cualquier momento. Muchos de ellos incluso tienden a mostrarse complacientes y sumisos con tal de ser aceptados. Sin embargo, esta es una herida que hay que ayudarles a reparar. Las personas merecen ser queridas por como son, aceptando sus fortalezas y debilidades.
Por eso, es necesario que le indiques a tu hijo que tu amor es seguro, que va más allá de una baja calificación escolar o de cualquier otro tropiezo. De esta manera, poco a poco, los niños podrán aprender a descubrir su valor propio, más allá de las circunstancias.
2. Enséñale a conocerse
Una autoestima positiva también va de la mano del autoconocimiento. Es decir, de la capacidad de conocer y respetar qué nos gusta e interesa, qué nos hace sentir bien y qué nos hace sentir incómodos.
Dependiendo del caso, los niños pueden haber pasado sus primeros años en centros de acogida o en familias temporales. En muchos casos, han debido adaptarse a «lo que hay», a lo que les tocó.
Esto repercute en su capacidad de explorar, de ponerse a prueba, de conocer sus límites. Más bien, han estado concentrados en adaptarse y sobrevivir. Por ello, es importante que lo ayudes a comprenderse, a descubrir sus intereses, a explorar el mundo sin miedo.
Por ejemplo, ante un plan familiar, puedes explicarle cuáles son las opciones posibles, hacerlo parte de las decisiones y ayudarlo a elegir. De esta manera, no solo se sentirá tenido en cuenta, sino que también podrá empezar a pensar en términos de sus intereses y deseos.
3. Refuerza sus logros y comprende sus dolores
Felicítalo por los avances y objetivos que consigue. Aunque te parezcan insignificantes, para ese niño mantener un hábito de higiene puede ser un esfuerzo titánico, dado el contexto variable y de incertidumbre previos en el que le ha tocado vivir.
En aquellos casos en los que se observa que aún tiene dificultades, puedes motivarlo a que siga adelante, destacar la importancia de la perseverancia y de seguir intentándolo. Hazle saber que lo quieres por sus esfuerzos, más allá de los resultados.
También es esperable que experimenten ciertas «regresiones», es decir, volver a comportamientos o conductas que ya no estaban presentes. Por ejemplo, orinarse en la cama de noche. Muchas de estas conductas revelan las situaciones de trauma vividas que aún deben curar. En estos casos, hay que tener mucha paciencia y ayudarlos a salir de la vergüenza o la culpa.
4. Establece límites desde el amor
Para las personas en general, ser reconocido y confirmado por otros es importante para su autoestima. Implica «ser visto». Ahora bien, imagina entonces que para un niño adoptado, quizás no reconocido o descuidado en sus primeros años de vida, tiene aún más importancia. En muchos casos, estos niños tienen situaciones de negligencia o de indiferencia parental en su historia.
Por eso, una de las formas en que puedes ayudar a reparar su autoestima tiene que ver con guiarlo, orientarlo, poner límites desde el amor y el respeto, que le permitan saber que existe y que su educación te importa.
5. Haz lugar a las muestras de cariño y al diálogo de las emociones
Los abrazos, besos y las muestras de cariño contribuyen a reforzar la cercanía con los niños. Por supuesto, al principio, pueden mostrarse resistentes y no saber cómo actuar. Siempre habrá que ser cuidadosos y respetuosos, ya que cada niño es único. Es importante no imponerse y no forzarlos a aquello que no desean.
Pero un beso de buenas noches o una muestra de alegría cuando vuelven del colegio puede ayudar a sanar, poco a poco, una vieja herida. Existen múltiples maneras de recordarles que son parte de la familia, más allá de su origen.
Por último, también será crucial crear un espacio de diálogo seguro, en donde compartir las emociones y hablar de aquello que lastima para poder acompañar y entender aquello que les ocurre. También, es necesario permitirles que pregunten sobre sus orígenes, ser claros con las respuestas y no ocultar información.
Cuando te enfrentes a temas delicados, considera usar recursos como películas o cuentos, y herramientas digitales. Estos ayudan a adaptar el mensaje según la edad y el momento vital del niño, minimizando posibles impactos.
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Un presente distinto, un futuro por delante
Cuando un niño adoptado llega a la familia, es relevante entender que la adopción es su punto de partida, un punto de inflexión, una circunstancia de vida que ha sido significativa, pero de ninguna manera su punto de llegada. Es posible reconstruir una nueva vida, «cambiar la historia», ser queridos, pertenecer a un grupo.
En este sentido, no se trata de desconocer qué fue lo que pasó, sino en no determinar su presente ni futuro según lo sucedido en el pasado. De lo contrario, estaríamos generando ciertas etiquetas con connotaciones negativas sobre el niño y su devenir. Hemos de tener siempre presente que el niño tiene derecho a conocer su historia si así lo desea.
Bibliografía
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