Una contrariedad que pone en tensión la relación de pareja surge cuando uno de los dos no quiere tener más hijos. Al tratarse de una decisión que deben tomar en conjunto, será complejo llegar a un acuerdo, pues uno tendrá que ceder.
Si atraviesas por una situación como esta, queremos ayudarte a superarla. A continuación abordaremos el tema desde distintas perspectivas.
Posibles causas de las diferencias de opinión
Un buen punto de partida podría ser revisar cuáles son las causas que están en el trasfondo de las diferencias de opinión. Durante el noviazgo, ambos fantasean con la vivienda que habitarán y el número de hijos que criarán. Pero lo cierto es que, una vez casados, y habiendo concebido a un hijo, las expectativas pueden cambiar y uno de los dos ya no quiera tener otro niño.
Esto sucede porque no se trata solo de imaginar, sino de enfrentar la realidad, con sus responsabilidades y gastos. Así que, si antes se soñaba con tener una familia numerosa, es posible que ahora uno de los dos considere no tener la capacidad de mantener una tan grande y los planes deban cambiar.
De igual modo, es determinante en algunos casos cómo transcurrieron la maternidad y el parto del primer hijo, pues esa experiencia influye de manera emocional en la decisión de tener otro. Es la valoración de lo que se conoce como bienestar subjetivo, tal como lo desarrolla este artículo publicado en European Journal of Population.
Otra variable a considerar es la salud, vista desde el compromiso que implica el embarazo, así como también los límites que impone la edad. En definitiva, entran en consideración, además de los elementos mencionados, los siguientes:
- El reparto equitativo de las cargas en el hogar tras el nacimiento del primer hijo.
- El nivel de satisfacción con respecto al tiempo libre.
- La conciliación entre la familia y el trabajo.
- Las dificultades inesperadas (personales, familiares, de la relación y demás).
- El apoyo que se tenga en ese momento (de la familia, amigos y sociedad en general).
- Las limitaciones de espacio en la vivienda.
Cuando tú quieres, pero tu esposo no quiere tener más hijos
Si te hace ilusión una nueva maternidad, intenta convencer a tu esposo desde tu experiencia. Sea porque provienes de una familia numerosa y creciste con hermanos, o porque eres hija única y sientes la necesidad de que tu hijo tenga un hermanito para que se acompañen.
Esto último se conoce como «efecto hermanos» o «efecto hijo único», según sugiere un estudio publicado en Notas de Población que aborda las intenciones de tener un segundo hijo. En este caso, ya sabes que, mientras menos edad se lleven, más jugarán juntos.
Asimismo, si la diferencia es de pocos años, los enseres que la crianza necesita serán compartidos, al igual que la dinámica escolar y las actividades de recreación o deportivas. Esa previsión es típica de las madres, sobre las que recae buena parte de la organización logística que se requiere para cumplir con la agenda de los chicos.
Cuando tu esposo quiere uno, pero tú no deseas más hijos
En este caso, es primordial que seas franca con tu esposo y le expliques que no te sientes preparada para tener otro hijo. Expón tus motivos, pueden ser de salud, económicos, profesionales o laborales. Todos son válidos si se conjugan para desalentar en ti la idea de un nuevo embarazo.
De la experiencia anterior, acaso te sientas sobrecargada porque los apoyos de la pareja o familiares no estuvieron a la altura de la demanda. Y descubriste en carne propia lo que la ciencia corrobora: el tiempo de trabajo no remunerado en el hogar es mucho mayor en las mujeres que en los hombres.
Los problemas en torno a un segundo hijo
Incluso en las mejores condiciones, la crianza puede ser agotadora e interferir en los planes de desarrollo personal. Demanda concentrarse en tareas domésticas y se reducen las posibilidades de salir de casa a estudiar o trabajar.
Sobre todo porque ahora se trata de dos niños que atender y el segundo hijo modificará de algún modo la relación con el primogénito. Cambian las dinámicas hasta ahora establecidas y esto puede llenarte de nuevas inquietudes, como lo deja ver una investigación que analiza el ser madre de uno a madre de dos hijos.
Entonces, es natural que ambos sientan presión ante las dudas o la negativa de la pareja de tener un segundo hijo. Tal vez desde la perspectiva de uno de los dos, un hijo sería una forma de reafirmar la unión. Estudios señalan que tener un hijo se asocia con probabilidades reducidas de separación, según esta publicación de la revista Demography.
En ese sentido, si atraviesas por una situación parecida, lo aconsejable es mantener una comunicación abierta y sincera. Llegar a la decisión más acertada para ambos, una que no obligue a nadie a hacer algo que no desea, ni conlleve renunciar a proyectos y aspiraciones, será el objetivo del diálogo.
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Consejos para superar el desacuerdo en torno a querer uno o más hijos
Las razones para concebir uno o más hijos, o incluso para no tener, son, pues, inmensas y personales. La clave está en hacer todo lo que esté al alcance para que un asunto tan especial como ser padres no se convierta en un problema. Te dejamos con algunas ideas que te pueden ayudar en el proceso.
Escúchense el uno al otro e intenten comprender sus perspectivas
Busca el mejor momento para conversar y prepárate para ello. Los argumentos sobre algo tan trascendental no se improvisan. Nacen de la reflexión y cuando llegan a la mesa han sido meditados y puestos en interacción con diversos factores.
Hablen de las circunstancias que rodearían el nacimiento de un bebé
Conversen en torno a la dedicación que dispondrán para ambos hijos, porque la exclusividad y los tiempos en cuanto a cantidad y calidad variarán.
Un trabajo publicado en Psychological Studies señaló que hay mayor ansiedad materna cuando bajan la satisfacción conyugal y la crianza compartida. De igual modo, un segundo embarazo supone ser más estresante por los cuidados que amerita el primer hijo.
Es así como el trabajo, el estudio, las relaciones familiares y los amigos se verán tocados por la llegada del nuevo bebé. Se piense en ello o no, ocurrirá. Lo mejor, entonces, es poner dichos elementos a la vista para sopesar su peso específico.
No se nieguen a la posibilidad y acuerden una época para concebir de nuevo
Planificar el mejor momento es un signo evidente de madurez. Sin precipitación y con la mirada puesta en un horizonte amplio, un bebé será siempre una buena noticia. Mientras tanto, disfruten del hijo que ya tienen y de la relación de pareja.
Un hijo es complemento y una forma de asumir con optimismo el futuro. Mientras sucede, disfruten al máximo estar juntos y agradezcan lo alcanzado, lo cual abonará la semilla que hará más fácil la llegada del nuevo hijo.
Pedir ayuda profesional
Esta es una opción cuando hay amor, y la idea de tener uno o más hijos no es compartida. Si pese a estar bien en aspectos esenciales no logran hablar del tema sin que la conversación escale hasta hacerse daño y ponerlos al borde de alguna decisión definitiva, es recomendable apelar a la intervención de un profesional.
Alguien que de manera objetiva ayude a mediar entre los planteamientos, a escuchar los silencios y a descubrir los nudos que impiden encontrar una solución. La terapia de pareja sin duda es una opción nada desdeñable.
Comunicación y comprensión, claves para planificar la felicidad
Ser padres de nuevo no es una obligación social o familiar. Es una responsabilidad que a fin de cuentas debe ser deseada y asumida por los dos. Todo apunta a que la opción de otro hijo surge con más fuerza, hasta inclinar la balanza, cuando alberga expectativas de bienestar, según lo afirma esta publicación de la revista European Journal of Population.
En ese sentido, cultiva tu relación con respeto y en armonía, y será más fácil tomar decisiones en conjunto.
Bibliografía
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