No quiero celebrar navidad: ¿cómo se lo digo a mi familia?

La decisión de no celebrar la Navidad puede despertar críticas, enfado y disgusto en los familiares. Descubre cómo comunicar la noticia con firmeza y respeto.

«¿Cómo le digo a mi familia que no quiero celebrar la Navidad?», esta cuestión puede resultar complicada de abordar, ya que la Navidad es, para muchas personas, un momento del año lleno de alegría y expectativas.

Hay diversos motivos que pueden llevar a una persona a no querer participar de estos festejos. Sin embargo, y aunque algunos son más comprendidos y aceptados que otros, lo común es que esta noticia despierte críticas en los allegados e incluso suponga un motivo de decepción. ¿Es posible comunicar nuestros deseos y necesidades de forma que nos respeten y nos entiendan? Lo vemos a continuación.

¿Por qué no quiero celebrar la Navidad?

Antes que nada, sería positivo que te plantees por qué no quieres celebrar estas fechas. Y es que esto te permitirá tener claro cuáles son tus necesidades y mantenerte firme a la hora de comunicarlo. Si no realizas este paso previo, puedes sucumbir ante la presión de la familia o ante la culpa por los «chantajes» emocionales que traten de hacerte.

En cambio, si sabes qué opinas y qué deseas, si entiendes cómo te hace sentir la situación y por qué es importante para ti la decisión, podrás conversar de una forma más segura y más tranquila.  Ahora bien, hay muchas razones que pueden estar detrás de esta elección.

No eres una persona religiosa

Para ti, la Navidad no tiene ningún significado especial. No encuentras la conexión espiritual ni el apego a las tradiciones religiosas que otros pueden experimentar durante esta época del año. En lugar de eso, valoras el tiempo de reflexión personal y la oportunidad de disfrutar de actividades más acordes con tus intereses y creencias.

Consideras que es una época pensada para incentivar el consumismo

Percibes cómo se enfoca gran parte de la celebración en comprar regalos materiales y en promociones comerciales, en lugar de enfocarse en el espíritu de generosidad y amor hacia los demás.

De hecho, según un artículo publicado en la revista Journal of Happiness Studies, el materialismo imperante es uno de los principales motivos que puede socavar la felicidad de las personas en estas fiestas.

Sientes una gran presión

Ya que, según la tradición, las personas deben sentirse felices durante estas fechas y eso no te hace sentir cómodo. Según un estudio publicado en Applied Research in Quality of Life, la Navidad puede despertar nostalgia, inquietud y estrés, puede reducir nuestra satisfacción vital y nuestro bienestar psicológico. Y, ante esta realidad, es normal desear que estas fechas pasen lo más rápido posible.

Estás atravesando un duelo

Por ejemplo, por la reciente pérdida de un ser querido. El síndrome de la silla vacía, que se refiere al sentimiento de pérdida causada por la muerte de alguien cercano, puede hacer que estas fiestas sean más bien motivo de tristeza y que no sientas ganas de festejar nada.

Según recoge un artículo de la Universitat Oberta de Catalunya, la Navidad puede hacer emerger de nuevo y de forma especial el dolor de la pérdida.

Las reuniones multitudinarias no te agradan

Esto puede suceder porque sientes sobre estimulación por tanta luz, sonido y bullicio o porque, simplemente, no te llevas bien con tu familia extensa o con algunos miembros y por ello prefieres no reunirte.

¿Cómo le digo a mi familia que no quiero celebrar la Navidad?

Si deseas transmitirle a tu familia que no quieres celebrar la Navidad, has de hacerlo con firmeza, pero a la vez con respeto. Y es que puedes herir susceptibilidades. Para lograr esta tarea, que no es nada sencilla, es posible apoyarse en una serie de pasos que te mostramos a continuación.

1. Parte desde la empatía

Tiene sentido abordar esta conversación sin adoptar una actitud defensiva y evitando verla como una lucha de poder. Al contrario, es importante intentar empatizar con tus familiares, aquellos que desean que celebres la Navidad con ellos.

Ponerte por un momento en su lugar te ayudará a comprender los posibles reclamos que puedan hacerte y el enfado o disgusto que tu decisión pueda causarles. Al cultivar la empatía, podrás entender mejor sus perspectivas y sentimientos, lo que facilitará establecer un diálogo abierto y respetuoso.

De esta manera, podrás expresar tus motivaciones y preocupaciones de forma clara y constructiva, buscando soluciones que satisfagan a ambas partes y manteniendo una relación armoniosa durante esta temporada.

Con esto en mente, resulta positivo comenzar validando sus emociones. Por ejemplo, puedes decir «sé que para ti estas fiestas son importantes», «entiendo que te gustaría ver a toda la familia reunida», «comprendo que se te hará raro no vernos este año y que podría hacerte falta».

Así generas un acercamiento y la validación necesaria para que también el otro pueda ponerse en tu piel y esté más abierto a escuchar tus motivos.

2. Comunícate de forma asertiva

Ser empático no significa ser complaciente. El hecho de que entiendas las emociones de los demás no implica que abandones las tuyas propias. Por ello, has de comunicar tu decisión.

Sin embargo, tal y como recoge este trabajo investigativo de la Universidad Nacional Abierta y a Distancia, una comunicación inadecuada y poco asertiva en la familia puede generar conflictos, malentendidos, inconformidad y enfrentamientos.

Por ello, trata de expresarte con firmeza pero con respeto. Intenta mantener un tono de voz calmado y una actitud neutra. Comunica qué va a suponer para esa persona, a efectos prácticos, tu decisión.

Por ejemplo, que no acudirás a las comidas o cenas planeadas, que no participarás en el intercambio de regalos o que no deseas decorar tu hogar. Respecto a los «porqués», puedes explicar tus motivos si así lo consideras. Aunque no es obligatorio, sí puede ayudar a la otra parte a entenderte mejor.

No obstante, tampoco te deshagas en justificaciones y excusas; recuerda que estás en tu derecho de decidir cómo deseas pasar estas fechas.

3. Ofrece alternativas

Algunos de tus familiares pueden sentir tu decisión como una ofensa o como un rechazo personal. Pueden asumir que tienes un problema con ellos o que no deseas verlos. Por esto, es importante recalcar (si es el caso), que tu opción de no celebrar la Navidad no tiene que ver con ellos, que aún los quieres y disfrutas compartiendo juntos.

A este respecto, puede ser beneficioso negociar o proponer alternativas. Aunque todo esto depende de dónde esté tu límite (el que antes has establecido). Puedes aceptar acudir a una sola comida o cena y luego irte u ofrecerle a esa persona quedar para realizar otra actividad fuera de ese ambiente navideño.

También, por ejemplo, puedes recomendarle a tu familia nuclear (pareja e hijos) hacer un viaje en familia durante las fechas navideñas en lugar de celebrarlas en casa de forma típica.

4. Mantente firme en tu decisión

A pesar de seguir las anteriores recomendaciones, es probable que algunas personas se enfaden, se disgusten o se ofendan con tu decisión y está bien. Recuerda que no es tu trabajo hacer feliz a todo el mundo, menos a costa de tu propio bienestar. Sin embargo, has de estar dispuesto a aceptar sus emociones y no ceder a la presión.

Es posible que, antes estas reacciones, sientas el impulso de cambiar de opinión para complacerles o para evitar el malestar de ambas partes. Pero esto, a largo plazo, según sugiere Walter Riso en su libro «Cuestión de dignidad», solo te hará sentir peor, mermará tu autoestima y puede generar resentimiento hacia esas personas. Por ello, recuerda tus motivos y necesidades y mantente firme.

No quiero celebrar la Navidad, pero mi pareja e hijos sí quieren

Decirle a la familia que no queremos participar en los festejos ya es difícil, pero transmitírselo al núcleo familiar propio puede ser aún más complejo. Esto es así porque son las personas con las que convivimos y con quienes compartimos la mayoría de nuestro tiempo, planes y decisiones.

Sin embargo, si tu pareja e hijos sí quieren celebrar la Navidad y tú no, el proceso a seguir es similar al anterior. Es importante entender y respetar sus deseos y saber negociar sin abandonar tus propias necesidades.

De nuevo, plantéate cuáles son tus límites; tal vez no te importe que ellos decoren, aunque tú no participes, y tal vez sí te apetezca acompañar a tus hijos a una actividad navideña de forma puntual.

Además, pueden decidir ir a comer y celebrar en familia, aunque tú no acudas. O quizá pueden optar, como decíamos, realizar un viaje juntos por estas fechas y pasarlas de una forma diferente. En cualquier caso, las claves serán la comunicación y el respeto.

Reflexionar sobre las decisiones en Navidad

Abordar el tema de no querer celebrar la Navidad con nuestra familia puede ser un desafío, pero es fundamental hacerlo desde la empatía y el respeto. Reconocer que cada persona tiene sus propias perspectivas y valores, nos ayuda a comprender mejor las motivaciones detrás de nuestras decisiones.

Al comunicarnos de manera abierta y sin actitudes defensivas, podemos fomentar un diálogo sincero que permita a ambas partes expresar sus necesidades y deseos. La clave está en buscar soluciones que honren nuestras creencias y, al mismo tiempo, mantengan la armonía familiar. Recordemos que la Navidad puede ser una oportunidad para el amor, la comprensión y el compromiso, sin importar de cómo elijamos celebrarla.

Bibliografía

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  • Casadiego Granados, J., Martínez Estrada, C., Vergara López, E., & Riatiga Corredor, A. (2015). Habilidades de comunicación asertiva como estrategia en la resolución de conflictos familiares que permite contribuir al desarrollo humano integral en la familia. Universidad Nacional Abierta y a Distancia - UNAD. https://repository.unad.edu.co/bitstream/handle/10596/3785/39048907%20.pdf?sequence=7&isAllowed=y
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