Los lazos con nuestro hijo se crean desde el primer día de la concepción. Esta unión nunca es planeada ni forzada; surge de manera espontánea y crece con el paso del tiempo. Para cuando el bebé ya se encuentra fuera del vientre, la conexión resulta asombrosa. ¿Conoces cuáles son las claves que activan este vínculo entre madre e hijo?
En el momento del alumbramiento, lo primero que queremos es mirar al bebé y sostenerlo entre nuestros brazos. Ese primer instante nos reconforta y nos llena de emociones positivas que van desde la alegría, la gratitud y el amor hasta la satisfacción.
Precisamente, en ese primer contacto físico es cuando se activa un vínculo especial entre madre e hijo. En ese instante, se produce un proceso determinante en la vida del bebé.
Beneficios del vínculo entre madre e hijo
Los bebés que gozan de un vínculo entre madre e hijo sano y estable tienen mayores probabilidades de éxito en la vida. Esto también contribuye a mejorar la calidad de sus relaciones interpersonales, ya que les brinda mayor facilidad para relacionarse con los demás, les ayuda a ser más comunicativos y, por supuesto, afectuosos.
Pero, si el vínculo es pobre o nulo —bien sea por una interrupción de este o por su completa omisión por una causa u otra—, es posible que el bebé tienda a experimentar ciertas carencias emocionales e inseguridades. La falta de contacto físico o deprivación supondrá una dificultad para el desarrollo del niño a lo largo del tiempo.
En otras palabras, el afecto que se manifiesta desde el primer instante a través del sentido del tacto potencia el desarrollo psicológico-emocional del bebé, a la vez que nos permite sentir una gran variedad de emociones positivas que influyen en diversos aspectos de nuestras vidas.
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6 claves para fortalecer el vínculo entre madre e hijo
Mediante el contacto físico, piel con piel, y el amor maternal, los pequeños pueden manejar mejor el estrés del nacimiento. Además, reciben todos los beneficios de la lactancia materna, en su etapa más vulnerable.
Sobre la importancia de este protocolo hay cada vez más evidencias, como lo deja ver este estudio desarrollado en el área Sanitaria Norte de Málaga.
Si la unión se desarrolla de forma sana y positiva, el bebé tendrá una tendencia a experimentar el afecto de una forma empática. Gracias al contacto materno, el bebé será mucho más capaz de establecer relaciones asertivas y crecer sin carencias emocionales.
1. Ponlo sobre tu piel
Numerosas investigaciones, como esta, de la Revista Española de Salud Pública, confirman los múltiples beneficios tanto para la madre como para el hijo del contacto piel con piel en las dos primeras horas de vida. El olor, tacto, voz y calor, permiten al niño establecer una relación única.
Para la madre, el contacto con el hijo y la succión del pecho aumentan la oxitocina, lo que favorece la contracción uterina y la salida del calostro. En esta misma medida, se reduce el estrés y los efectos emocionales derivados del parto, dando inicio a un sentimiento de protección y cuido.
Al darle afecto y calor de madre, el niño experimenta una sensación parecida a la que tenía cuando se encontraba en el vientre materno.
2. Fomenta el contacto visual y táctil
Esto ayudará a crear una cercanía entre los dos, lo cual es importante para que el niño se sienta seguro. El vínculo entre madre e hijo siempre se verá reforzado a través de los sentidos, y saber aprovecharlos todos es una de las claves fundamentales.
Es vital conectar con el pequeño a través del tacto y la voz, acariciándole y hablándole. Incluso con los mimos y las cosquillas estrechamos el lazo afectivo. De esta forma, el bebé aprenderá a reconocer nuestro olor, voz y piel.
Por otro lado, la madre y demás adultos cercanos, al cargar al niño frontalmente, reconocerán mejor las señales del pequeño. Esto es, si está dormido, despierto, si necesita aseo o tiene hambre, lo que mejora la respuesta y anticipa las acciones de cuidado. Sobre la importancia de tener y sostener al bebé, puedes leer este artículo publicado en Infant Behavior and Development.
3. Aprovecha el momento de alimentar al bebé
Cuando el niño acaba de nacer, tanto la lactancia materna como la alimentación con biberón constituyen un momento íntimo. En este momento, madre e hijo exploran y se familiarizan con el lenguaje corporal mutuo. Por otra parte, le proporciona al bebé una sensación de comodidad y confianza en brazos de su madre.
También el momento del baño es una buena situación para afianzar el vínculo afectivo con el pequeño, al igual que la hora de dormir o de consolarle.
Cuando un bebé se siente atendido, el vínculo con sus padres no solo aumenta de forma considerable, sino que se potencia. Además, lo fortalece día a día y permite que sea capaz de superar la sensación de soledad que siente al llorar.
4. Comparte el mismo espacio físico
Es recomendable que el bebé duerma en su propia cuna, pero en un espacio cercano al de la madre. Es decir, se recomienda que madre e hijo compartan un mismo espacio físico, en la medida de lo posible. De hecho, muchas madres optan por tener la habitación del bebé cerca de las suyas.
Compartir el espacio físico promueve el contacto piel a piel con el bebé y fortalece el vínculo entre ambos. Mientras más cariño le demos al bebé, más pronto nos responderá con su afecto. Comprobarás así que se trata de algo hermoso, único y satisfactorio.
En un estudio que aborda la crianza natural, se argumenta que la madre tiene una necesidad biológica y psicológica de estar en contacto con su bebé. El «porteo» y el «colecho» son esenciales para cumplir con este objetivo.
5. Acaricia a tu bebé cuando llora
Es indispensable prestarle atención, escucharle y hacerle saber que estamos allí para él, para responder a sus necesidades. De nuevo, el contacto físico se impone como una forma de interacción insuperable.
Una conexión segura estimula y acrecienta la seguridad de los niños con el paso de los años. Además, favorece el desarrollo de su autonomía y personalidad desde la primera etapa.
Como lo recomienda esta investigación sobre el vínculo de apego, beneficios y consecuencias, el llanto del niño tiene que ser calmado. Y la mejor manera de hacerlo es abrazándolo, dejando atrás el mito de que se malacostumbra.
6. Háblale y cántale
El bebé llegará a una etapa en la que atenderá a todas las señales que se le puedan hacer. De igual modo, llega a usar señales para comunicarse, como por ejemplo, sonreír y balbucear.
Responder a ello, estimulará su atención y favorecerá el vínculo de manera positiva. Más adelante, estas interacciones le servirán para conocer los principales elementos de la comunicación.
El pequeño se conecta con las reacciones faciales, físicas y vocales de mamá y papá, y tiende a desregularse cuando no recibe respuestas o estas son inapropiadas. Así lo explica este estudio sobre desarrollo socio-emocional temprano y regulación emocional.
Cuídate, para poder cuidar
Frente a todas estas claves que actúan para sellar el vínculo entre madre e hijo, es crucial saber que los límites son importantes. No olvides que el afán de cuidar al bebé no debe hacer que descuides tus propias necesidades; es posible crear un equilibrio donde ambas situaciones sean compatibles.
Bibliografía
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