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Deprivación afectiva: causas y consecuencias

7 minutos
La carencia afectiva por parte de los adultos hacia los niños juega un papel importante en su desarrollo.
Deprivación afectiva: causas y consecuencias
Escrito por Equipo Editorial
Última actualización: 18 enero, 2022

La deprivación afectiva es un hecho que ningún niño debería experimentar a lo largo de su vida. Desde que nacen, los niños necesitan sentir el afecto de sus padres. Es la forma que tienen de adquirir su autoestima y la seguridad necesaria para alcanzar su autonomía personal.

Sin embargo, hay ocasiones en las que los niños y los adolescentes sufren situaciones de privación afectiva. Esta carencia repercutirá en varias áreas de su desarrollo.

Deprivación afectiva: causas y consecuencias

Repetidas situaciones de privación afectiva durante la infancia pueden crear en el niño diversos trastornos psicológicos y psicopatológicos. Estos se manifiestan durante la infancia y, en ocasiones, pueden llegar a repercutir en la adolescencia e incluso en la edad adulta. Por esta razón, es fundamental que, desde los primeros meses de vida, el niño desarrolle una figura de apego segura y sienta el afecto de sus padres.

¿Qué es la deprivación afectiva?

La deprivación afectiva señala la situación en la que se encuentra un niño que ha sufrido o sufre la privación de la relación con su madre, o de un sustituto materno, y que padece el déficit de atención afectiva necesaria en edad temprana. Sin embargo, no significa que la deprivación afectiva y emocional del niño sea del todo nula. Esto sería imposible.

Significa que el niño no tiene las suficientes experiencias, ni en cantidad ni en calidad, de afecto, cariño o emociones placenteras. En esta situación, el pequeño se siente no querido, no aceptado e inseguro. Esta carencia afectiva va a repercutir en el desarrollo emocional, físico y psicológico del niño. En consecuencia, su comportamiento declinará en conductas sociales y emocionales inadecuadas y conflictivas.

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Por lo tanto, es de vital importancia que el pequeño sienta el afecto y el amor de sus padres. Es la forma de adquirir su autoestima y la seguridad necesaria que le permitirá alcanzar su autonomía personal. Pero no siempre ocurre así.

¿Cuáles son las causas?

La deprivación o carencia afectiva puede ser causada por diversas situaciones en el entorno familiar del niño. Las más frecuentes son:

  • Abandono por negligencia.
  • Hospitalización.
  • Padres que se divorcian y se juntan con otras parejas en repetidas y transitorias ocasiones.
  • Embarazos no deseados.
  • Familias disfuncionales en las que existen problemas de malos tratos, celos, toxicomanías, prostitución…
  • Agresiones físicas y emocionales a los niños.
  • Ambiente familiar deteriorado, con frecuentes disputas de los padres delante de los hijos.
  • Padres severos o moralistas que provocan constantes crisis o estados continuos de ansiedad al niño.
  • Padres muy tolerantes cuyos hijos no están sujetos a normas.

Otra causa de carencia afectiva, aunque no lo parezca, es la falta de tiempo que tienen hoy en día los progenitores por causas de trabajo. Para muchos padres es más importante tener a sus hijos satisfechos materialmente, que dedicarles tiempo para darles cariño y afecto.

En todo caso, cualquiera que sea la causa de privación afectiva provocará en el niño un daño que repercutirá en su desarrollo, en su personalidad y en sus relaciones sociales.

¿Qué consecuencias puede tener en los niños?

La falta de afecto por parte de los padres o cuidadores puede provocar en los niños diversos problemas entre los que podemos encontrar retrasos en el crecimiento y trastornos en el desarrollo motor, cognitivo y social.

Estos trastornos serán más o menos graves en los pequeños dependiendo de varios factores. Entre los más significativos están la edad del pequeño, el tiempo que dure la carencia afectiva y el tipo de emoción de la que es privado.

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Así, haciendo una compilación de varios autores, se diferencian tres tipos de consecuencias:

Afectivas

  • Angustia de separación o por abandono: el niño teme que los demás le retiren su afecto. Tiene la impresión de que le falta algo fundamental. Por lo general, no quiere establecer lazos afectivos por miedo a perder de nuevo el afecto del otro.
  • Avidez afectiva: el niño exige sin límites el afecto de los demás. Duda de las intenciones de los otros y entiende siempre los hechos de manera ambigua.
  • Agresividad reactiva: la ambición y el temor de perder la afectividad de los demás es tan intensa que todo le parece una amenaza de frustración. El niño hace pagar a los demás sus sufrimientos pasados (reales o imaginarios) de mil maneras. Además, somete constantemente a prueba el afecto de los demás.
  • Actitud pasiva: el pequeño se deja querer, pero él no quiere. Es egocéntrico y quiere ser querido. A su vez, es pasivo y dependiente, y espera continuamente recibir de los demás.
  • Sentimientos de desvalorización o baja autoestima: por lo general, el niño se considera un fracasado y se desprecia a sí mismo. Incluso, duda de sí mismo en cuanto a despertar afecto o simpatía en otros. Por esta razón, siente una gran inseguridad en sí mismo.
  • Intolerancia a la frustración: las prohibiciones o límites que le imponen los demás son vividas como agresiones o injusticias. Asimismo, tiene dificultades para aceptar los límites.

Somáticas

  • Retraso en el crecimiento: el niño puede presentar un retraso en el crecimiento físico. Incluso, puede llegar a estar por debajo de la media de su edad. El sentimiento de abandono y tristeza explica que el niño tenga menor interés por la comida y que esté escasamente alimentado.
  • Propensión a enfermedades y accidentes: el pequeño puede presentar menor resistencia a las infecciones. Sus mecanismos de defensa inmunológicos están menos desarrollados debido a la débil pulsión de vida.
  • Alteración del esquema corporal: la carencia afectiva no permite desarrollar en el niño una imagen corporal armónicamente organizada. Se observan dificultades en la coordinación motora (por ejemplo, en los deportes). Y, en algunas ocasiones, presentan síntomas de hiperactividad.
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Cognitivas

  • Retraso intelectual: este retraso es debido a la falta de estimulación socio-cultural durante la primera infancia. El niño con carencia afectiva suele tener un cociente intelectual inferior a la media.  A su vez, presentará dificultades en el aprendizaje y bajo rendimiento escolar.
  • Trastornos del lenguaje: normalmente, el niño muestra cierto retraso en el desarrollo del lenguaje. También tiene problemas en la articulación. Su vocabulario y la comunicación son pobres.
  • Desorientación temporal: el pequeño no sabe valorar el tiempo de una forma objetiva. Considera los momentos agradables como demasiado cortos y los momentos desagradables como muy largos.

Otras causas de carencia afectiva

En la actualidad hay conflictos bélicos, migratorios y derivados de la pandemia que complican los escenarios afectivos. Los niños y adoslescentes se encuentran así en condición de extrema vulnerabilidad, frente a:

Los conflictos bélicos

Son centenares los conflictos que sacuden el planeta y en todos ellos, hay actores indefensos que sufren la deprivación afectiva. Sea porque los adultos participan directamente en el campo de batalla o porque como civiles hacen parte de los objetivos territoriales en disputa.

La migración y el desplazamiento, colman de sinsabores la cotidianidad de la familia y se torna muy difícil crear condiciones para brindar de manera sostenida afecto y esperanza. Los niños y los adolescentes son los primeros afectados por un conflicto bélico, directa o indirectamente, poniendo en riesgo su salud integral y su vida.

La migración

La emigración parental despierta en los que se quedan o se van sentimientos de culpa, temor a la pérdida o incertidumbre, y profunda angustia. Los niños viven las huellas emocionales que deja la migración parental afectando principalmente su salud mental. La migración forzada sacude las bases afectivas del desarrollo y repercutirá en su futuro escolar y su desempeño social.

La pandemia

El hogar es fundamental en la defensa y protección del niño. No obstante, los factores de estrés relacionados con el confinamiento amenazan esa defensa. Las restricciones de movimiento, viaje y trabajo, se complican por las preocupaciones en temas como la propia salud, la seguridad alimentaria, la dificultad económica.

A todo ello se puede juntar que muchos niños están como atrapados en sus hogares, con familiares violentos y de alguna manera lejos de la vista de las personas o instituciones que pudieran ayudarlos.

Sobre la deprivación afectiva en niños

Según Vargas (2002), socialmente, los niños tienen dificultades para relacionarse con los demás. Desarrollan pocas habilidades sociales, son dependientes, necesitan el reconocimiento y aprobación constante de sus actos. Asimismo, introyectan y proyectan cualidades que les son ajenas y asumen como propias, manifiestan extrema complacencia, sumisión, hostilidad y agresividad.

En definitiva, como hemos visto, son varias las causas que la provocan. Por lo tanto, es muy importante cuidar el afecto que les damos a nuestros niños. Las consecuencias no son todas pasajeras. Algunas de ellas acompañaran al niño durante su adolescencia e incluso las sufrirán en su edad adulta.


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