A todos los que me llaman “mala madre” solo porque permito que mis hijos se ensucien, caigan y se levanten y a quienes me critican porque llevo aún en brazos a mis niños… Deben saber que soy la mejor madre del mundo para mis hijos y que nadie tiene derecho a etiquetarme.
El término “mala madre” está de plena actualidad. Encontramos espacios con este nombre en las redes sociales y hace muy poco, se estrenó la comedia norteamericana “Bad Moms“. En ella, se refleja esa presión social que en ocasiones, siente la mujer por alcanzar la perfección en todos los ámbitos de su vida, y donde cada aspecto relacionado con la crianza, se pone bajo el cristal de una lupa.
El síndrome de la “mala madre” adquiere a día de hoy una mayor relevancia por la presión de las redes sociales. Son muchas las mamás que al subir alguna imagen suya a las redes sociales dando el pecho a un niño de 5 años, o besando a sus hijos en los labios, son etiquetadas al instante con esta palabra tan de actualidad.
Te invitamos reflexionar sobre ello.
La obligación de ser “perfectas”
La mujer de hoy en día está obligada a llevar a cabo múltiples roles, y todos ellos, deben ser alcanzados con éxito. Hace unas décadas a nuestras abuelas y a muchas de nuestras madres se las educaba con un único fin: ser buenas amas de casa.
Ello implicaba, por supuesto, ser esposas perfectas, buenas cocineras y unas mamás afectuosas y sabias. En la actualidad, el espectro de responsabilidades se ha hecho mucho más grande:
- Debemos ser buenas profesionales en nuestros trabajos
- Disponer de un buen círculo de amistades
- Caber en una talla 38 o 40 y conservarnos jóvenes y espectaculares
- Ser independiente
- Debemos cuidar de nuestro crecimiento personal
- Tener una pareja que valore nuestro esfuerzo y que sea un amante afectuoso y comprensivo
- Hacer deporte
- Seguir estudiando para formarnos
- Ser buenas cocineras y tener la casa siempre en perfecto estado e impoluta
- Y por supuesto, ser unas madres perfectas capaces de educar niños brillantes y capaces de triunfar en este mundo tan complejo.
Todo ello, son sin duda dimensiones que muchas mamás suelen sentir muy a menudo en sus entornos más próximos. En caso de que una mujer llegue a obsesionarse por lograr toda esta mágica e imposible conjunción, lo único que conseguirá es sufrimiento.
De ahí, que debamos relativizar muchas de estas presiones sociales que poco tienen de realista y mucho de marketing. Ninguna mamá puede seguir este ritmo de vida, donde ir del gimnasio al trabajo, más tarde a la guardería, después a clases de idiomas, hacer una cena maravillosa y conseguir que nuestro hijo de 4 años aprenda a leer cuanto antes porque de este modo, garantizaremos el éxito de su futuro académico.
No es real o al menos, no es posible los 7 días de la semana. Te proponemos ahora analizar con detalle por qué no eres una “mala madre”. Es más, eres una gran madre y nadie tiene derecho a decir lo contrario.
Razones por las que no eres una “mala madre”
En primer lugar hemos de ser intuitivas ante este tipo de construcciones sociales donde existe un claro estereotipo. Toda la presión se proyecta hacia la mujer, en ningún momento hemos leído o escuchado el término “malos padres”. De algún modo, sigue existiendo un componente de género que es necesario derribar: la crianza es cosa de dos.
Ahora bien, en caso de ser una familia monoparental, es común también disponer de una red de apoyo donde repartir alguna responsabilidad. Así pues, hemos de desmontar con rotundidad esta expresión o por el contrario, sentirnos orgullosas de ser “malas madres” porque en realidad, lo estamos haciendo bien.
No eres mala madre si te dedicas momentos del día para ti
Nadie tiene derecho a criticarte por dejar a tus niños con tu pareja, familia y amigos y disfrutar de un instante para ti sola. De hecho, es necesario que sigamos cultivando nuestro crecimiento personal, porque si tú estás bien, darás lo mejor de tu persona a los demás.
Nadie tiene derecho a criticar el tipo de crianza que llevas a cabo
El modo en que crías a tus hijos te compete a ti y a tu pareja. Sabes que ante cualquier problema cuentas con el apoyo de tu pediatra, así que fuera de este círculo, a nadie le importa si alargas la lactancia hasta los 5 años o si respetas los ritmos de tus hijos sin ninguna prisa por quitarle el pañal o por conseguir que coma sólidos lo antes posible.
Tu hijo tiene sus propios tiempos y tú los entiendes. Nadie debe criticarte por ello.
La “madre perfecta” no existe
La mamá perfecta no existe. Existe una madre presente que aprende de sus errores, que se esfuerza cada día por hacer feliz a sus niños y que además, no se descuida a sí misma, porque además de madre, es mujer, es pareja, es hija, es amiga y es persona.
Se trata solo de disfrutar de cada instante de nuestras vidas sin dejarnos llevar por presiones externas, ofreciendo tiempo de calidad a nuestros niños y permitiéndonos crecer también nosotras con ellos.
Ser madre es algo que cada mujer vive a su ritmo y a su manera, y mientras exista felicidad, nadie tiene derecho a sancionar o colocar etiquetas. Para ampliar el tema, no dudes en consultar libros como “Toma un café contigo mismo” de Walter Dresel o ‘”Queremos hijos felices” de Silvia Álava.
Bibliografía
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