¿Por qué los niños hacen travesuras?

Las diabluras que hacen los pequeños pueden ser auténticas fuentes de aprendizaje. Te contamos cómo.

nino en el suelo del bano envuelto en rollo de papel higienico

Casi todas las familias cuentan con un arsenal de travesuras típicas de sus niños: cortarse el pelo, tirar agua al piso para patinar o pintarse la cara con maquillaje, entre tantas otras. En ocasiones, los progenitores no saben si reír y celebrar la picardía o “largarse a llorar” y reprenderlos.

Sin embargo, las travesuras que hacen los chicos no siempre son malas e incluso, muchas veces son positivas. Veamos entonces cuándo se debe intervenir y cómo.

¿Qué significan las travesuras de los niños?

Las travesuras que hacen los niños, siempre y cuando no impliquen hacerse daño a sí mismos o a otros, les ayudan a experimentar, a saber de qué son capaces, a explorar el mundo y a curiosear. Son una forma de aprender “a prueba y error”, de dar lugar a su creatividad e imaginación y de desarrollar de manera progresiva su autonomía.

Las travesuras también son historias que forman parte de aquellas anécdotas que contarán una y otra vez. Además, también les permiten socializar con los hermanos o con los amigos.

En general, son inofensivas, sin consecuencias más trascendentes que tener que ordenar, limpiar o desechar algo. Por lo tanto, no es necesario alarmarse.

hermanas pintan dibujan la pared con pinturas
Las picardías y las travesuras forman parte del desarrollo de los infantes. Requieren de mucha paciencia y de un adecuado acompañamiento por parte de los mayores.

¿Cómo es eso de los límites?

Travesuras sí y límites también. Es decir, entendemos que las picardías tienen un componente educativo, pero también los límites son necesarios. Estos últimos implican respetar los derechos de otros y cumplir con las reglas establecidas por los adultos, que se supone que son buenas para los niños.

Entre las travesuras y los límites, los chicos aprenden que sus actos tienen consecuencias. De allí la importancia de estar atentos para intervenir a tiempo. En ese caso, se trata de hablar con calma y explicarles por qué no es bueno que repita ese comportamiento. Deben aprender que alguien se puede sentir mal, que se puede lastimar o que no es correcto tocar o romper las propiedades de los demás, entre otras.

Lo importante es mantener la paciencia, no gritar ni mucho menos emplear la violencia física. El objetivo es que ellos puedan entender cuál es la conducta positiva y que puedan regularse en el futuro. Los límites son positivos porque también aprenderán a hacerse respetar e impedir que otras personas sobrepasen sus derechos.

Al poner límites, es fundamental que seamos claros y consistentes. No podemos rechazar hoy una conducta que celebraremos mañana o viceversa. Esto envía mensajes ambiguos y confunde a los chicos respecto de lo que deben hacer.

¿Cuándo deberías alarmarte por las travesuras que hacen los chicos?

Debemos estar atentos y actuar en consecuencia cuando se manifieste alguna de las siguientes conductas:

  • Cuando mantenga una conducta permanente de oposición a las reglas.
  • Si sobrepasa todo tipo de límites con una actitud desafiante.
  • Cuando sus travesuras se convierten en fuente de peligro para sí mismos o para otros.
  • Cuando se trate siempre de la misma travesura, que se repite una y otra vez.

En estos casos, se trata de buscar entender qué hay más allá de esa acción desobediente, es decir, qué es lo que está tratando de decirnos el pequeño a través de esta.

Recomendaciones sobre las travesuras de los niños

Algunas ideas para tener en cuenta frente a las travesuras de los niños son las siguientes:

  • Aceptar que son niños y que van a cometer picardías. Es importante reconocer que no dejan de ser “buenos o educados” solo porque hagan travesuras. Todos los pequeños lo hacen y es algo que cabe esperar en el transcurso de su crecimiento.
  • A partir del punto anterior, es posible anticiparse y preparar el escenario, especialmente para evitar que corran riesgos. No siempre podremos estar con los ojos abiertos, pero como sabemos que ellos podrán cometer una travesura en cualquier momento, es mejor no dejar a su alcance elementos peligrosos tales como cuchillos, tijeras o productos que los puedan intoxicar, entre otros.
  • Elegir qué batallas dar. No se pueden prohibir todos los comportamientos, ya que ello implicaría un niño quieto, sumiso o “de rincón”. Además, si todo es “no” y “no, basta”, no podrán comprender cuáles son las reglas que se pueden romper y las que no.
  • Poner a su disposición objetos variados y juguetes. De esta manera, también podemos tener un escenario controlado para que experimenten, al mismo tiempo que están seguros. Así, podemos dejarlos que sean libres a la par que nos sentimos tranquilos.

nina sentada en el piso de la cocina con restos de galletas
Las travesuras de los niños pueden ser la consecuencia de la búsqueda de autonomía. Nunca deben ser vistas como un acto de crueldad de su parte.

Los niños tienen que ser niños

Muchas veces, en el afán de cuidar a sus hijos y educarlos, los progenitores terminan por elaborar -no siempre de manera consciente- una lista de prohibiciones que no son necesarias, tales como mancharse, experimentar o ensuciarse, entre otras.

Es importante que los padres sepan que los chicos llegan para “darnos vuelta la vida”. En ocasiones, la obsesión por el orden de repente se ve desplazada por un living con almohadones por el piso, así como la limpieza minuciosa y constante puede ser reemplazada por una pared llena de manos de colores.

Al convertirse en padres, es crucial que los adultos sepan que los niños llegan para romper moldes y que es sano que así sea. No son cosas que nos hacen a propósito ni mucho menos, sino que las travesuras son una fuente de aprendizaje y son el motor de la infancia.

Bibliografía

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Barzallo, P. (2019). POR QUÉ LOS NIÑOS SON TRAVIESOS. ATENEO, 18(2), 54-60. Recuperado a partir de https://www.colegiomedicosazuay.ec/ojs/index.php/ateneo/article/view/48 Pérez, M. R. (2015). Tratamiento cognitivo-conductual de conductas disruptivas en un niño con TDAH y trastorno negativista desafiante. Revista de Psicología Clínica con niños y adolescentes, 2(1), 45-54. Nardi Rodríguez, Ainara (2014). Un caso de desobediencia infantil en el contexto de los nuevos modelos familiares. Revista de Psicología Clínica con Niños y Adolescentes, 1(2),165-171.[fecha de Consulta 17 de Enero de 2022]. ISSN: . Disponible en: https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=477147184008
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