La preocupación por el peso de un hijo es habitual entre madres y padres, y está bien que así sea. Una de las dudas que más se presenta es cuando un bebé come bien, pero aun así, no engorda.
¿Qué quiere decir esto? Que el niño no alcanza el crecimiento que debería para las semanas y los meses que ya cumplió.
No hay que desesperarse. A veces, esta situación es solo un estancamiento momentáneo. Sin embargo, en ciertas ocasiones, hay causas subyacentes que debemos atender. La consulta con el pediatra es el lugar idóneo para resolver el problema.
¿Cuándo preocuparte por el peso de tu bebé?
El crecimiento y desarrollo normal de los bebés está estipulado por promedios mundiales que se encuentran avalados por organizaciones de salud y expertos en pediatría. De este modo, es posible saber, por aproximación, si un niño engorda lo suficiente o no.
De acuerdo con la Asociación Española de Pediatría, durante el primer mes de vida, los bebés ganan entre 150 y 250 gramos por semana. Ello implica que un niño que nació con 3 kg, a las cuatro semanas pesará unos 3,800 kg.
Los valores son aproximados y admiten un rango de oscilación. Además, hay que considerar que muchos recién nacidos descienden de peso en los primeros días. Eso es normal y esperable, aunque altera un poco las cuentas y puede preocupar a los padres.
Hay bebés que pierden más del 10 % de su peso al nacer en las primeras 48 horas. Serán los pediatras de la clínica quienes determinen hasta qué límite es aceptable durante la internación.
Pasado el primer mes, un bebé normal debería ganar unos 28 gramos de peso por día. Alcanzados los 4 meses, descenderá su tasa de crecimiento para ubicarse en 20 gramos por día. Y desde los 6 meses hasta el año no llegará a subir más de 10 gramos por jornada.
Entonces, la primera señal para preocuparte porque tu bebé come, pero no engorda, será que no alcance estos promedios que te contamos. Ello debería llevarte a la consulta con el pediatra o, si la falta de ganancia se detecta en una consulta de control, debería incitarte a debatir con el profesional las posibles causas.
Señales de alarma
Además de la evidencia en la balanza, si tu bebé come bien, pero no engorda, podrás detectar algunos signos adicionales que deberían acelerar la consulta. Por ejemplo, los siguientes:
- Durante el amamantamiento, sufres demasiado dolor cuando tu hijo se prende a la mama. Ello indicaría una técnica insuficiente.
- Las deposiciones del niño se modifican. En general, comienza defecar bastante menos o atraviesa períodos de constipación prolongados, sin que eso fuese su ritmo habitual antes. Ello indicaría un problema intestinal.
- Hay cambios bruscos en su conformación corporal. Un día lo notas «hinchado» en su cara o en sus extremidades, pero al día siguiente parece «más delgado». Ello podría señalar un desbalance de líquidos.
- Notas síntomas que no tienen que ver con la alimentación en sí. Puede ser fiebre, llanto incontrolable, erupciones cutáneas o respiración agitada. Una infección o una enfermedad de base quizás son la causa de la detención en el crecimiento.
Posibles causas por las que tu bebé come bien, pero no engorda
Si tu bebe se alimenta bien, pero notas que no sube de peso, el pediatra sospechará algunas causas comunes del problema. Por supuesto que, en primera instancia, descartará la cuestión de la técnica de alimentación.
Es importante abordar todo lo que tiene que ver con la alimentación para asegurarnos de que no está allí la situación problemática. Hay que analizar la técnica de lactancia si lo amamantas, la frecuencia con la que come, cuánta fórmula le preparas si es su caso y cómo lo haces, los horarios establecidos de comida y la comida a demanda.
Podemos decir que un bebé come bien si se cumplen todos los criterios de una alimentación acorde para la edad. Luego, será necesario investigar enfermedades y síndromes que podrían estar detrás del estancamiento de peso. Veamos los más comunes.
Reflujo gastroesofágico
El regreso de alimentos desde el estómago al esófago es frecuente en un tercio de los recién nacidos. Pero existe una situación patológica que es la enfermedad por reflujo gastroesofágico o ERGE.
En esta condición, también hay regurgitación y vómitos. Así, el síntoma interfiere con la correcta alimentación y nutrición del bebé.
El niño puede volverse reacio a alimentarse o interrumpirá las sesiones de lactancia por la incomodidad. Aunque no lo pueda manifestar, estará con irritación constante en el esófago.
Si vomita a repetición, allí perderá nutrientes y calorías. Y esa podría ser la explicación para su estancamiento de crecimiento.
Alergias alimentarias
Las hipersensibilidades a los alimentos causan síntomas gastrointestinales, como dolor abdominal, diarrea o estreñimiento, gases y cólicos. Los bebés y niños más grandes pueden volverse selectivos a ciertos ingredientes porque los asocian con problemas y malestares.
Los rechazos específicos reducen la variedad de la dieta y afectan el ingreso de nutrientes. Una situación especial la constituyen la intolerancia a la lactosa y la alergia a la proteína de la leche de vaca. Ambas situaciones reducen la posibilidad de incorporar lácteos y, por lo tanto, calorías.
Enfermedad celíaca
Un monitoreo adecuado de la progresión del peso de los bebés podría ser un signo precoz para diagnosticar enfermedad celíaca. Es decir, si el pediatra detecta de modo temprano que hay retraso del crecimiento, podría sospechar la celiaquía en los primeros meses e instaurar un abordaje acorde.
La enfermedad celíaca es una patología autoinmune en la que el organismo reacciona de manera anormal al gluten (una proteína del trigo, la avena, la cebada y el centeno). Se dañan las vellosidades intestinales, lo que provoca malabsorción de nutrientes.
Los bebés pueden tener diarrea crónica con desnutrición. También habrá irritabilidad, cambios en el apetito, vómitos, distensión abdominal y heces anormales.
Es un bebé prematuro
Los bebés que nacen antes de la semana 37 de gestación suelen enfrentar dificultades en el crecimiento. Por eso, los pediatras se valen de herramientas especiales para medir su progreso de peso y altura.
La inmadurez del sistema digestivo podría complicar la introducción de nutrientes. A la par, suelen tener necesidades calóricas aumentadas. En ese desequilibrio es que aparecen períodos de estancamiento y otros momentos de catch up o crecimiento acelerado.
Si tienes un bebé prematuro es esperable que, en algún punto, notes que se alimenta bien, pero no sube de peso. A veces, los médicos indican suplementos o fórmulas especiales para estos niños.
Enfermedad cardíaca
Los niños que nacen con una enfermedad cardíaca congénita tienen más riesgo de malnutrición. Hay una fatiga inherente a su condición y un gasto energético mayor que demanda calorías extra.
Sin embargo, no siempre es posible que se alimenten de modo adecuado. Puede que tengan días de internación por su patología o que el ritmo respiratorio asociado no los deje amamantarse de modo correcto. Si hay complicaciones, como el edema pulmonar, el cuadro se complica.
Dificultades respiratorias
Los problemas para respirar en los bebés pueden deberse a una variedad de condiciones, desde obstrucciones de las vías respiratorias por bronquiolitis hasta enfermedades cardíacas congénitas. La cuestión es que siempre derivan en un mayor gasto energético y en un menor aprovechamiento de los nutrientes.
¿Qué es el fallo de medro?
Si tu bebé come bien, pero no engorda, el pediatra buscará la causa. Pero no solo una causa de este momento preciso, sino que hará un recorrido por los registros de peso del niño desde el nacimiento hasta ahora.
Se trazará una curva de crecimiento en un gráfico y, de ese modo, se podrá ver si hay un estancamiento momentáneo o es algo persistente. En este último caso, cuando la ganancia de peso y altura no es la adecuada por varias semanas y meses, se habla de fallo de medro.
El fallo de medro no es un diagnóstico. Es la descripción de un estado físico del niño en el que el crecimiento se considera inadecuado o retrasado.
Las causas podrán estar en las que ya describimos. Pero también se reconsiderará la alimentación y su técnica. Puede suceder que tú creas que el bebé come bien, pero hay algo que está fallando en su amamantamiento, en los horarios o en los sólidos que se le ofrecen a los mayores de 6 meses. También se contemplan causas familiares, sociales y emocionales en el fallo de medro.
Aun así, hay situaciones que deben considerarse normales. Es decir, no necesitan una intervención médica de tratamiento ni la solicitud de múltiples estudios de laboratorio. Entre ellas, las siguientes:
- Talla baja entre los familiares. Si ambos padres no son altos, es esperable que el bebé también repita el patrón.
- Prematuridad. Como ya dijimos antes, es muy probable que un bebé prematuro no crezca igual que otros niños. Pero ello no significa que eso le traiga complicaciones a largo plazo.
- Delgadez genética. Al igual que sucede con la altura de los padres, si los familiares directos son delgados, podría haber un peso un poco por debajo de la normalidad.
Consejos para ayudar a tu bebé a subir de peso
Si tu bebé come bien, pero no engorda por una enfermedad, el pediatra te indicará un tratamiento acorde. Ahora bien, hay consejos sencillos para aplicar en el hogar y contribuir a que tu hijo crezca de modo normal.
- Fomenta la lactancia materna: hasta los 6 meses, la mayoría de los bebés pueden crecer de modo normal con la leche de su madre de modo exclusivo. Añadir antes de tiempo la alimentación complementaria puede resultar en un estancamiento de peso cuando el niño no completa sus calorías con un método ni con el otro.
- Aumenta la frecuencia de las comidas: ofrece alimentos al niño con mayor frecuencia, incluso si son pequeñas cantidades. Si los rechaza porque está lleno, no hay problemas. Pero si tenía hambre y no lo había notado, los aceptará con gusto.
- Prioriza alimentos nutritivos en la alimentación complementaria: una vez que pasen los 6 meses de vida, tendrás que ofrecer sólidos al bebé. Procura inclinarte por productos frescos, seguros y recomendados por tu pediatra. Evita las preparaciones ultraprocesadas que se comercializan en supermercados y los productos que no son seguros para bebés.
- Incluye grasas saludables: no le temas a todas las grasas en la dieta del bebé. El aguacate y el aceite de oliva son de gran ayuda para aumentar las calorías de las preparaciones en los mayores de 6 meses.
- Dale importancia al momento de la comida: comer es un hecho social, además de biológico. No puede concretarse a las apuradas y el niño tiene que reconocer que es algo fundamental para su salud. Hay que disponer del tiempo y el lugar adecuado para hacerlo.
Cada bebé crece con sus propios tiempos
Todo niño es único y tiene su progresión de crecimiento y desarrollo. Algunos bebés suben de peso más rápido que otros, mientras que una parte de ellos se retrasa por momentos y luego alcanza al resto.
Si bien es natural preocuparse por el peso de tu bebé, ten en cuenta que el crecimiento no sigue una línea recta. Siempre podrás hablar tus dudas con un médico para mayor seguridad.
Al prestar atención a las señales de tu hijo, ya estás haciendo algo importante. Consulta los pesos esperados para cada edad, pregunta lo que no sepas, aplica los consejos de alimentación y visita al pediatra con regularidad.
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