Señales del bebé para llamar al pediatra inmediatamente

Los problemas de salud en los bebés son reales, frecuentes y potencialmente peligrosos. Aprende los principales signos de alarma para acudir al pediatra lo más pronto posible, ¡todo en este artículo!
Señales del bebé para llamar al pediatra inmediatamente

Escrito por Equipo Editorial

Última actualización: 14 marzo, 2023

Cuando se es madre primeriza en ocasiones todo puede parecer alarmante y las visitas al pediatra ser una constante. Está claro que, ante ciertas señales preocupantes del bebé, lo primero que tienes que hacer es llamar al pediatra para salir de dudas y corroborar que tu pequeño estará bien.

Hoy queremos hablarte sobre cuáles son esos signos que debes conocer y que ameritan una consulta inmediata con el profesional.

Qué debes considerar antes de llamar o ir al pediatra

Es muy probable que ante una emergencia te asalte la ansiedad. De ahí la importancia de tomar algunas previsiones como preparar un protocolo que facilite información valiosa para el médico. Estas son algunas pautas, toma nota.

  • En caso de que no se trate de una emergencia evidente, tómale la temperatura al bebé. Si le has hecho seguimiento, mejor.
  • Pasa revista a sus últimas comidas y deposiciones. También a la ingesta de líquido.
  • Reportar el número, la frecuencia y el tipo de vómitos o deposiciones.
  • Intenta precisar el inicio de los síntomas de decaimiento.
  • Es difícil, pero debes controlar la ansiedad. Haz respiraciones para calmarte. Si tomas precauciones, en caso de emergencia te sentirás más segura y aplomada.


Signos y síntomas del bebé para llamar al pediatra inmediatamente

Entre las señales del bebé para llamar al pediatra, las causas más frecuentes son las siguientes.

  • Dolores abdominales
  • Temperaturas sobre los 38 °C
  • Dificultad para respirar

Dolores abdominales

Son bastantes frecuentes y suelen derivar de estreñimiento, gases o diarrea.

  • Señales de alarma:
    • Decaimiento, el bebé no responde a los llamados y presenta un mal estado general.
    • Continuos vómitos, de color verde, marrón oscuro o sangre.
    • Heces negruzcas o con sangre.
    • Abdomen tenso, hinchado o endurecido.
    • Sospecha o indicio de haberse tragado un objeto.
  • Signos de preocupación:
    • Dolor en el costado derecho del abdomen.
    • Dolor va en aumento y no cede a tratamientos con Ibuprofeno o paracetamol.
    • Fiebre asociada.
    • Orina mucho y pierde peso.
    • Inflamación en el escroto.

Temperatura superior a 38 °C

La temperatura debe ser precisa y para ello es necesario utilizar un termómetro, de preferencia axilar o rectal, aunque se puede usar cualquier otro específico para niños pequeños.

  • Señales de alarma:
    • Decaimiento, somnolencia, irritabilidad o no responde a los llamados.
    • Vómitos continuos.
    • Presenta dificultad para respirar.
    • Mal color o notas en la piel puntos rojos o que está azul, gris, pálida o moteada. Al respecto, debes saber que la piel de los neonatos se está adaptando y responde de distintas maneras a los estímulos ambientales. Así lo refiere esta revisión teórica sobre el tema publicada en la revista Dermatology.
    • Convulsiones.
    • Si se trata de un bebé de menos de 3 meses que presenta una temperatura igual o superior a 38 °C, es motivo de consulta inmediata. Un artículo de Pediatric Emergency Care, recomienda realizar análisis de sangre en lactantes de 90 días o menores, con temperatura mayor o igual a 38 °C.
  • En menores de 2 años:
    • Está irritable.
    • La fiebre no cede con medicamentos o con baños con agua templada. También si a pesar del tratamiento persiste durante cinco días o más.
    • Tiene problemas para orinar o tiene signos de deshidratación, como boca seca y ojos hundidos.

Dificultad respiratoria

Cuando se trata de dificultades respiratorias hay una serie de signos, como los descritos a continuación, a los cuales se les debe prestar atención porque serán de importancia para la valoración del pediatra.

    • Tos y mocos.
    • Ruidos como pitos y hundimiento en costillas, abdomen o encima del esternón.
    • Los labios se ponen azules u oscuros.

Todas estas señales del bebé son motivo para llamar al pediatra, quien orientará sobre la necesidad o no de acudir a emergencias.

Según una investigación sobre el impacto del triaje por teléfono, publicada en la revista Emergencias de la Universidad de Barcelona, en un 20 % de las veces, los casos de gravedad reportados en la llamada son remitidos directamente a la atención hospitalaria.

Resalta también dicho estudio que la mayoría de las veces las consultas son también por traumatismos o dudas a la hora de administrar medicamentos. Y que cerca de un 46 % de los padres acceden a cumplir las recomendaciones recibidas.



Qué necesitas saber y qué puedes hacer en casa

Los signos y síntomas que hemos enumerado son señales de alarma generales que te indicarán el momento para llamar al pediatra.

Sin embargo, ahondemos ahora en características específicas para acompañar la comunicación con datos más concretos, y, sobre todo, para manejar algunos procedimientos que pudieran aliviar el malestar antes de la atención médica.

Tiene los labios morados

Si los pies y las manos de tu bebé están fríos, pon tu mano en su torso y, si está cálido y rosa, no es caso de preocupación.

El sistema circulatorio de tu bebé aún está en desarrollo y la sangre se desvía más a menudo a los órganos y sistemas vitales, donde más se necesita. Por eso las manos y los pies son las últimas partes del cuerpo en las que se tiene un buen suministro de sangre.

Los bebés pueden tardar hasta tres meses para que la circulación se adapte por completo a la vida fuera del útero. Mientras tanto, es común que los pequeños tengan las manos y los pies más fríos de lo normal.

A medida que el bebé empieza a moverse más empezará a mejorar la circulación. No obstante, acude a tu pediatra si los labios se le ponen morados (cianosis) y no hay manera de que entre en calor.

Pies de un bebé

Sangre en el pañal

Las mismas hormonas maternas que causan la inflamación en los testículos y los labios, también son responsables de que la secreción vaginal de una niña pueda ir acompañado de sangre. No te preocupes si ves una pequeña mancha de sangre en el pañal de tu bebé las primeras semanas de vida. Este miniperíodo en las niñas bebé solo durará unos días, aunque, en ocasiones, puede ser un sangrado genital recurrente como en casos de partos prematuros.

También está la posibilidad de que la sangre se concentre en la orina y que la torne más oscura. Pero si la sangre es de color rojo brillante o se trata de un sangrado anormal, como los referidos en el artículo «Trastornos hemorrágicos en el recién nacido», entonces deberás acudir a tu pediatra lo antes posible.

Ampollas en los labios

Muchos recién nacidos desarrollan un tubérculo o ampolla de succionar, tanto el biberón como el pecho de la madre. En algunos casos, la ampolla puede ser también por haber succionado el pulgar antes y después de nacer.

Esta ampolla en el labio debería desaparecer en poco tiempo, si no lo hace, acude a tu médico para buscar la mejor solución posible. En algunos casos, el también llamado «callo de la lactancia», es indicio de anquiloglosia, una anomalía congénita que restringe el movimiento de la lengua. Para su identificación y tratamiento, se puede complementar la lectura con este estudio.

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Diarrea

Los bebés de menos de tres meses pueden estar en riesgo de deshidratarse cuando tienen diarrea, por eso es muy importante que, si tu bebé la padece, acudas al médico lo antes posible. No obstante, hay que saber diferenciar lo que es diarrea de lo que no lo es.

Los bebés amamantados suelen tener heces líquidas, de color amarillo mostaza y no tienen forma. Los bebés que se alimentan a través de leche de fórmula puede tener más movimientos intestinales y su color puede ser algo más oscuro, pero seguirá teniendo una consistencia entre líquido y blando.

Hay bebés recién nacidos que defecan una docena de veces al día, mientras que otros solo lo hacen unas pocas veces a la semana. Lo que importa es que el bebé gane peso y que no tenga dolor de barriga o hinchazón.

En ocasiones puede ser difícil distinguir los movimientos normales del intestino de los causados por diarreas, sobre todo si no se ha complementado la alimentación.

Normalmente, los bebés que toman el pecho pueden defecar después de cada comida. Lo mejor es conocer al bebé y saber lo que es normal o no para él (frecuencia, volumen, consistencia…) y, si algo cambia, se debe acudir al médico.

Pero si estas señales no se dan en tu bebé, ves que hay algo que no es normal y que crees que lo debería ver un médico, no te quedes nunca con la duda de saber más sobre ello.

Fiebre

La fiebre es un síntoma inespecífico, por lo que puede deberse a una gran cantidad de enfermedades diferentes. No obstante, un estudio publicado en la revista Offarm establece que las causas de fiebre más comunes en la infancia son procesos infecciosos y vacunaciones.

Se dice que un niño tiene fiebre cuando la temperatura oral es superior a 37,5 °C o cuando la temperatura rectal es superior a 38 °C. Si la causa de esta sintomatología es una infección, el bebé también puede presentar otros síntomas como tos, dificultad respiratoria, vómitos o diarrea; dependiendo del sistema afectado.

En este sentido, se debe llamar al pediatra cuando el bebé tenga estas señales y no haya recibido una vacuna en las horas previas. Además, es importante no automedicar al bebé para reducir la fiebre, ya que se trata de un mecanismo de defensa del cuerpo y no siempre es perjudicial.

Vómitos constantes

Tal y como sucede con la diarrea, los vómitos constantes en el bebé son señales de alarma por la cual se debe llamar inmediatamente al pediatra. Los lactantes con vómitos corren el riesgo de sufrir un cuadro de deshidratación aguda si no se corrige la causa lo antes posible.

Si bien los vómitos son muy perjudiciales, es importante diferenciarlos del reflujo gástrico. Durante las primeras semanas de vida, es común que los niños expulsen pequeñas cantidades del contenido estomacal debido a la falta de maduración del organismo.

No obstante, el reflujo suele ser predecible y la cantidad es escasa. Por su parte, la cantidad de contenido gástrico expulsado en los vómitos es mucho mayor, de consistencia más líquida y puede ocurrir de forma más seguida.

Además de consultar con el pediatra, las madres deben garantizar la rehidratación oportuna del pequeño. En este sentido, se recomienda darle a los niños menores de 1 año entre 50 y 100 mililitros de suero de rehidratación oral después de cada vómito o de cada evacuación diarreica para un total de 500 mililitros cada 24 hrs. Esto forma parte del plan A de rehidratación de la Organización Mundial de la Salud, descrito en la revista Archivos Venezolanos de Puericultura y Pediatría.

Convulsiones

La presencia de aunque sea una convulsión siempre es una señal de alarma, sobre todo si ocurre en niños menores de 1 año. Las convulsiones pueden dejar graves secuelas neurológicas si no se tratan de manera adecuada, por lo que es necesario llamar al pediatra.

Un estudio publicado por la Asociación Española de Pediatría expone que son la expresión clínica de una disfunción en el sistema nervioso central. Por desgracia, este síntoma puede pasar desapercibido, por lo que es muy importante observar con detalle al bebé, sobre todo durante el primer mes de vida.

Alteración de la conciencia

Los bebés suelen tener un estado de conciencia determinado. Los niños pueden estar alertas, somnolientos o dormidos, dependiendo del momento del día y del tiempo que haya transcurrido desde la última comida.

A pesar de estar somnolientos o dormidos, los bebés pueden pasar al estado de alerta ante la presencia de estímulos externos. No obstante, si el niño no responde ante estos estímulos debemos informarle al pediatra. Este hecho suele ser indicio de patologías de relevancia clínica como una deshidratación severa.

Las madres también deberán estar alertas si el bebé se encuentra más irritable que lo usual. La irritabilidad suele ser un signo frecuente en la deshidratación moderada, dolor o patologías sistémicas.

Mejor llamar al pediatra y salir de dudas

Si crees que tu bebé llora demasiado, si tiene un color de piel raro o la tiene escamosa, si estornuda mucho, si respira de forma extraña… o si tienes cualquier otra preocupación no retrases la decisión de acudir al pediatra y sal de dudas.

Es lo más recomendable para evitar el riesgo de una complicación, pues es común que los padres tarden en reconocer los signos de gravedad, tal como lo refiere este artículo publicado en Biomed Research Internacional.

Por esta razón, siempre es mejor tener la certeza de que no se trata de una emergencia y la tranquilidad de que se hizo lo correcto por el bienestar y la salud del bebé.

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