Tengo todo lo que quiero, no puedo pedirle más a la vida...

La simple existencia de los hijos es suficiente para que una madre encuentre felicidad en todo lo que hace. Es un sentimiento difícil de explicar, pero invariablemente cierto. Reflexionamos un poco al respecto.
Tengo todo lo que quiero, no puedo pedirle más a la vida...
Valeria Sabater

Escrito y verificado por la psicóloga Valeria Sabater.

Última actualización: 30 julio, 2021

Hemos de admitirlo, en ocasiones soltamos al máximo el hilo de la cometa de nuestros sueños y los llevamos hasta lo más alto, hasta las estrellas. Sin embargo, la mayoría de las veces la felicidad más auténtica florece un poco más abajo, en el jardín de una vida sencilla, ahí donde basta con tener cerca a quienes más amamos: nuestra pareja y nuestros hijos.

Decía Albert Einstein con gran acierto que hay una fuerza motriz más poderosa que el vapor, mucho más que la electricidad o la energía atómica: es nuestra voluntad. Es ella quien día a día nos ha impulsado a luchar por aquello que nos es significativo, por esas pequeñas cosas que merecen ser atendidas y cuidadas porque nos aportan una satisfacción real.

“No malgastes tu tiempo, porque es de esa materia de la que formada la vida…”

-Benjamin Franklin-

Asumir esta idea, la de cuidar y respetar aquello que amamos es esencial para llevar a cabo una crianza satisfactoria y feliz. De hecho, un error que llegan a cometer muchos papás y muchas mamás es soñar siempre con ese ideal de perfección donde lo que se consigue a largo plazo es recoger un sinfín de frustraciones. Y lo que es peor, descuidar las auténticas necesidades.

No necesitamos una vida de ensueño, una casa ideal, que nuestros hijos vayan al mejor de los colegios, que asuman cuanto antes múltiples competencias, que sean los más altos o los más guapos… Tampoco nosotros necesitamos ser para los demás el reflejo de una familia perfecta, esa que puede con todo y que llega a cualquier objetivo que se propone.

Asumámoslo cuanto antes: no hay familias perfectas ni parejas perfectas ni aún menos hijos perfectos. Hay personas reales que tienen muy claras las auténticas prioridades, esas que se basan en un solo nutriente: la felicidad.

Sueño que en esta vida mi niño llegará a ser lo que él quiera

niño mirando las estrellas soñando con una vida feliz

Soñar es bueno, porque no solo es gratis sino que además, nos ayuda a enfocar ciertos objetivos para luchar por ellos, para hacerlos realidad. Sin embargo, cuando somos familia, cuando conformas un buen equipo con tu pareja algo que sin duda es enriquecedor es construir sueños comunes, ahí donde nuestros hijos suelen ser a menudo los principales protagonistas.

  • Ahora bien, como padres, algo en lo que nunca debemos caer es en programar con antelación cómo debe ser la vida de nuestros propios hijos. No es adecuado focalizar en los niños deseos frustrados que nosotros mismos tuvimos. Permitamos que sean ellos quienes proyecten su propio futuro.

Asimismo, algo que podemos entender a través de la lectura “Criar a nuestros hijos mientras nosotros crecemos con ellos”, de Naomi Aldort es que en ese pequeño equipo que conformamos en el hogar, si hay algo que siempre debe prevalecer es el sentido de libertad

Libertad entendida como principio de realización personal, como oportunidad para desarrollarnos, para seguir creciendo como personas, asumiendo nuevos sueños y nuevos retos donde nos sintamos siempre respaldados por los nuestros.

Y de pronto, me doy cuenta de que tengo todo lo que quiero

pareja de espaldas con sus hijos disfrutando de la vida

Y de pronto, casi de un día para otro, te das cuenta de que ya no deseas nada más. Lo único que ansías es que no cambie nada, que los segundos se sucedan con la misma armonía, felicidad y equilibrio.

Puede que no tengas todo aquello con lo que soñaste en el pasado: el mejor trabajo del mundo, tiempo para disfrutar de tu ocio cada vez que lo deseas o varios ceros en tu cuenta corriente.

Sin embargo… ¿qué importancia tiene ahora? Cada día dejas tu mejilla en la almohada sabiendo que tu bebé crece feliz, sano y precioso. Cada mañana desayunas con tu pareja mientras os miráis en complicidad, porque no hacen falta palabras para decir que estáis bien y que no le pedís a la vida nada más que eso, vuestra armonía… Ser el mejor equipo del mundo.

Si la vida son dos días y uno está nublado, enseñaré a mi niño a bailar bajo la lluvia

En vuestra vida de familia habrá días buenos y días malos. Aparecerán retos, desafíos que a primera vista te parecerán inalcanzables. Sin embargo, y pesar de todas esas dificultades, vaivenes económicos y crisis personales, seguirá siendo la vida que te gusta por una razón muy sencilla: en ella habitan las personas que más quieres.

Una de las cosas más afortunadas que te pueden suceder en la vida es tener una infancia feliz

-Agatha Christie-

  • Asimismo, es muy posible que a medida que tus niños se hagan más mayores se vuelvan un poco más demandantes. Querrán cosas, te exigirán derechos, libertades y se compararán incluso con sus compañeros de clase para descubrir que tal vez, ellos no tienen la misma ropa, los mismos juguetes o el mismo estilo de vida que otras familias.
  • Ese será sin duda un momento clave. Ese será el instante en el que deberemos inculcar en ellos el valor de esa felicidad que parte de la sencillez. Ahí donde el auténtico bienestar no surgirá nunca del simple hecho de acumular cosas, de tener objetos, ropa de marca o tecnología de última generación.
mamá llevando de la mano a sus dos hijos y disfrutando de la vida

El auténtico bienestar parte de la autoestima, de una tarde de juegos en el parque, de una escapada a la playa con la familia, de una excursión en bici con papá, de adoptar una mascota, de hacer nuevos y buenos amigos, de aprender a dibujar con mamá, de percibir como día a día uno es más mayor, más seguro, más libre, más competente…

Vale la pena enseñar a nuestros hijos que a veces, la vida no es perfecta, no es el claro ejemplo de lo que nos dicen los libros de cuentos, pero aun así, puede ser maravillosa.


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