10 tipos de violencia psicológica que más afectan a los niños

El desarrollo de los niños y de las niñas se ve seriamente comprometido a causa de la violencia psicológica. Especialmente, a temprana edad. Te contamos todo al respecto.
10 tipos de violencia psicológica que más afectan a los niños
Maria Fátima Seppi Vinuales

Revisado y aprobado por la psicóloga Maria Fátima Seppi Vinuales.

Última actualización: 21 marzo, 2022

Sabemos que la violencia tiene múltiples formas y también, que acarrea consecuencias nefastas para la salud física y mental. Sin embargo, en la infancia su impacto es aún mayor, pues les plantea a los pequeños una paradoja difícil de resolver: quien me debe proteger y amar, me lastima. Entre los tipos de violencia existe la psicológica y hoy te vamos a contar de qué se trata.

Qué es la violencia psicológica

La violencia psicológica es mucho más sutil que otras, no en sus efectos, sino en la manera en la que se expresa. No aplica golpes ni maltrato físico, sino que se manifiesta a través del chantaje emocional, de las humillaciones y de los comentarios destructivos. También, por acciones u omisiones. Sin importar el disfraz que adopte, acaba por erosionar la autoestima de los menores.



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La violencia psicológica puede ejercerse por acción u omisión. Incluso, formar parte de la cotidianeidad en los vínculos intrafamiliares.

Los 10 tipos de violencia psicológica más dañinos para los menores

Existen diferentes tipos de violencia psicológica. Entre los más conocidos, se encuentran los siguientes:

  1. Humillaciones. Se refiere a todas aquellas actuaciones o verbalizaciones en donde se le hace sentir al niño que es incompetente, inútil o poco valioso. Se lo llama con nombres o apodos hostiles y humillantes. Por ejemplo, se refieren a él como “el niño que tienen”.
  2. Agresiones verbales. Gritos, insultos, observaciones y pedidos de malos modos todo el tiempo. También aplica el uso del sarcasmo en las respuestas.
  3. Énfasis en sus “defectos”. De esta forma, se erosiona su valor y se promueve un único relato o imagen de sí mismo. Por ejemplo, cuando se le dice “ahí viene el chueco” o “es bizco”.
  4. Prohibiciones o impedimentos para desarrollarse, explorar y relacionarse. En ocasiones, esto sucede porque no se proporcionan las bases de apego seguro para que los niños tengan plena seguridad para explorar el mundo. Se coarta su libertad, se genera miedo y se les limitan las posibilidades.
  5. Chantaje emocional. Suele presentarse bajo la forma de “si no haces esto, entonces aquello…”. De esta manera, se confronta a los niños a una situación en la que son responsables del bienestar de sus progenitores. Sienten que no pueden cumplir con sus deseos e intereses y terminan por responder únicamente a los de los adultos. Es como que se les coloca entre la espada y la pared. Una de las maneras de chantaje emocional muy frecuente es cuando se utiliza a los chicos como motín en los conflictos de pareja.
  6. Invalidación de las emociones y de los intereses. Se subestiman las necesidades o el modo en el que el menor siente. Este tipo de violencia psicológica también se expresa a través de no reconocer sus logros y aprendizajes o al no felicitarlo por ellos. De esta manera, el niño interioriza que sus necesidades no son importantes ni tenidas en cuenta.
  7. Rechazo. Los adultos no facilitan el contacto ni el acercamiento con el niño, no tienen muestras de apoyo ni de afecto.
  8. Autoritarismo. El adulto se posiciona como quien da los órdenes y el niño debe ser quien obedece. Suele basarse en el adultocentrismo que justifica este comportamiento sobre la base de la diferencia de edad.
  9. Crianza basada en el miedo. En ocasiones, es debido a la ansiedad misma de sus progenitores que se trasladan las propias inseguridades a los niños. Y así, se les limitan los deseos de explorar y de conocer. En otros momentos, se trata de que los menores se conduzcan con mucha precaución, introversión y con un cuidado exagerado para no molestar a los adultos, por temor a su reacción. Este comportamiento muchas veces se origina por haber vivido o ser testigos una situación de violencia. Incluso, porque los gestos y la postura de los padres resultan amenazantes, sin que ello signifique que vayan a pegarles.
  10. Indiferencia. Consiste en descuidar y en no prestar atención a las demandas y a las necesidades de los niños. Es como si no existieran. Esta situación muchas veces deriva en negligencia parental.

Muchas veces, la violencia psicológica aparece de un modo “inocente”, hasta en tonos de voz dulces y suaves. Como si el planteo fuera natural y lógico. Sin embargo, deja secuelas y atenta contra el desarrollo saludable del pequeño.



Síntomas del maltrato psicológico en los niños y en las niñas

Algunas de las consecuencias que aparecen a causa del maltrato psicológico en los pequeños son las siguientes:

  • Ansiedad, nerviosismo, temor, malestar emocional.
  • Retraimiento, sentimientos de inferioridad.
  • Dificultades para relacionarse, sensación de alerta constante.
  • Problemas de comportamiento.
  • Dificultades escolares.
  • Problemas alimenticios.
  • Trastornos del sueño.
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La violencia psicológica deja marcas imborrables en la mente del niño. Por eso, es crucial ofrecerle un apego seguro desde pequeño.

Todos los tipos de violencia son prevenibles

El desarrollo positivo de los niños y de las niñas depende de múltiples factores. Entre ellos, un apego seguro, que les permita sentirse reconocidos, valorados y protegidos.

También, es importante enfocarse sobre los buenos tratos, tal como recomienda la crianza positiva. Esto le permite a los adultos estar disponibles y mostrarse sensibles a las necesidades de las infancias.

Por supuesto que para implementar esta mirada se requiere un cambio de paradigma, en donde se deje naturalizar que “un golpe a tiempo” es un buen remedio para el niño.

Por último, cuidar de la salud y del desarrollo de los pequeños también implica prestar atención a los progenitores y a los cuidadores y acompañarlos en la difícil tarea de criar. Muchas veces, esta valiosa misión se lleva a cabo en soledad y se hace lo mejor que se puede para conciliar la paternidad con el resto de las exigencias de la vida.


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