¿Alguna vez has mirado a tus hijos y has pensado «no tengo idea de lo que estoy haciendo»?, ¿alguna vez has dudado de tu capacidad como madre o has tenido miedo de que, en cualquier momento, los demás descubran que no eres tan buena en la crianza? Si es así, es probable que estés sufriendo el síndrome del impostor en madres y padres.
Es posible que hayas escuchado este término dentro del ámbito laboral. Y es que se aplica a aquellas personas que no se sienten dignas de tener éxito en su trabajo y que dudan de sus capacidades.
Sin embargo, la maternidad y el cuidado infantil también pueden despertar estos miedos y cuestionamientos, repercutiendo de forma negativa en el bienestar de la familia. Conozcamos más sobre este síndrome y cómo afecta a los padres.
¿Qué es el síndrome del impostor?
El síndrome del impostor no es un diagnóstico clínico recogido en ningún manual de psicología, pero sí es una experiencia muy común para distintas personas. Se trata de la sensación de inseguridad generalizada que lleva a una persona a dudar de sí misma, de su desempeño, de su preparación y de su valía.
No aplica a aquellos casos en los que de verdad la persona necesita mejorar. Por ejemplo, si no tiene la información o la capacitación adecuada, si comete errores frecuentes o si sus resultados suelen ser negativos. En estos casos sí cabe plantearse la posibilidad de aprender y mejorar al respecto.
Pero, ¿qué ocurre si aun habiendo demostrado de forma fehaciente y objetiva que se es bueno en esa área en particular y todavía esa incómoda sensación no desaparece?
Esta es la clave del síndrome del impostor, un fenómeno que, se estima, puede afectar hasta el 80 % de la población en algún momento, así lo indica un artículo publicado en Journal of General Internal Medicine.
¿Cómo se ve el síndrome del impostor en madres y padres?
Este síndrome se ha desarrollado y estudiado en el ámbito laboral, pero sus manifestaciones también pueden presentarse en el contexto de la crianza. Así, cuando una madre o un padre lo sufren, suelen experimentar las siguientes vivencias:
- Tienen dudas e inseguridades constantes acerca de su desempeño en la crianza. Sienten que no están haciendo nada bien, que no saben por dónde seguir o qué decisiones tomar y que no ejercen bien su rol.
- Sienten que no están capacitados para criar de forma correcta a sus hijos, que no cuentan con las habilidades necesarias, pese a tener pruebas que corroboran lo contrario.
- Temen que los demás se den cuenta de que, en realidad, no son una buena madre o un buen padre.
- Son incapaces de valorar o apreciar sus esfuerzos y sus éxitos en la crianza. Todos sus buenos resultados los atribuyen a la suerte o a azar, o consideran que se deben a que otras personas los han ayudado. No se atribuyen el mérito.
- Cada vez que hacen algo bien, su diálogo interior les recuerda que no es suficiente o que no es para tanto. Esto los aturde con la idea de que siempre deberían hacerlo bien y que no tienen derecho a alegrarse o felicitarse por un buen momento en particular.
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¿Por qué ocurre esto?
El síndrome del impostor en madres y padres es muy frecuente y se presenta por diversos motivos. Entre los principales factores de riesgo están los siguientes.
1. Ser mujer
Este fenómeno puede afectar en mayor proporción a las mujeres que a los hombres por la mayor presión social que recae sobre ellas para tener éxito en la crianza. La figura de la madre se ha idealizado y está cargada de una serie de exigencias que las mujeres sienten que deben cumplir para ser valiosas o válidas.
2. Estar comprometido con la crianza
Paradójicamente, son aquellas madres y aquellos padres más implicados y más dedicados con su rol los que suelen experimentar esta inseguridad. Y esto se debe a que, para ellos, lograr un buen desempeño al criar a sus hijos es un objetivo primordial y temen, en mayor medida, fallar o cometer errores.
3. Ser una persona muy perfeccionista
Este rasgo de personalidad lleva a la persona a crear estándares irreales muy altos para sí misma, lo cual puede bloquearla o hacerla sentir insatisfecha con su labor. Si eres alguien perfeccionista, esperarás dar siempre el 100 % de ti a tus hijos y esto no es humanamente posible ni necesario.
4. Haber crecido con padres muy críticos, autoexigentes o que no cumplían su función
Según releva un estudio publicado en la revista The American Journal of Family Therapy, los niños que tuvieron que dejar de lado sus necesidades para ganarse el afecto de sus padres viven en mayor medida el síndrome del impostor de adultos.
5. Sufrir de inseguridad y baja autoestima
Estos dos factores también contribuyen a que padres y madres duden de sí mismos, de las decisiones que toman y que nunca se sientan capacitados.
Abordar el síndrome del impostor en madres y padres para evitar el sufrimiento
Según recoge un artículo publicado en Interactions, el síndrome del impostor se asocia a altos niveles de estrés, ansiedad y depresión. Por ellos, los padres y madres que lo viven suelen sufrir una importante angustia, preocupación e inseguridad respecto a su desempeño.
Para evitarlo, pueden tomarse algunas medidas. Por ejemplo, poner límites a los comentarios externos. Cuando padres, suegros, amigos u otras personas opinan sobre la crianza, pueden aumentar las dudas, inseguridad y sensación de culpa. Por ello, no hay que temer en pedirles que no emitan juicios sobre los progenitores.
Por otro lado, la formación puede ser importante. Pese a que ya estés haciendo un buen trabajo, recibir información sobre el método o estilo de crianza que quieres seguir puede aportarte esa seguridad extra que sentimos que nos falta.
Por último, es esencial trabajar la autoestima y la autoexigencia y aprender a valorar los méritos propios. A este respecto, es posible que sea necesario contar con acompañamiento profesional para lograr dichos objetivos.
En cualquier caso, terminar con el síndrome del impostor te permitirá ejercer tu paternidad o maternidad de una forma mucho más libre y segura y, sobre todo, disfrutarla más. Finalmente, esto es lo que te permitirá estar en las condiciones idóneas para ofrecer a tus hijos el mejor ambiente de crecimiento.
Bibliografía
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