Hablaremos, a continuación, sobre lo que significa el síndrome de la adolescencia normal. Veremos que no es más que una serie de conductas inherentes y normales durante la etapa adolescente.
La convivencia social y las estructuras sociales, nos hacen ver que muchas conductas están establecidas, manejadas y regidas por los adultos. Desde este punto de vista, las conductas juveniles pueden ser entendidas como conductas semipatológicas. Sin embargo, desde el punto de vista de la psicología evolutiva, estas conductas parecen ser coherentes, lógicas y normales.
Síntomas del síndrome de la adolescencia normal
Estas conductas y desequilibrios configuran una identidad semipatológica, que los autores denominan síndrome normal de la adolescencia. A continuación, veremos los síntomas de este síndrome.
Búsqueda de sí mismo y de la identidad
El primer síntoma del síndrome de la adolescencia normal se refiere a la búsqueda de la identidad. El adolescente necesita construir su propia identidad, por ello, debe conocerse tanto a nivel biológico como a nivel social. Así pues, la consecuencia final de la adolescencia es el conocimiento completo de sí mismo.
En esta búsqueda de identidad, el adolescente, a veces, recurre a la uniformidad o tendencia grupal, la cual le ofrece seguridad y estima personal. A su vez, la uniformidad produce la “doble identificación masiva”, donde todos se identifican con todos.
En otras ocasiones, el adolescente recurre a la identidad negativa, basada en figuras reales negativas. Consideran que es mejor ser alguien perverso e indeseable que no ser nada. Ahora bien, existen más tipos de identidades donde el adolescente se busca así mismo, como identidades transitorias, ocasionales o identidades circunstanciales.
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La tendencia grupal, uno de los síntomas del síndrome de la adolescencia normal
Como hemos dicho anteriormente, en la búsqueda de la identidad, el adolescente recurre y se apoya en la uniformidad, es decir en el grupo. El grupo le brinda la seguridad y la estima personal que necesita para enfrentarse a la búsqueda de su identidad, para encontrar su yo.
De esta forma, en algunas ocasiones, las actuaciones del grupo representarán la oposición a las figuras parentales. El espíritu de grupo que surge es tan intenso que el adolescente se siente más unido a él que al núcleo familiar. Igualmente, el grupo representará la nueva forma de identidad, que será distinta a la del medio familiar.
El grupo, pues, constituye la transición necesaria en el mundo externo para lograr individualizar la vida adulta. Sin embargo, esta unión al grupo hará que aparezcan conductas de desafecto, crueldad, indiferencia y falta de responsabilidad, típicas de la psicopatía, pero normales en la adolescencia.
Necesidad de intelectualizar y fantasear
Intelectualizar y fantasear son formas típicas del pensamiento adolescente. Estas actividades actúan como mecanismos de defensa para compensar la pérdida de su identidad infantil, así como las pérdidas que ocurren dentro de sí mismo.
El continuo dilema de la identidad adolescente suele ser angustioso y obliga al adolescente a refugiarse en su mundo interno. Esta huida a su mundo interior es una especie de reajuste emocional, un autismo positivo donde se incrementa la preocupación por principios éticos, filosóficos y sociales. Surgen, entonces, la grandes teorías filosóficas, los movimientos políticos, las ideas de salvar el mundo, etc.
Asimismo, encerrarse en su mundo interior también les lleva a escribir versos, novelas, cuentos y se dedican a actividades literarias y artísticas.
Las crisis religiosas
El adolescente puede manifestarse como un ateo exacerbado o como un místico muy fervoroso. Un mismo individuo puede pasar por periodos místicos muy devotos y por periodos de ateísmo total. Estas conductas son normales, ya que concuerdan con la situación cambiante y fluctuosa de su mundo interior.
Aparece, también, una preocupación metafísica. El adolescente comienza hacerse preguntas sobre quién es, qué es, qué hacer con él… Estas preguntas son intentos para calmar la angustia que vive su yo en la búsqueda de una identificación positiva. Del mismo modo, esas preguntas le ayudan a enfrentarse a la muerte definitiva de su yo corporal infantil.
Desubicación temporal
En el adolescente, el pensamiento sobre el tiempo y el espacio adquiere unas características muy especiales. Tiene cierta dificultad para “controlar” bien el tiempo; las urgencias son enormes y las demoras son irracionales.
Por otro lado, las modificaciones biológicas y los cambios corporales incontrolables son vividos por el adolescente como un fenómeno psicótico. Su cuerpo se transforma en un área donde confluyen exigencias biológicas y sociales.
Además, si el adolescente niega el paso del tiempo, puede conservar el niño que lleva dentro como un objeto muerto-vivo. Este hecho está relacionado con el sentimiento de soledad tan típico en los adolescentes. Igualmente, provoca periodos en los que se encierran en sus cuartos, se aíslan y retraen.
Ahora bien, la verdadera capacidad de estar solo es un signo de madurez que solo se logrará después de estas experiencias de soledad, a veces, angustiantes.
La evolución desde el autoerotismo hasta la heterosexualidad
Va desde el autoerotismo hasta la heterosexualidad genital adulta. En esta evolución, el adolescente pasa de la masturbación al ejercicio genital. Al ir aceptando su genitalidad, el adolescente comienza a buscar pareja.
Así, aparecerá el enamoramiento apasionado, de gran intensidad y, a veces, ignorado por la pareja. Más tarde, en la adolescencia tardía, aparece la relación genital completa. Aun así, las relaciones serán más bien de carácter exploratorio y preparatorio.
Al mismo tiempo, se agudizan las fantasías y las experiencias pasadas. Repiten el camino de la fase genital previa (masturbación) y la actividad lúdica de aprendizaje (toqueteo, bailes, juegos, etc.). Otras conductas adolescentes relacionadas con la sexualidad serán la curiosidad sexual, el exhibicionismo y voyerismo.
“Pienso que la estabilización de la personalidad del adolescente no se logra sin pasar por un cierto grado de conducta ‘patológica’ que debemos considerar normal de esta etapa de la vida”.
-Mauricio Knobel-
Más síntomas del síndrome de la adolescencia normal
Actitud social reivindicativa
El proceso de cambio que conlleva la adolescencia no solo depende del individuo mismo. La familia y la sociedad también influyen y determinan la conducta de los adolescentes. Mientras que la sociedad impone restricciones a la vida del adolescente, este, con la fuerza de su personalidad, intenta cambiarla.
Según Knobel, “la actitud social reivindicatoria del adolescente se hace prácticamente imprescindible”. El adolescente siente que sus oportunidades están muy restringidas. Al mismo tiempo, tiene que adaptarse a las necesidades que el mundo adulto le impone. Descarga, entonces, contra ellos su odio y desarrolla actitudes destructivas.
Contradicciones sucesivas en todas las manifestaciones de la conducta
La conducta del adolescente está dominada por la acción. Es la forma de expresión más típica en esta etapa de la vida. En realidad, no puede mantener una conducta rígida, permanente y absoluta, aunque muchas veces lo intenta.
Sin embargo, el mundo adulto parece no tolerar los cambios de conducta del adolescente. Los adultos no aceptan que el adolescente pueda tener identidades ocasionales, circunstanciales y transitorias; exigen de él un comportamiento adulto
El hecho de mantener una conducta lineal determinada indicaría una alteración de la personalidad del adolescente. Por eso, se habla de una “normal anormalidad”, de una inestabilidad permanente del adolescente. Es por ello que el adolescente no puede mantener una conducta rígida, permanente y absoluta.
Separación progresiva de los padres
Implica el desprendimiento de los padres con respecto al hijo que ya no es un niño. Para el adolescente, esta separación supone una situación complicada. Sin embargo, se siente feliz por el hecho de tener más independencia.
Muchos padres se angustian y atemorizan frente al crecimiento de sus hijos y reviven sus propias situaciones. Incluso, algunos padres niegan el crecimiento de sus pequeños y, a la vez, los hijos ven a sus padres con características persecutorias muy acentuadas. Este comportamiento dará lugar a situaciones conflictivas.
Ahora bien, el adolescente entra en conflicto consigo mismo; no siente la dependencia hacia sus padres como cuando era niño, pero tampoco tiene la independencia de un adulto.
Constantes fluctuantes del humor y del estado de ánimo
Los fenómenos de depresión y duelo acompañarán al adolescente durante todo el proceso de cambio. Los duelos que sufre por la pérdida de objetos parentales y de su propio cuerpo infantil determinarán la mayor o menor intensidad de cambios de humor y de sus sentimientos. Típicos de la adolescencia.
Por otro lado, las aspiraciones que tienen los adolescentes y que no siempre son satisfechas, pueden provocar sensación de fracaso. Estos fracasos le obligan a refugiarse en sí mismo. Así, surgen las conductas autistas, el sentimiento de soledad y la típica situación de frustración y desaliento. También surgen esos momentos de aburrimiento que suele ser tan distintivos en el adolescente.
A tener en cuenta sobre el síndrome de la adolescencia normal
El sino de la adolescencia es integrarse en el mundo de los adultos. Para ello, el adolescente tendrá que aceptar su nueva figura y desprenderse de su mundo infantil, en el que vivía muy cómodamente.
En esta etapa de proceso y desarrollo, el adolescente tendrá que buscar la estabilidad de su personalidad. Sin embargo, este equilibrio no se logrará sin pasar por un cierto grado de conductas “patológicas”, pero estas conductas debemos considerarlas inherentes a la evolución normal de esta etapa de la vida.
Bibliografía
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