Ser tía y mamá es un privilegio. Ambos roles nos permiten ampliar nuestra capacidad afectiva y explorar distintas formas de manifestación de afecto. Por otra parte conseguimos el balance perfecto entre firmeza y diversión.
Asimismo el vínculo con nuestros hermanos se fortalece en vista de que se crea una relación más cercana y, sobre todo, participativa. En otras palabras nos hacemos cómplices de nuestros hermanos, hijos y sobrinos.
Una oportunidad de acercamiento
Tanto si tienes una relación familiar sana como si no, esta es una excelente oportunidad para mejorar todo aquello que antes no funcionaba tan bien en tu vida. Especialmente con tus seres queridos y allegados.
¿Y por qué? porque ser parte de una familia implica tener una mayor conciencia de la calidad de tus vínculos. Y cuando llega el momento de ser tía y madre a la vez, independientemente del orden de llegada de estos roles, lo ideal es procurar promover relaciones más sanas y bonitas.
Sin duda alguna, tener dos roles a la vez es una forma de aprender, reaprender y crecer como persona.
De algún modo, al ser tías nos damos cuenta de que tenemos una nueva responsabilidad para con nuestros hermanos. Aquellos que fueron nuestros compañeros de juegos ahora nos brindan la oportunidad de revivir las mejores experiencias de la infancia junto a sus hijos.
Ser tía y mamá a la vez
Cuando llega el momento de ser tía y madre a al vez nos damos cuenta de que hemos crecido, de una forma u otra. Nuestras responsabilidades nos han moldeado y nos dado más fuerzas y herramientas para la vida.
Por ello las emociones las experimentamos con una perspectiva diáfana. Aún cuando podamos sentirnos intimidados. Los cambios siempre traen consigo cierta resistencia o temor, pero a la hora de adquirir un nuevo rol familiar, también acarrea una mayor confianza en nuestras capacidades.
Ser tía mejora la calidad de vida
Según un estudio publicado en la revista Open Education y llevado a cabo por el especialista en relaciones familiares de la Universidad de Pensilvania: Robert Milano, ser tía mejora la calidad de vida de la mujer. Asimismo este rol ayuda a gestionar mejor las emociones (especialmente el estrés) y, por ende, esto aumenta la longevidad.
Al ver a nuestros hijos jugar con sus primos nos complace ver que los niños tienen la oportunidad de compartir y de jugar con otros niños, fuera de su entorno escolar. Por otra parte, en lo que respecta a nuestros hermanos y familiares, nos sentimos mucho más apoyadas y apreciadas.
Pocas cosas son tan satisfactorias como el hecho de poder reunirse y compartir con los seres queridos. Se refuerza la noción de hogar y las preocupaciones externas quedan opacadas.
Nos preocupamos más por las interacciones que hacemos en familia y en promover un entorno grato para los niños y también para nosotras mismas.
Ser tía y madre a la vez no tiene por qué ser un compromiso ni una obligación sino el momento idóneo para reaprender a ver la vida con los ojos de los niños y buscar nuestra propia felicidad.
En otras palabras, ambos roles nos recuerdan lo importante que es ser responsable pero también lo vital que resulta saber reír y aflojar en nuestro día a día.
La espontaneidad se revalúa cuando tenemos dos o más roles.
Los aportes a la familia
Las relaciones familiares sanas suman, en todo sentido. Nos benefician a nivel emocional, psíquico y físico. Y cuando surgen las dificultades, entre todos somos capaces de hallar las soluciones. Incluso cuando existen diferentes formas de pensar y actuar.
Los roles nos permiten ampliar el respeto hacia nuestros seres queridos a la vez que nos conocemos mejor a nosotros mismos sin que esto afecte el cariño que sentimos. Se aprende a poner límites con honestidad y a aceptar los límites de otros.
Por otra parte los niños se benefician del ejemplo que dan los adultos en la familia. Si ellos perciben relaciones saludables, se sentirán más seguros y dispuestos a interactuar con alegría y entusiasmo en la vida de sus seres queridos.
Para ello es importante mantener siempre presente valores como: la empatía, el respeto, la reciprocidad y la solidaridad. Asimismo no debemos olvidar nunca que no siempre debemos dar para recibir.
No dudes en establecer una buena unión entre tus hijos y tus sobrinos. Esas experiencias de la primera infancia les van a acompañar para siempre y les ayudará a sentar las bases de una vida más sana y feliz. Recuerda: ser tía y madre a la vez es un privilegio para disfrutar cada día.