Los hábitos de autorreflexión en educación suponen la utilización constante del pensamiento activo; nos invitan a desapegarnos de aquello que consideramos certezas, a pensar y debatir de forma interna con nuestra forma de pensar más rígida. Son algo muy valioso porque, mientras más reflexivos somos, más efectivos podemos llegar a ser.
La autorreflexión es una habilidad que puede desarrollarse. La pregunta inmediata que surge entonces, es: ¿cómo podemos desarrollarla exactamente? Vamos a centrarnos en tres pasos fundamentales que todos podemos seguir para potenciar y desarrollar esta autorreflexión en educación.
“El pensamiento activo abierto es flexible y se refiere a las ideas y valores de apertura y de flexibilidad cognitiva. Apunta a la voluntad de cambiar la perspectiva en contra del pensamiento absoluto, del dogmatismo, del pensamiento categórico y de la resistencia al cambio de creencias.”
-Docente investigador Diego Gavilán-Martín-
Pasos para crear hábitos de autorreflexión en educación
El hábito de la autorreflexión hace que los estudiantes aprendan de manera más autónoma, con mayor confianza y motivación para afrontar y solucionar las dificultades. Ello mejora el rendimiento y genera un sentimiento de satisfacción. Veamos a continuación cómo propiciarlo.
Parar
El primer paso para crear hábitos de autorreflexión en educación, cómo no, es el de parar. Pensemos en las veces en las que simplemente caemos en algo, en las que sentimos que sencillamente no nos hemos parado a pensar en eso. Es una sensación que casi todos sentimos alguna vez, que casi todos hemos vivido alguna vez.
Normalmente, intentamos centrarnos en el aquí y ahora; vamos saltando de tarea en tarea e incluso creamos listas de tareas. Pensamos tanto en qué es lo siguiente que hay que terminar que, casi lo vamos haciendo sin pensar. Sin parar a pensar. Y sin parar.
Los profesores tienen muchísimas cosas que hacer cada día y muchas que terminar. Tenemos que intentar parar, detenernos, decir stop. Llegar a hacer una especie de balance de qué estamos haciendo ahora y las razones por las que lo estamos haciendo. Es la primera parte del ciclo que hay que seguir.
Practicar
La autorreflexión en educación debe convertirse en una práctica. Ciertamente, después de parar, debemos empezar a ensayar la autorreflexión. Y para el desarrollo de ese ejercicio tenemos varios ítems a tener en cuenta, a saber:
- Conciencia
La autorreflexión tiene que tener una parte consciente sobre la realidad de la educación. Se trata de conocer los contenidos, las pedagogías y a los alumnos, prestando atención detallada en todo momento a todas estas cosas por igual, con conciencia de todo.
“Este proceso, donde el alumno debe conocer, desarrollar y emplear sus propias capacidades, a fin de elaborar estrategias personales que le proporcionen un aprendizaje más eficaz, se conoce como autorregulación del aprendizaje. Actualmente, se instituye como una práctica fundamental en la construcción de significados y procedimientos de la ciencia escolar”.
-Licenciado en Ciencias Físicas Antonio García Carmona-
- Intención
Las casualidades en educación no existen. Es fundamental, por lo tanto, que todo tenga una intención y una planificación a la hora de buscar un resultado. Hemos de planificar de forma reflexiva cada paso y pensar por qué se hace cada cosa.
- Evaluación
Un profesional con capacidad de autorreflexión evalúa los resultados de su trabajo en todo momento. De ese modo puede saber qué tan eficaces están siendo sus esfuerzos. Con la autorreflexión sobre la evaluación podemos discernir por qué algunas cosas están funcionando en el proceso de enseñanza-aprendizaje y otras no.
- Respuesta
Una vez que hemos reflexionado sobre la evaluación y sabemos si cada estrategia puesta en marcha ha funcionado o no, podemos crear una respuesta. Se trata de modificar lo que sea necesario, desde cómo exponer un contenido o cómo responder preguntas.
Colaborar para crear hábitos de autorreflexión en educación
Por último, es importante que tengamos siempre en mente que, el ir creando hábitos de autorreflexión en educación es un trabajo muy importante. Y sobre todo, algo que es necesario que no se haga de forma individual. Aquí es cuando surge la necesidad de colaborar.
Los maestros deben hablar entre ellos del proceso, de cómo la enseñanza se va modificando, creciendo. Ser colaboradores todos con todos. Se trata de crear una especie de red de docentes autorreflexivos que puedan compartir sus experiencias con los demás. Si se quiere llegar a entender la práctica docente en su totalidad, todo profesional de la enseñanza tiene que ser autorreflexivo y colaborativo.
“Hay que considerar al profesor como un profesional autónomo y responsable, capaz de participar activamente en la evaluación de su propia función docente y del conjunto de componentes y elementos que configuran su actuación, y como consecuencia de todo ello, participar en la mejora de la calidad educativa”.
-Fernández (2014)-
Un docente durante su carrera y en el empeño de su trabajo siempre está aprendiendo de forma activa, experimentando, por eso nunca debe olvidarse de planificar y reflexionar sobre la propia práctica docente.
Bibliografía
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- Arévalo, A., & Núñez, M. (2016). Los profesores hablan. Docencia, 60, 55-65.
- Gavilan-Martin, D., & Martinez-Roig, R. (2020). El pensamiento abierto activo para promover competencias de investigación en los futuros maestros.
- March, A. Fernández. (2004). Portafolio docente, como estrategia formativa y de desarrollo profesional. El Educar 33.
- Mercado, R., & Rockwell, E. (1988). La práctica docente y la formación de maestros. Revista Investigación en la Escuela, 4, 65-78.