Por qué es importante la interacción social en los niños pequeños

Te explicamos el porqué es importante mantener las interacciones sociales de los niños para su desarrollo.

Como padre o madre que eres, pronto aprenderás que el desarrollo del sentido de la identidad y la pertenencia es esencial para la transición de tu hijo pequeño desde que es recién nacido, para que se convierta en un adulto independiente y seguro de sí mismo. Por eso, para que puedan desarrollar la identidad y personalidad, la interacción social en los niños se vuelve algo imprescindible.

La interacción social y la identidad

Como adultos, es probable que te preguntes alguna vez cómo es que has llegado a ser la persona que eres hoy en día. ¿Por qué piensas, sientes y reaccionas de la manera en que lo haces? La identidad ayuda a los niños a entender quiénes son y entender el lugar al que pertenecen en este mundo tan grande y complicado. Además, les ayuda a fortalecer su personalidad.

Tal y como describe el siguiente estudio publicado por la Revista de Ciencias Sociales, Niñez y Juventud, la identidad es un rasgo esencial e integral de las personas, pero en ocasiones se da por sentado el proceso tan complejo que es la formación de la misma. Sin duda, no ocurre en un día, al igual que sucede con la autoestima, las identidades de las personas evolucionan y se desarrollan a medida que uno crece. Se puede decir que comienza siendo bebé y sigue durante toda la vida.

Tener una identidad significa que se entiende que una persona es única, es entender que todos somos distintos y que pertenecemos a diferentes lugares. La interacción social en los niños les ayudará a conocerse a sí mismos y a tener un fuerte sentido de la identidad. El papel que tienen en el hogar, las funciones que desempeñan cuando están en familia o con los amigos, todo es importante.

¿Por qué el contacto social se establece como una necesidad en la infancia?

Para poder vivir y convivir con los demás en sociedad, los seres humanos debemos desarrollar la capacidad de establecer y mantener vínculos sociales. Así, tal y como señala Juan Delval, es comprensible que a lo largo de la evolución se hayan seleccionado conductas que favorezcan el contacto con otros seres humanos.

Por ejemplo, el llanto de un bebé se produce como reacción refleja a una sensación de malestar. Aunque realmente no se trata de una llamada o petición directa, debido a la vulnerabilidad del bebé humano, tiene que de haber un adulto en las proximidades que se acerque y procure satisfacer y reconfortar al pequeño.

De este modo, el llanto de los recién nacidos, así como las demandas de ayuda y atención de los niños, son algunas de las conductas que favorecen el contacto social.

La importancia de las primeras relaciones del niño

Las primeras relaciones de un niño por norma general son con sus padres, pero a medida que crecen las relaciones comienzan a cambiar. Es normal que padres e hijos tengan conflictos y esto no es malo, pues si se gestionan bien resultan en interacciones que ayudarán a los niños a conocerse mejor. Descubrirán sus propias competencias, su independencia y sus preferencias.

La crianza impacta significativamente en la identidad de los padres a medida que pasan de ser solo pareja a ser padres de seres dependientes. Incluso se dan cuenta de cómo cambian sus identidades cuando sus hijos son bebés, niños pequeños, niños en edad escolar, adolescentes o cuando se convierten en padres de adultos.

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El primer vínculo del niño es lo que se entiende como apego, el cual se establece con la madre o su principal cuidador. No obstante, dependiendo de cómo se haya consolidado este vínculo, el niño habrá mantenido un apego seguro, inseguro, evitativo o ambivalente.

Así pues, entre las demandas que realiza el niño, no solo se encuentran las de carácter fisiológico, como el sueño, el hambre y la sed. Los niños también acudirán a los adultos con la intención de interactuar con ellos, es decir, con la necesidad del contacto social.

Evolución del desarrollo social en los niños

Desde el nacimiento hasta la infancia más tardía, se desarrollan una serie de conductas que favorecen el contacto social entre los bebés y los niños con las personas de su entorno. Así, John Bowlby en su libro Vínculos afectivos (2014) realiza una relación de los diferentes hitos en el establecimiento de las primeras relaciones sociales.

  • La sonrisa social. Esta se origina a lo largo del segundo mes de vida del bebé a raíz de su interés por los demás. En un principio, la sonrisa surgirá debido a estímulos internos, como la sensación de bienestar. No obstante, poco a poco, el bebé empezará a utilizar la sonrisa como un modo de responder a los diferentes estímulos externos.
  • Formación del apego. Hacia el año de vida, el infante empezará a estrechar lazos con la madre o su principal cuidador. Se trata del primer vínculo social profundo que establece el individuo.
  • Ansiedad de separación. Una vez que se establece el vínculo de apego, se origina este fenómeno, que se produce cuando el niño se separa de su madre o principal cuidador. Es decir, se manifiesta un rechazo por no mantener este contacto social.
  • Miedo a los extraños. Aunque los bebés reaccionan de forma adecuada a los desconocidos durante los primeros meses, poco a poco empezarán a manifestar rechazo hacia las personas que no conocen y van a procurar mantener el contacto cercano con aquellos que está empezando a establecer relaciones o incluso apego.

Las interacciones con los amigos

Una vez que el niño responde a la atención y cuidado de los demás, poco a poco, ese primer contacto social se irá consolidando en relaciones estables con aquellas personas con las que interacciona. En las interacciones de tus hijos con sus amigos, los niños aprenden a iniciar y mantener relaciones. Conocen las formas de la negociación y el compromiso, la manera de resolver conflictos, de entender y aceptar a las personas que son diferentes a ellos. Las amistades de igual manera son otra fuente de seguridad y apoyo, complementaria a la que reciben de sus padres.

Los niños pequeños son sensibles observadores de otras personas. En efecto, están haciendo continuamente conexiones entre la forma en que ven cómo los demás se comportan y sus sentimientos o estados mentales. Al mismo tiempo, estas observaciones los ayudan a entender sus propios sentimientos y estados mentales, y de este modo construyen su sentido de identidad.

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En ocasiones los adultos caen en el error de pensar que la identidad de una persona es un rasgo individual, pero la formación de la identidad, como bien establece una investigación desarrollada en la Universidad Católica Luisamigo, solo se puede construir en un contexto social.

De hecho, es a partir de esa interacción con el otro que los niños pueden formarse una visión en conjunto de su personalidad, la cual abarca como un todo la identidad personal y social, hablamos entonces de la construcción del “autoconcepto”.

“Por medio de las relaciones que el niño y la niña experimentan con los objetos de su entorno y de las interacciones con las personas que les rodean, progresan en el conocimiento y valoración de sí mismos y, por consiguiente, en la formación del autoconcepto y la autoimagen”.

-Arroyo. M (2009)-

Este, según un estudio de psicología sobre el desarrollo del autoconcepto en niños y niñas y su relación con la interacción social en la infancia: “va ligado al desarrollo de la habilidad de percibir e interpretar las actitudes que comunican los otros en el proceso de interacción social”.

La interacción social con los niños, un factor fundamental para su desarrollo

Estando cerca de otras personas somos capaces de entendernos a nosotros mismos, de la misma manera los niños necesitan interaccionar con los otros. De ahí la importancia de promover encuentros con sus pares para que puedan hacer amigos con quienes ir descubriendo sus habilidades y potencialidades.
También, es buena idea que en tanto que padre y adulto te hagas la pregunta de cómo has llegado a ser quien eres mirando hacia atrás. Y, mirando hacia adelante, preguntarte en quién te estás convirtiendo… ¿Vas bien por ese camino?

Pregunta a su vez, ¿en quién se está convirtiendo tu hijo? Piensa en las relaciones que tiene con amigos y familiares para contestar esta pregunta.

Bibliografía

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