Diferencias entre TDAH y autismo

El autismo y el trastorno por déficit de atención (TDAH) pueden ser diagnosticados en comorbilidad. En este artículo te contamos cuáles son sus diferencias.
Diferencias entre TDAH y autismo
Maria Fátima Seppi Vinuales

Revisado y aprobado por la psicóloga Maria Fátima Seppi Vinuales.

Última actualización: 19 diciembre, 2022

Llegar a un diagnóstico de autismo o de TDAH puede resultar muy difícil. En primer lugar, porque requiere de una minuciosa exploración de la conducta, lo cual reviste gran complejidad, especialmente si se trata de niños. Para ello, es necesario observarlos en diferentes situaciones y contextos a lo largo del tiempo.

En segundo lugar, porque muchos síntomas y signos son coincidentes entre ambos trastornos, por lo cual, tener una respuesta unívoca de buenas a primeras es complicado.

Veamos algunas de las diferencias entre el TDAH y el autismo.

Qué es el TDAH

El Trastorno por Déficit de Atención, con o sin hiperactividad (TDAH), es una patología del neurodesarrollo que se caracteriza por el déficit en las funciones ejecutivas cerebrales. Es decir, aquellas que permiten la organización, la atención, la concentración, la planificación y el control de los impulsos, entre otras.

Los chicos con TDAH pueden mostrar algunas conductas como las siguientes:

  • No pueden finalizar una tarea.
  • Gestionan mal el tiempo.
  • Son extremadamente inquietos.
  • Tienen olvidos frecuentes.
  • Realizan acciones impulsivas.
  • Les cuesta focalizar la atención.
  • Carecen de autocontrol.


Niño con trastorno del espectro autista mirando por la ventana.
Los niños con trastorno del espectro autista presentan problemas para comunicarse y tienen intereses restringidos.

Qué es el autismo

Los trastornos del espectro autista (TEA) se refieren a un conjunto de condiciones vinculadas con el desarrollo neurológico que se expresan a través de las dificultades en el lenguaje y en la comunicación, en el dominio de habilidades sociales y en el pensamiento. También, los niños que lo padecen suelen mantener comportamientos estereotipados e intereses restringidos.

Conoce las principales diferencias entre el TDAH y el autismo

Si bien pueden tener algunas características comunes, se trata de dos condiciones del desarrollo diferentes. Sin embargo, muchas veces se presentan en simultáneo (lo que se denomina comorbilidad).

A continuación, te contamos las principales diferencias. ¡No dejes de leer!

Dificultades en el lenguaje

En los trastornos del espectro autista, las personas pueden tener trastornos del desarrollo del lenguaje, ya sea comprensivo y expresivo, y de la comunicación social. Muchos de estos niños logran verbalizar algunas ideas o necesidades, pero no siempre tienen las destrezas para entablar una comunicación fluida con otras personas. Esto no es algo característico o típico del TDAH.

Estereotipias

Los niños con TEA suelen mantener algunos movimientos repetitivos, que pueden ir desde aleteos con sus manos hasta repiqueteo con los pies. Si bien los niños con TDAH son muy hipercinéticos, no suelen tener estereotipias.

Crisis de comportamiento 

Las crisis de comportamiento disruptivo suelen ocasionarse por las dificultades en el procesamiento de los estímulos sensoriales que tienen muchos pequeños con TEA. Por ejemplo, aquellos con hipersensibilidad auditiva se pueden abrumar en una fiesta de cumpleaños.

En cambio, los niños con TDAH suelen experimentar exabruptos con mayor frecuencia, generalmente relacionados con la frustración y con la incapacidad de controlar los impulsos. No con los estímulos visuales, auditivos o táctiles del entorno.

Déficit en las habilidades sociales

Si bien ambas condiciones presentan dificultades en torno a las habilidades sociales, los niños con autismo pueden no saber cómo interactuar con las otras personas. No son capaces de interpretar sus intenciones o de anticiparse a ellas, lo que al final limita la capacidad de relacionarse con los pares. Además, estos pequeños suelen evitar el contacto visual y esto interfiere aún más en el intercambio comunicacional.

Por su parte, los niños con TDAH tienen limitaciones relacionadas con la impulsividad. A veces, hacen o dicen cosas sin pensar, por la falta de control de sus impulsos y acaban por invadir el espacio personal ajeno. Pero sí son capaces de iniciar una interacción y de sostener una conversación.

Flexibilidad ante los cambios

Los pequeños con TEA se ven perturbados ante los cambios en la rutina y son muy inflexibles ante las nuevas propuestas.

Por el contrario, a los niños con TDAH les cuesta adoptar ciertas rutinas y sostenerlas, debido a los problemas en la planificación y en el control de impulsos.

Perseverancia

Un niño con TDAH tiene serias dificultades para comenzar y para finalizar una actividad, mientras que alguien con autismo se dedica casi obsesivamente a cumplir con el objetivo.

A los pequeños con TDAH les cuesta prestar atención y realizar actividades de manera sostenida.

Dos puntos centrales que marcan la diferencia entre ambos trastornos

En síntesis, tal como se señala en una investigación, el TDAH y el autismo tienen muchas diferencias y convergencias. Respecto de las primeras, hay dos puntos centrales en donde se insiste en poner el foco de atención:

  • Al analizar las funciones ejecutivas por separado (en sus diferentes componentes), las expertas sugieren que las personas con TDAH mostrarán dificultades en la inhibición. Por su parte, quienes tienen TEA, lo harán en la planificación y la flexibilidad.
  • Las principales diferencias se explican a través de la “teoría de la mente”, que es la capacidad de atribuir o de interpretar las intenciones o los pensamientos ajenos sin que medien las palabras. Los niños con TEA experimenta mayores dificultades para “leer la mente” de los otros y muestran un déficit primario en la orientación social, aspecto que está conservado en los infantes con TDAH.


Diagnósticos certeros y ayudas adecuadas

Para una correcta intervención, arribar al diagnóstico correcto y a tiempo es clave. Es importante poder determinar qué es lo que le sucede al niño en función de lo que él expresa, de sus comportamientos y de lo que los docentes, padres y profesionales podemos observar.

Ante la duda de que algo no marcha como se espera, lo mejor es realizar una interconsulta con los expertos lo antes posible. Solo así podremos brindarle la atención más apropiada.

Por ejemplo, cuando un niño tiene TDAH y no se sabe, se lo cataloga como maleducado o con mal comportamiento. Por ese motivo, se crea un estigma sobre alguien que padece un trastorno y que necesita otro tipo de ayuda.

En este sentido, hay que evaluar desde la singularidad de cada niño con sus propias características y signos, y que está rodeado de un entorno que también presenta sus propias condiciones.


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