La vigorexia es una condición donde los individuos, en especial los adolescentes, tienen una obsesión marcada por su apariencia física y la musculatura corporal.
Esta preocupación puede llevarlos a realizar extensas sesiones de ejercicio intenso, adoptar dietas restrictivas y recurrir a suplementos o anabólicos con el fin de lograr la tonificación muscular deseada. Sin embargo, estas prácticas conllevan un riesgo considerable para la salud tanto física como mental.
Es esencial que los padres estén atentos a las posibles señales de vigorexia en sus hijos adolescentes. Reconocer estas conductas a tiempo puede marcar la diferencia en la salud y el bienestar de los jóvenes. Conoce a continuación todo sobre este trastorno y sus riesgos.
Vigorexia en adolescentes: qué es y cómo se manifiesta
Aunque la vigorexia, también conocida como dismorfia muscular, aún no ha sido oficialmente reconocida en el DSM-V (Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales), expertos en psicología y psiquiatría la consideran parte del espectro del Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC).
En los inicios de la investigación sobre la vigorexia, este trastorno fue identificado como «anorexia inversa» o «complejo de Adonis». Si bien la nomenclatura ha evolucionado, el concepto subyacente de una preocupación compulsiva y obsesiva por la apariencia física y la musculatura corporal sigue siendo el eje central de la vigorexia.
¿Cómo se manifiesta?
Según una investigación publicada en la revista Behavioral Addictions, la vigorexia se manifiesta a través de varios síntomas, que incluyen:
- Preocupación excesiva por el tamaño y la forma de los músculos.
- Preocupación por no lograr la delgadez y musculatura deseada.
- Distorsión de la imagen corporal: creen que sus músculos son más pequeños de lo que realmente son.
Un estudio presentado en la Revista de Psicología del Deporte señala que los adolescentes con vigorexia se involucran en ejercicio físico de manera compulsiva, incluso entrenan cuando están lesionados, como respuesta a la insatisfacción con su apariencia.
En ocasiones, esta conducta se combina con la ortorexia, caracterizada por una extrema preferencia y selección de alimentos considerados saludables. Además, suelen recurrir al consumo de sustancias suplementarias como hormonas, aun sin la supervisión médica adecuada, y presentan patrones repetitivos de verificación, como la constante observación en el espejo.
Posibles causas
Esta es una problemática de múltiples causas, en la cual convergen factores tanto individuales como socioculturales. Sin embargo, está claro que la internalización de los estándares de belleza, asociados a una inclinación perfeccionista, ejerce una influencia significativa en la autopercepción.
Esta autopercepción es motivada por modelos irreales promovidos por los medios de comunicación y la cultura de masas. De hecho, un estudio realizado en la Universidad de Rosario en Colombia resalta el impacto de los influencers en la promoción de ideas obsesivas sobre el cuerpo, así como la difusión errónea de conceptos sobre el bienestar.
Debido a la constante exposición a estos referentes, los adolescentes son particularmente susceptibles a la formación de estos patrones de comportamiento, lo que podría desencadenar condiciones como la vigorexia. En particular, según un estudio publicado en la Revista de Ciencias Sociales, se observa que los hombres se ven más afectados por esta tendencia que las mujeres.
Consecuencias
Como se aborda en una investigación de la Universidad Pontificia Comillas, la dismorfia muscular conlleva una serie de consecuencias y riesgos considerables para los adolescentes que la experimentan. Desde una perspectiva física, el exceso de ejercicio puede resultar en lesiones musculares y articulares, agotamiento severo y problemas cardíacos, entre otras complicaciones.
Desde el punto de vista psicológico, la constante preocupación por la apariencia y el tamaño de la musculatura puede desencadenar altos niveles de ansiedad, depresión y baja autoestima. Esto también puede influir de forma negativa en las relaciones sociales y en el rendimiento académico o laboral.
En última instancia, es un problema que impacta de manera significativa y negativa en la calidad de vida de los jóvenes, interfiriendo en su bienestar tanto físico como emocional, así como en sus relaciones interpersonales y en su desarrollo personal.
¿Cómo ayudar a los adolescentes con vigorexia?
A continuación, te proporcionamos una serie de recomendaciones psicológicas que pueden servir como punto de partida para brindar apoyo a los jóvenes en su búsqueda de una relación más saludable consigo mismos.
1. Busca ayuda profesional
Es crucial considerar la posibilidad de buscar la asistencia de un profesional de la salud mental que esté especializado en trastornos relacionados con la conducta alimentaria y la imagen corporal. Este paso resulta fundamental para garantizar la salud mental del joven que padece este trastorno.
Según se indica en una investigación publicada en la Revista Cubana de Medicina General Integral, la terapia cognitivo-conductual, combinada con técnicas de la terapia de aceptación y compromiso, se destaca como uno de los enfoques más efectivos para abordar este tipo de problemas.
2. Fomenta la escucha activa
Es de vital importancia que mantengas una comunicación abierta y empática con el adolescente. Escucha con atención sus preocupaciones y sentimientos en relación con su imagen corporal y su enfoque hacia el ejercicio.
Es crucial recordar que el objetivo no es que te vea como un adversario, sino como alguien dispuesto a entender y respaldar su bienestar. Evita dar sermones o establecer reglas rígidas; en su lugar, anímale a reflexionar sobre los estándares de belleza y cómo estos ideales pueden estar influyendo en su percepción.
3. Sé un ejemplo saludable a seguir
Es esencial resaltar que la belleza es diversa y única, y que su valor trasciende la mera apariencia física. Sin embargo, es crucial que tus acciones estén en consonancia con tus palabras.
Recuerda que tanto los niños como los adolescentes aprenden mucho al observar a sus modelos de referencia, en especial a sus padres. Por lo tanto, es fundamental que examines tus propias creencias y actitudes hacia tu cuerpo y salud.
4. Anímalo a diversificar sus intereses
Es frecuente que un adolescente con vigorexia dedique más tiempo al gimnasio que a su hogar. Las pesas, los suplementos y los alimentos aparentemente saludables a menudo ocupan un lugar central en su vida.
Por ello, es aconsejable motivarlo a explorar nuevos intereses, mostrándole la diversidad de actividades y pasatiempos que podría estar pasando por alto. De hecho, podrías alentarle a retomar pasatiempos que solía disfrutar en el pasado.
Una situación desafiante pero superable
La vigorexia plantea un desafío complejo para los adolescentes y quienes lo rodean. Al profundizar en el tema, queda claro que la obsesión por la imagen corporal y la búsqueda implacable de una apariencia física ideal, pueden tener consecuencias significativas en la calidad de vida de los jóvenes.
Pero, mediante un abordaje empático, comprometido y responsable, es posible ayudarlos a mejorar sus hábitos y su relación interna, comenzando por buscar ayuda profesional. Esta vía puede marcar la diferencia.
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