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Aunque ya tengo mis propios hijos, siempre necesitaré a mi madre

Por más que pasen los años, el amor de una mamá acompañará a sus hijos durante toda la vida. Porque, sin importar las dificultades, ella siempre será su refugio.

Aunque ya tengo mis propios hijos, siempre necesitaré a mi madre

El tiempo no se detiene a esperar a nadie y por más difícil que pueda ser aceptar que ya dejamos de ser unos niños, la familia es lo primero. Y es que, aunque ya tengo mis propios hijos, siempre necesitaré a mi madre. Ya que fue la mujer que desde antes de nacer ya me amaba y me instruyó para convertirme en la persona que soy hoy.

La vida es un largo camino lleno de lecciones en el que nunca se deja de aprender. Y aunque existen algunas experiencias que solo se pueden vivir cuando tenemos nuestros propios hijos, lo cierto es que, al mirar en retrospectiva, solo sobran palabras de afecto para agradecer todos los sacrificios que nuestras madres enfrentaron para cumplir (y seguir cumpliendo) con su papel de guías.

A pesar de que pasen los años, siempre necesitaré a mi mamá

Antes de convertirnos en madres y padres no valoramos lo suficiente todo el amor incondicional que guardan en su corazón las mamás por sus pequeños, sin importar su edad. Lo cual nos lleva a normalizar actos de cariño profundo que solo dimensionamos con claridad cuando nosotros mismos somos los que los realizamos. Y al hacerlo, podemos darnos cuenta de que ellas siempre tuvieron razón cuando nos decían: “lo comprenderás cuando tengas tus propios hijos”.

Madre, hija y abuela celebrando el Día de la Madre.
Al momento de convertirnos en madres y padres es cuando nos damos cuenta de todo el esfuerzo y el amor que nuestra mamá siempre nos ha brindado.

La maternidad y la paternidad vienen de la mano con un sinfín de sentimientos y emociones que solo quienes tienen la fortuna de tener hijos pueden experimentar. Es por lo que ahora, con el pasar de los años, solo debemos sentir agradecimiento por la valentía y la determinación que nuestras madres debieron tener para criar a sus pequeños de la mejor manera posible.

Pues es solo en el momento en el que nuestros hijos llegan al mundo y nuestro corazón se llena de la felicidad y el amor más sincero, que podemos ser conscientes de que nuestras mamás también pasaron por lo mismo. Y esos sentimientos siguen acompañándolas día a día, pues sin importar los años, una madre siempre estará presente para escuchar, ayudar y aconsejar a sus pequeños.

Gracias por todo tu esfuerzo, mamá

Las madres son uno de los vínculos más fuertes en la vida de la mayoría de las personas. Y es que no existe un amor más sincero y puro que aquel que tiene una mamá por sus hijos. Ellas no solo fueron las responsables de criarnos y guiarnos a través de lo difícil que puede llegar a ser el mundo; sino que supieron estar presentes con respeto y apoyo cuando atravesamos momentos tristes y difíciles.

Madre e hija
Cuando nuestras mamás comienzan a envejecer es cuando más necesitan del amor y la compañía de sus hijos.

Y, a pesar de que el tiempo sigue avanzando en la vida de ambos y nosotros ya no seamos unos niños que necesitan ser cuidados, las mamás siempre estarán a nuestro lado para consolarnos y aconsejarnos cuando las cosas no salen bien. Porque, sin importar que hace años no vivamos en el mismo techo y ahora tenga mis propios hijos, el vínculo que compartimos es irrompible.

Durante nuestras primeras décadas mamá fue la responsable de brindarnos su calor y su afecto. Y así ahora seamos adultos con  responsabilidades y obligaciones paternales, los hijos siempre necesitaremos del amor de nuestras mamás.  Debido a que, sin ellas, sin su educación y sin sus valores, no seríamos las personas que somos el día de hoy.

Sin importar el tiempo y las dificultades, siempre necesitaré a mi madre

La figura materna en la vida de los hijos no se va marchitando conforme pasa el tiempo. Ya que, sin importar las dificultades o el paso de los años, siempre podremos aprender algo de ella. Y aunque también es cierto que no todo en la vida es color de rosa y han existido etapas en las que no fuimos tan cercanos, ese amor mutuo que siente una mamá por su hijo los unirá por siempre.

Muchas personas piensan que al ganar independencia y convertirse en padres o madres, la conexión que sentían por su mamá iría disminuyendo; pero eso está lejos de la realidad. En los brazos y en los ojos de nuestras madres seguimos siendo sus niños pequeños y ellas nuestras guías y protectoras. Porque el apoyo emocional y físico que brindan es único e inigualable.

Y puede que ahora que tenemos nuestros propios hijos o metas personales la realidad sea un tanto diferente a lo que era hace unos años. No obstante, tanto hombres como mujeres, podemos estar en la completa seguridad de que madre en el mundo solo hay una. Pues, sin importar todas las vueltas que da el destino, sus brazos siempre serán el refugio para descansar cuando las cosas no salen como pensábamos. Por estas y muchas cosas más, gracias, mamá.

Bibliografía

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