En pleno siglo XXI estamos acostumbrados a oír hablar de la inclusión social y escolar. Sin embargo, cada día en los colegios de todo el mundo, singuen apareciendo casos de bullying en los que los niños actúan como víctima, agresor o testigo de acoso escolar.
Recuerda que la educación inclusiva se basa en buscar la igualdad y no discriminar por motivos de raza, sexo, orientación sexual, aspecto físico, discapacidad, trastorno o dificultad de aprendizaje, etc.
Para que los más pequeños puedan desarrollar una convivencia positiva entre ellos, es importante inculcarles valores como el respeto, el diálogo, la cooperación o la empatía. Pero esto no siempre es suficiente. Uno de los grandes retos que aún tenemos pendientes es conseguir erradicar la aparición de casos de acoso escolar.
¿Qué es el acoso escolar y quiénes son los agentes implicados?
El acoso escolar o bullying es un problema que se manifiesta en los centros educativos de todo el mundo y que sufren diariamente una gran cantidad de alumnos. Estos alumnos son objeto de diversos actos de violencia y vejaciones por parte de los propios compañeros.
Si tenemos que pensar en los agentes implicados, lo primero que se nos viene a la cabeza es la figura de la víctima y del agresor. Es decir, la persona afectada y la que intenta hacerle la vida imposible a base de mofas, insultos y humillaciones.
¿Pero qué ocurre con los compañeros que actúan como espectadores? Muchas veces se nos olvida que los testigos de acoso escolar tienen un papel fundamental en la perpetuación o erradicación de las situaciones y conductas violentas, puesto que ellos mismos son el púbico directo de las agresiones.
Hay que tener en cuenta que, según la actitud de estos niños, el acosador se sentirá estimulado o inhibido. Por los tanto, podemos afirmar que existen tres agentes implicados: las víctimas, los agresores y los testigos de acoso escolar.
Tipos de testigos de acoso escolar
Los compañeros que cumplen con la función de ser testigo de acoso escolar, se pueden clasificar del siguiente modo:
- Amigos o cómplices: pertenecen al grupo de amigos o seguidores del agresor o agresora. En ocasiones participan en las agresiones de manera secundaria y sin tomar la iniciativa.
- Alentadores: son los niños que no participan directamente en las agresiones, pero las aprueban e incitan a que se sigan llevando a cabo.
- Neutros o pasivos: son los más numerosos. Se mantienen al margen de los hechos y observan sin llegar a intervenir, siendo, con su silencio, cómplices del agresor. Asumen una actitud pasiva, ya que tienen miedo a convertirse ellos mismos en víctimas del acosador.
- Defensores: son los alumnos que muestran su apoyo hacia la víctima. Rechazan las acciones del acosador e intervienen de forma directa, avisando a un adulto de lo ocurrido o consolando a la víctima.
Consecuencias de ser testigo de acoso escolar
En la infancia y la adolescencia somos seres vulnerables a lo que observamos. Los niños que son testigos de acoso escolar también sufren consecuencias debido a los continuos actos de violencia que presencian. Esto les hace receptores de aprendizajes y hábitos negativos. Así, pueden llegar a:
- Respetar la conducta agresiva.
- Interiorizar conductas delictivas y antisociales.
- Desensibilizarse ante el sufrimiento ajeno.
- Perder la empatía por la víctima.
- Tener sentimientos de culpabilidad.
- Asumir y sentir la sensación de indefensión de la víctima.
El contagio social
A estos niños suele afectarles el contagio social. Este fenómeno consiste en adoptar el comportamiento del modelo dominante como forma de imponerse y buscar un estatus personal. Por esta razón, algunos testigos de acoso escolar llegan a replicar las conductas que observan en el agresor.
El contagio social suele aparecer en los niños que presentan las siguientes características:
- Espíritu crítico poco desarrollado.
- Inseguridad en uno mismo.
- Dependencia hacia los demás.
- Tendencia a pasar desapercibido.
Por tanto, hay que estar atento a los cambios de conducta que pueden tener los niños, tanto en el colegio como en casa. Estos comportamientos negativos pueden deberse al hecho de estar presenciando o participando en actos violentos de forma continuada.
Para prevenir esto, es muy importante fomentar en nuestros hijos el rechazo hacia la violencia y la ayuda a las personas que lo necesitan, de forma que no retroalimenten la conducta del agresor y apoyen a la víctima, ya sea escuchándola, sentándose con ella, alejándola de la situación de acoso, contándole a un adulto de confianza las situaciones violentas que ocurren y no formando parte del público del acosador.
“Un niño que ayuda y actúa en favor del que lo necesita es un niño que contribuye a acabar con el acoso escolar.”
Bibliografía
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- Trautmann, A. (2008). Maltrato entre pares o” bullying”: Una visión actual. Revista chilena de pediatría, 79(1), 13-20. doi: 10.4067/S0370-41062008000100002