Inevitablemente, ser madre te impulsa a ser más responsable y a madurar, ya que otra vida depende enteramente de ti. Sin embargo, también te permite reflejarte de algún modo en tus hijos, en su inocencia, su pureza y su vulnerabilidad. Es así como la maternidad te conecta con tu niña interior y te hace consciente de aspectos que tal vez hayas pasado por alto durante años.
Dar vida a otro ser humano y contribuir a su desarrollo es una experiencia realmente movilizadora. Las emociones adquieren entonces una intensidad inusitada y se llegan a experimentar estados nunca antes conocidos.
De muchas maneras, te lleva a recordar la niña que un día fuiste y lo que sentiste en esa etapa temprana de tu vida. Si aprovechas la oportunidad que la maternidad te brinda, podrás reconciliarte con muchos asuntos de tu pasado.
Ser madre te conecta con tu niña interior
Este concepto que puede sonar demasiado filosófico es algo sencillo que toda madre experimenta en su día a día. Son muchas las maneras en las que conectamos, sin saberlo, con nuestra niña interior. Una niña interior que no es más que nuestros recuerdos, nuestras vivencias positivas y negativas, las emociones que experimentamos y quedaron grabadas en nosotras. Para simplificarlo, veamos algunas de las condiciones más comunes.
Conectas con tus modelos
Al convertirte en madre, conectas con el recuerdo de tus propios padres, con el modelo que ellos representan. Esto es algo natural y ocurre en muchas ocasiones incluso antes del nacimiento de tu pequeño. Desde el instante en que una mujer se plantea la idea de la maternidad, sus modelos principales influyen en sus pensamientos.
Muchas mujeres, si tuvieron una infancia espléndida y feliz, temen ser madres por miedo a no estar a la altura de las figuras paternas con quienes se comparan. O, por el contrario, quizá esos recuerdos le impulsen a creer que ellas mismas serán capaces de proporcionar una experiencia igual de magnífica a sus hijos.
Por otro lado, quienes tuvieron figuras paternas inadecuadas, abusivas o ausentes pueden sentir también miedo o rechazo hacia la maternidad. En este caso, existe un temor a no saber ejercer como madre al no haber contado con modelos apropiados en su propia infancia.
O, de nuevo, puede que suceda al contrario. Muchas mujeres que crecieron en entornos y familias poco saludables consideran que esto les permitió ser conscientes de la importancia de la maternidad y que lograrán hacer un excelente trabajo aprendiendo de los errores de quienes las precedieron.
Conectas con tu propia crianza
Además, ser madre te conecta con el modo en que tú misma fuiste criada. Esto es algo lógico, puesto que ante un desafío nuevo como es la maternidad recurrimos a lo que ya conocemos al respecto; en este caso, nuestra propia experiencia como hijos.
En algunos casos se opta por emular o repetir deliberadamente los comportamientos y el estilo de crianza que nosotros recibimos, si consideramos que este fue adecuado.
Otras veces se trata por todos los medios de evitar parecernos a nuestros padres, si consideramos que nos dañaron de algún modo. Pero incluso en este último caso muchas veces nos vemos a nosotras mismas repitiendo las frases y las reacciones paternas y maternas que nos juramos nunca aplicar.
La realidad es que, hasta que no nos hagamos conscientes de la influencia que nuestro pasado ejerce, no seremos libres para maternar. Las lealtades, los rencores y las heridas guiarán nuestros pasos y determinarán el modo en que criamos a nuestros hijos.
Conecta con tu niña interior para sanar
Así, es necesario que te tomes un tiempo para rememorar tu propia historia, ordenar las vivencias y sacar las emociones. Descubre qué sientes hacia tus padres, qué opinas de tu infancia, qué emociones te despierta el recuerdo de tu familia. Sé sincera y conecta con tu niña interior: ¿qué le faltó?, ¿qué sintió?, ¿cuáles fueron sus miedos? Una vez que lo hayas identificado, date a ti misma todo lo que sentiste que te hizo falta años atrás.
De este modo, te haces cargo de tus propias heridas y carencias, las sanas y te liberas. De esta manera, te permites ser la madre que deseas ser, sin que tu propio pasado te condicione. Aprovecha esta oportunidad de reconectar con quien fuiste, reconciliarte con tu pasado y dejarlo en el lugar donde debe estar.
Bibliografía
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