Los momentos de angustia y de enojo pueden conducirnos a tomar decisiones equivocadas. En esos instantes de furia con nuestra pareja, es posible que obviemos el hecho de que es mejor no discutir delante de los niños. ¿De qué manera puede afectarles esta conducta?
No existe pareja en el mundo que no discuta. Incluso las más felices atraviesan sus ratos de discordia; estos son necesarios para conocer mejor al otro y alcanzar acuerdos. En ese sentido, las discusiones son casi inevitables.
No obstante, estas presentan la desventaja de que no sabemos cómo pueden acabar. Especialmente cuando hay motivos pasionales que las producen, debemos tener presente que la racionalidad puede quedar de lado en estos momentos.
Como consecuencia, discutir delante de los niños no parece ser la mejor opción. Si ellos están presentes, es mejor ‘archivar’ el enojo y suspender la charla hasta estar a solas. Esta precaución puede evitar grandes daños a su bienestar, como los que detallaremos a continuación.
¿Por qué no discutir delante de los niños?
1. No tienen la madurez para entender lo que pasa
Los niños pequeños no están preparados para afrontar los problemas de los mayores. Discutir delante de los niños no es otra cosa más que involucrarlos en estos temas, que de ningún modo son su culpa ni tampoco tienen la obligación de solucionarlos. La interpretación de las palabras que escuche puede generar en él sentimientos negativos: culpabilidad, inseguridad, tristeza y miedo son solo algunos de ellos.
No discutir delante de los niños les ayuda a tener un desarrollo emocional sano y tranquilo.
2. Damos un mal ejemplo
No es nada nuevo que los hijos ven en sus padres un modelo a seguir. ¿Qué enseñanza les estamos dejando si discutimos por un desacuerdo, incluso con una persona tan querida como nuestra pareja? Debemos hacer precisamente lo contrario: fomentar en ellos el valor del diálogo, de la comprensión y la escucha para lograr acuerdos. Por más enojados que estemos, no debemos dejar salir nuestro enfado delante de ellos.
3. Niños confundidos
Al presenciar discusiones entre dos seres tan cercanos como sus padres, los niños pueden sentirse obligados a tomar partido por uno de ellos. En estos casos, aunque no lo manifiesten, pueden sentirse muy confundidos, dado que han escuchado la versión de cada uno. Estas emociones pueden desembocar en desconfianza y hasta cierto resentimiento hacia los progenitores. Por supuesto, llevará su tiempo reparar este daño tan significativo a la relación entre padres e hijos.
4. Estrés
La traumática experiencia de presenciar una discusión entre sus padres generará estrés en el niño. Como consecuencia, moverá su foco de atención de los estudios y el entretenimiento, que es precisamente donde deben estar. El estrés infantil puede causar síntomas físicos y psicológicos en los niños. Además, puede ser el desencadenante de trastornos más severos, como la ansiedad, los ataques de pánico o los problemas de aprendizaje.
Si los niños están presentes, es mejor ‘archivar’ el enojo y suspender la charla hasta estar a solas. No discutir delante de los niños es mucho más sano.
5. Se puede sentar un precedente de violencia
Lamentablemente, no se puede obviar el hecho de que muchas discusiones de pareja acaban con acciones violentas de uno de los involucrados. Pocas cosas pueden ser más negativas para los niños que presenciar estos momentos, además del daño lógico que causan a la víctima.
No solamente estaremos presentando a la violencia como una vía para resolver problemas; también es probable que esto cause consecuencias sumamente negativas en la salud mental y emocional del niño o joven.
¿Es necesario que estén presentes en la reconciliación?
Por otro lado, también están quienes afirman que no siempre hay que evitar discutir delante de los niños. De este modo, sostienen, podemos mostrarles que en la vida se presentarán problemas y no siempre todo será perfecto.
Por supuesto, será fundamental transmitir el método correcto para alcanzar soluciones. Estos deben basarse, sobre todo, en el respeto, la empatía y la comunicación. Debemos ser sensatos y prudentes al manejar este tipo de conversaciones. A la hora de la reconciliación, es bueno señalar las virtudes de la otra persona y manifestar señales de cariño, como caricias y abrazos.
Una vez lograda la calma, pueden comunicarle juntos al niño que se sienten apenados por lo ocurrido y que intentarán evitar que vuelva a pasar. Es sumamente importante que vuelva a percibir la unidad del seno familiar. En última instancia, es necesario remarcar que esto solo debe y puede aplicarse cuando estamos seguros de que la tertulia llevará a buen puerto. De lo contrario, correríamos los riesgos citados anteriormente, los cuales no serán para nada positivos en el bienestar del niño.
Bibliografía
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