Por qué los niños se portan mal con sus padres

Por qué los niños se portan mal con sus padres
María Alejandra Castro Arbeláez

Revisado y aprobado por la psicóloga María Alejandra Castro Arbeláez.

Última actualización: 17 mayo, 2019

Son muchos los padres que se quejan que sus hijos se portan mal con ellos, y es que parece que la escena se repite una y otra vez dentro de las familias, ¿por qué ocurre esto? Muchas veces los niños cuando salen de la escuela, de la guardería o cuando pasan un rato con sus padres pasan de ser angelitos a comportarse de forma inadecuada donde el mal comportamiento se vuelve el protagonista.

Es necesario comprender por qué los hijos se comportan peor con los padres que con cualquier otra persona, para después poder manejar estas situaciones incómodas. De este modo se podrá conseguir un ambiente agradable en casa.

Por qué tu hijo se comporta mejor con otras personas

Los niños muestran su verdadero yo con sus padres, sobre todo los niños pequeños. Cuando los niños llegan a casa se muestran tal y cómo son ya que en otros contextos han estado reprimiendo su verdadera conducta porque no tenían un vínculo emocional tan fuerte con esos adultos.

Pero debes saber que esto es así gracias a que sienten un profundo amor, afecto, admiración y conexión con vosotros, sus padres.  Los niños se muestran tal y cómo son con sus padres porque se sienten relajados, se sienten en casa. Pero claro, esto no es excusa ninguna para que los niños se comporten mal.

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Puede ser él mismo sin comportarse mal

Aunque es normal que los niños tengan sus propias conductas, sus rabietas y de vez en cuando su comportamiento no sea el adecuado, no siempre tiene que ser así. Cuando a un niño le entra una rabieta con su madre o con su padre, es porque éste no le atiende cómo él quiere que se haga y no tiene otra forma de exteriorizarlo.

Por ejemplo, si el niño quiere comer patatas fritas pero la madre le dice que es la hora de la cena, lo más probable es que haya un conflicto de intereses y se cree una pequeña discusión. Para que esto no ocurra se puede negociar con el niño que si se come toda la cena, después tendrá unas pocas patatas fritas.

Con esto quiero decir, que los niños que se comportan mal, no lo hacen porque quieran perjudicar el ambiente del hogar, ellos son los primeros que quieren sentirse bien en casa. Pero todo mal comportamiento tiene detrás una causa que los padres tendrán que descubrir, sea cuál sea.

Una vez descubierta esta causa será necesario trabajar conjuntamente a través de las emociones y la calma para que además de que el niño reconduzca su comportamiento, sepa qué se espera de él y cómo debe hacerlo.

Las rutinas son tus mejores aliadas

Los niños sienten que sus padres deben ser sus protectores, quienes deben satisfacer sus necesidades básicas y también sus necesidades emocionales, y cuando esto no se cumple es cuando puede aparecer de forma inminente el mal comportamiento.

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Para que esto no ocurra será más que necesario trabajar las emociones con los niños desde que son bien pequeños y cumplir con unas rutinas en casa que les ayuden a entender la estructura del día y a sentirse seguros en cada uno de los momentos. Las rutinas les sirven a los niños que se portan mal con sus padres a saber qué es lo que toca en cada momento y qué se espera de ellos. Con esta estructura mental conseguirán encontrar la seguridad y la calma para que las rabietas y el mal comportamiento se disminuyan considerablemente.

Las rutinas también sirven a los padres

Pero las rutinas no sólo es cosa de niños, a los adultos también les sirve para controlar sus emociones y que el día no se desborde. Las rutinas son necesarias para los padres para estructurar el día y poder organizar con antelación qué ocurrirá en cada momento, así se lo podrán transmitir a sus hijos para después hacerlo y que todo esté bien ordenado en la mente de todos los miembros de la familia.

Al disminuir el mal comportamiento por parte de los niños, los padres sentirán menos frustración y más alegría por lo que el tiempo en familia pasará a ser un tiempo de calidad donde los niños y padres puedan convivir en paz y tranquilidad.

Cuando en casa existe un buen ambiente de armonía, los padres se sentirán más conectado con sus hijos (y a la inversa) y será mucho más fácil reír, jugar y abrazarse unos con otros.


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