Las etapas del desarrollo madurativo y psicoafectivo de los niños tienen sus propias características y, de forma gradual, permiten al niño alcanzar una estructura estable a través de adquisiciones y logros del desarrollo.
El camino que lleva a un niño desde la dependencia total hasta la independencia (tanto física como psíquica) es largo, y requiere del apoyo y acompañamiento de los padres. Es importante conocer las etapas del desarrollo madurativo para poder detectar si existe alguna desviación de la normalidad.
¿Qué son las etapas del desarrollo madurativo?
A la hora de valorar el desarrollo de los niños no se puede generalizar y hablar de lo “normal” y de lo patológico, exclusivamente. La salud no se define exclusivamente como ausencia de enfermedad, sino como un estado de bienestar, tanto físico como psicológico, influenciado por el entorno social y familiar concreto.
Es por ello que hay que valorar siempre al individuo como un todo antes de emitir cualquier diagnóstico. El desarrollo de los niños es un proceso complejo que presenta varias áreas de desarrollo:
- Adquisición de funciones adaptativas e instrumentales. Se divide en cuatro áreas:
- Psicomotricidad.
- Inteligencia.
- Lenguaje.
- Socialización.
- Desarrollo psicoafectivo. Es la estructuración de su aparato psíquico. Le permitirá alcanzar la independencia psicológica y afectiva de los padres y conseguir una identidad propia al final de la adolescencia.
Ambos procesos se relacionan entre sí, influyen el uno en el otro, pero no son lineales. Se producen avances y retrocesos y no tienen los mismos ritmos de evolución.
Para poder diferenciar entre lo normal y lo patológico es necesario valorar una serie de factores:
- Edad cronológica del niño.
- Etapa evolutiva en la que se encuentra.
- Estructura psíquica alcanzada.
- Tipo de vínculo establecido con los padres.
Etapas del desarrollo madurativo
Desarrollo hasta los 15-18 meses
El recién nacido es completamente dependiente de su madre, tanto física como psicológicamente. Se encuentra totalmente indefenso ante todos los estímulos y es su madre la que, a través del binomio madre-bebé, organiza todas estas sensaciones.
Las manifestaciones del bebé ante cualquier estímulo son somáticas (llorar, patalear…), y esto permitirá a la madre dar respuesta a sus necesidades y afianzar la relación. En esta etapa del desarrollo madurativo el bebé no distingue entre su madre y él.
Conforme el funcionamiento mental del niño va evolucionando, comienza a diferenciar a otras personas, y es en torno al octavo mes de vida cuando empieza a diferenciar a su madre y a su entorno más cercano de los extraños.
La simbiosis madre-bebé desaparece para dar paso a una relación de objeto, ya que la madre es el primer objeto de amor imprescindible para el bebé. En este momento, la ausencia de la madre le generará angustia.
En este periodo se producen dos hechos fundamentales:
- Aparición del lenguaje.
- La deambulación.
El bebé puede pedir y nombrar cosas, al igual que puede desplazarse por el entorno que le rodea de forma autónoma, sin depender de un adulto.
La respuesta de la madre a estos avances es fundamental, ya que puede potenciar al bebé fomentando su curiosidad o bloquearlo ante el temor de posibles peligros y riesgos.
En esta etapa también se establecen horarios de sueño diurno-nocturno claros, al igual que se establece una pauta de alimentación sólida.
Desarrollo entre los 2 y 3 años
Este periodo se caracteriza por una gran actividad psíquica, que se refleja en un cambio de actitud y conducta del niño. Comienza el control de esfínteres, y esto se logra cuando el niño está maduro neurológicamente.
También aparece el juego simbólico, es decir, la capacidad de jugar a “como si”. En esta etapa cada vez quiere hacer más cosas solo, y cada vez que lo consigue es un refuerzo para su autonomía.
También en este periodo aparece la adquisición de normas. Estas normas están representadas por las primeras prohibiciones de los padres ante el aumento de habilidades motoras del niño. Aparecen, así, las primeras nociones sobre lo que está bien o está mal.
Ante las primeras frustraciones al no poder conseguir todo lo que desea, aparecen las rabietas y la obstinación, en la famosa etapa del “no”.
Desarrollo entre los 4 y los 5 años
Esta etapa se caracteriza por el paso de la relación dual a la triangular. Su aparato psíquico ya está más estructurado y el niño reconoce la relación entre sus padres. Ya no se considera el centro del mundo. Desde ahora, la relación ya no será niño-madre o niño-padre, sino que pasará a ser niño-madre-padre.
Este hecho es fundamental para su desarrollo, puesto que ya no se considerará imprescindible para el bienestar de sus padres, lo que le permitirá iniciar su socialización.
En este momento, también tiene lugar la interiorización de la diferenciación sexual. Las diferencias sexuales anatómicas se incorporan al nivel psíquico.
Hay que evitar que los niños se centren en las conductas estereotipadas que aparecen en esta etapa, que responden al tópico de los roles sexuales.
En esta etapa aparecen también las primeras preguntas sobre sexualidad (“cómo se hacen los niños”, por ejemplo), al igual que las primeras conductas masturbatorias.
Estas prácticas son normales, únicamente hay que explicarle al niño dónde y cuándo puede llevarlas a cabo, al igual que responder con veracidad (con información adaptada a su nivel) a sus preguntas.
Etapa de latencia: de los 6 a los 10 años
Esta etapa se caracteriza por la socialización y el aprendizaje escolar. Los padres deben tolerar y fomentar las relaciones sociales de su hijo, permitiéndole realizar actividades con sus iguales.
Los amigos se vuelven imprescindibles y permiten consolidar la identidad y personalidad del niño. El niño se vuelve sensible y celoso de su intimidad, y sus confidentes ya no serán sus padres sino sus amigos. Este cambio no se debe afrontar como una falta de confianza, sino como un desarrollo en su autonomía.
Es el periodo de las operaciones concretas; se empiezan a manejar conceptos espaciales, temporales y numéricos, lo que permite profundizar en el aprendizaje escolar. Este es uno de los hitos más importantes en esta etapa.
Pubertad y adolescencia: de los 11 a los 18 años
En esta etapa se producen gran cantidad de cambios físicos y psíquicos. El cuerpo cambia y crece, se desarrollan los caracteres sexuales primarios y secundarios, y se produce irremediablemente el fin de la infancia, dando lugar a un periodo de duelo.
Se produce una crisis de identidad en la que al adolescente ya no le satisface todo como antes. Se refugia en su grupo de amigos y se rebela contra los valores del mundo adulto.
Aparecen las primeras relaciones sentimentales y sexuales, produciéndose el acceso a la sexualidad adulta con todas sus consecuencias.
Sobre las etapas del desarrollo madurativo recuerda…
El niño es un individuo en constante evolución, y es fundamental que dispongas de toda la información sobre cada etapa para poder acompañarle en el proceso.
En cada etapa del desarrollo madurativo pueden producirse trastornos adaptativos (transitorios), debido a las dificultades normales del desarrollo. Consulta con tu pediatra cualquier duda que tengas al respecto y acompaña a tu hijo o hija en su desarrollo.
Bibliografía
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- Escudero, C. (2012). Las etapas del desarrollo madurativo. Form Act Pediatr Aten Prim. 2012; 5(2): 65-72.