Todos conocemos la enseñanza tradicional, esa en la que el maestro se sentaba en su pupitre y marcaba una gran distancia emocional entre él, su trabajo y los niños. Los niños debían respetarlo de la peor forma posible: con miedo a ser castigados si no obedecían las normas.
Sin duda, esta era una forma de enseñanza autoritaria y poco efectiva. Afortunadamente aunque existía enseñanza tradicional, no todos los maestros eran así, y muchos de ellos dejaban grandes marcas en el corazón de sus alumnos.
La educación en la escuela
Hoy en día, es posible que aún existan docentes que enseñan en las aulas con poca vocación y que siguen marcando demasiada distancia emocional entre los alumnos y su persona. Esto solo consigue que los alumnos no aprendan los contenidos con motivación e incluso que sientan que acudir a clase es algo tedioso y poco productivo. Total, ¿a quién le gusta estar cerca de alguien que no tiene ganas de estar a tu lado?
Afortunadamente, este tipo de enseñanza tradicional cada vez está más obsoleta y los docentes cada vez apuestan más por una enseñanza donde la motivación, el respeto, las actividades conjuntan y el amor entre unos y otros, sean los grandes protagonistas.
Los niños, cuando tienen la suerte de tener un maestro que sabe que la enseñanza es cosa de dos, de intercambio de información y de respeto mutuo, entonces sí se logra que la enseñanza se complete con el aprendizaje. Un buen maestro es aquel que enseña con el corazón y que ve en sus alumnos mucho más allá de sus notas.
La educación en casa
Pero la educación no es exclusivamente algo de los maestros, ni mucho menos. La educación comienza y termina en casa, la escuela enseña conceptos y también valores, pero los valores deben ser reforzados en casa para que puedan tener significado para los alumnos.
Los padres deben ser conscientes de que la disciplina positiva es aquella que se enseña de corazón a corazón. Porque una enseñanza basada en el amor y en el respeto, siempre dará buenos resultados. En este sentido, desde que el niño llega a nuestras vidas, como padres, debemos ser conscientes de que ellos se transformarán dependiendo de lo que nosotros les enseñemos en la vida. Por eso resulta primordial enseñar desde el corazón los aspectos de la vida, los valores, la moral y ser el mejor ejemplo a seguir.
De corazón a corazón
Cuando se trata de educación, no se trata únicamente de enseñar conceptos o de esperar que los niños saquen buenas notas en el colegio… nada más lejos de la realidad. Cuando se trata de educación, se trata de:
- Ser el mejor ejemplo a seguir para los niños.
- Transmitir valores que después realizamos los adultos en el día a día.
- Respetar al niño como persona en todo momento.
- Darle el espacio que necesita para el aprendizaje y para su desarrollo personal.
- Ser su guía pero no su dictador.
- Permitir que los niños tomen sus propias decisiones.
- No sentirnos superior por tener más edad, los niños son los mejores maestros gracias a su corazón puro.
- Enseñar desde la igualdad emocional, donde los sentimientos son los más importantes.
- Mostrar a los niños el camino de la Inteligencia Emocional, un camino que les permitirá aprender sobre el mundo, pero sobre todo, sobre ellos mismos.
Cuando un niño se siente valorado, comprendido y respetado, será entonces -y solo entonces- cuando abra su corazón para permitir que tus enseñanzas le lleguen y así, se pueda formar y convertirse en un adulto con éxito. Pero lo mejor, es que un niño que aprende de este modo se acordará toda la vida de los valores que aprendió gracias a que otra persona decidió enseñarle como persona para hacerle crecer y no para que acatase normas sin más.
Bibliografía
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