Tu hogar debe ser un refugio emocional

Tu hogar debe ser un refugio emocional
María Alejandra Castro Arbeláez

Revisado y aprobado por la psicóloga María Alejandra Castro Arbeláez.

Última actualización: 25 abril, 2020

Todos los seres humanos necesitamos sentirnos protegidos para estar felices. Esa protección se encuentra en la seguridad, la seguridad que proporciona un hogar. Un hogar además de ser un refugio físico, también debe ser un refugio emocional. No hay mayor refugio que aquel en el que nos sentimos valorados, comprendidos, apoyados, y sobre todo, amados. 

El refugio emocional del hogar

El refugio emocional no solo es importante para los adultos, sino que también resulta imprescindible para los niños. Los niños son seres frágiles e inocentes que están formando su personalidad, su identidad, que aprender de lo que ven, que sus mayores ejemplos son sus padres… Sin duda es necesario que para que los niños crezcan sanos y felices, se trabaje en un hogar como refugio emocional.

Si quieres que tus hijos crezcan y se desarrollen sanos y felices, necesitarás crear un clima emocional en el hogar que les ayude a ser ellos mismos, que sepan que son personas respetadas por lo que son, que pueden sentirse bien y mal si así lo necesitan… Y que además, tienen a su familia a su lado todo el tiempo, para lo bueno y para lo malo… La familia será su mayor pilar.

El hogar como refugio emocional podemos ser nosotros mismos, podemos desarrollarnos sin juicios, sin etiquetas, sin dedos que te señalen. En un hogar existe confianza, hábitos, rutinas y normas que se deben entender y no descuidar. El respeto entre unos y otros, la comprensión y el buen hacer es muy importante. Los integrantes de una familia deben saber que en su hogar, el amor está en el aire.

Inteligencia y educación emocional

En un hogar como refugio emocional no pueden faltar algunos elementos: empatía, asertividad, autocontrol, bondad, respeto, confianza, comunicación y amor. Es importante cuidar las emociones propias para encontrar el bienestar común de todas las personas que habitan en un mismo hogar. Por esto mismo, la Inteligencia Emocional deberá formar parte de la vida diaria.

Además, en un hogar donde hay niños no puede faltar la educación emocional. Los niños necesitan aprender a entender sus emociones y también las de los demás. Los niños son los que sufren con mayor intensidad cuando se viven conflictos en casa, y lo peor… Ellos se llevan la peor parte porque se puede socavar en su personalidad aspectos negativos que les hagan tener una pesada carga emocional. 

Los conflictos son inevitables, incluso las mejores familias pueden sufrir conflictos en el seno del hogar. Pero el secreto es aprender a cómo manejar esos conflictos, a cómo aprender de ellos para encontrar soluciones y que en el futuro ese mismo conflicto no vuelva a afectar de forma tan negativa al hogar. Una forma de hacer frente a los conflictos es hablarlos con sinceridad y honestidad, hablando sobre las emociones y los sentimientos que nos ha generado ese conflicto en particular.

Cómo conseguir que tu hogar sea un buen refugio emocional

Para conseguir que tu hogar sea un buen refugio emocional, primero deberás mirar dentro de tu corazón y darte cuenta de que cuánto mejor te sientas y más feliz estés, mejor será la armonía que desprendas de ti. Si te sientes bien, actuarás bien y los de tu alrededor lo notarán también. Si te sientes mal, habrá que buscar soluciones para que esos sentimientos negativos no se apoderen de ti. Cuida de los momentos que pasas con los demás y contigo mismo/a.

Otra idea es que seas capaz de poder tratar a tu familia como si te estuvieran grabando en una cámara. ¿Por qué? Porque si sientes que otros te ven y te juzgan es probable que saques tu mejor cara, tu mayor amabilidad y que trates a tu familia y a ti mismo/a con todo tu amor. Pero no es necesario que te graben para eso, seguro que sabes cómo conseguirlo de forma consciente.

También puedes empezar a cuidar lo que dices y cómo lo dices. Se pueden decir las cosas con cariño y respeto. A todos nos gusta que nos hablen con cariño. No permitas que el estrés, la rutina o el mal humor te acostumbre a hablar a los que más quieres con dureza. La confianza se gana con el respeto, por eso respeta a los demás y háblales con el mismo cariño con el que te gusta que te hablen a ti.

 

 


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