Estereotipias en niños: ¿cuándo debo preocuparme?

No todas las estereotipias en niños indican lo mismo. Es importante diferenciar los distintos patrones de movimientos. Estos pueden indicar diversas condiciones de salud. Te lo contamos todo a continuación.
Estereotipias en niños: ¿cuándo debo preocuparme?
Maria Fátima Seppi Vinuales

Escrito y verificado por la psicóloga Maria Fátima Seppi Vinuales.

Última actualización: 05 octubre, 2023

Algunos padres suelen prestar atención a ciertos movimientos repetitivos y frecuentes en sus hijos, lo que puede generar preocupación. En ocasiones, de manera automática, estos patrones de comportamiento se asocian con indicios de autismo, mientras que otros pueden desconocer su origen y no darle la importancia necesaria.

Pero, ¿qué implica realmente esta situación? Si bien cada caso debe ser analizado de forma individual, una posible explicación es que se trate de estereotipias en niños.

Las estereotipias son movimientos repetitivos y coordinados que, en muchos casos, pueden interrumpirse con la participación en otras actividades y tienden a desaparecer con el tiempo. Sin embargo, en otros contextos, estas conductas pueden indicar comorbilidad, es decir, la presencia de múltiples diagnósticos clínicos concurrentes.

¿Qué son las estereotipias en niños?

Las estereotipias en niños se refieren a patrones repetitivos de comportamiento que a menudo involucran movimientos motores o vocalizaciones y que parecen carecer de un propósito aparente. Las características más comunes de los movimientos incluyen los siguientes:

  • Rítmicos.
  • Repetitivos.
  • Coordinados.
  • Formatos diversos.
  • Semiinconscientes.
  • No propositivos: no se realizan con una finalidad.
  • Estereotipadas: suelen ejecutarse siempre de la misma manera.
  • Suprimibles: pueden interrumpirse si se distrae al niño o si se propone efectuar otra actividad.

Ejemplos de estereotipias

Algunos de los patrones más comunes de estereotipias en niños pueden ser los siguientes.

  • Enroscarse el pelo.
  • Subir y bajar los hombros.
  • Balancear el tronco, giros.
  • Caminar de puntillas, golpear el piso de manera alternada: un pie, luego el otro.
  • Chupeteo de objetos, fruncir los labios, hacer muecas, resoplidos, movimientos o «juegos» con la lengua.
  • Aleteo de manos, hacer palmas, retorcerse las manos o los dedos, golpear superficies con los dedos, frotar objetos.
  • Vocalizaciones, como repeticiones de vocales o de una misma palabra. También puede ser la risa repetitiva y forzada, siempre la misma.

Diferencias con los tics nerviosos

Estas características permiten diferenciar las estereotipias de los tics; estos últimos se asemejan a espasmos y se caracterizan por ser involuntarios e incontrolables, es decir, la persona no puede decidir cuándo ejecutarlos o suspenderlos. Algunos ejemplos comunes incluyen el guiño o el parpadeo repetitivo, resoplidos por la nariz y gruñidos, entre otros.

Según una publicación en la Revista Anales de Pediatría Continuada, las estereotipias tienden a manifestarse antes de los 3 años de edad y, en la mayoría de los casos, involucran a los miembros superiores.

En general, no suelen dificultar la realización de otras actividades motoras. Además, otra diferencia clave con los tics es la edad de inicio, ya que estos últimos tienden a aparecer más tarde, generalmente a partir de los 6-7 años.


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Estereotipias primarias

Las estereotipias primarias son aquellas que se presentan en pacientes sin problemas de salud asociados. Estas no representan ningún impedimento u obstáculo para el desarrollo o la participación habitual del niño en sus actividades.

Según una publicación de la Revista Chilena de Pediatría, las estereotipias no se presentan solo en casos de trastorno del espectro autista (TEA) o trastornos del neurodesarrollo, como suele documentarse con frecuencia.

También pueden aparecer en lo que el equipo de la citada investigación menciona como «niños sanos» o sin enfermedades crónicas. En casos de estereotipias primarias en niños, pueden originarse, por ejemplo, en situaciones de estrés o ansiedad. Aunque también pueden ser potenciadas por antecedentes hereditarios.

Estereotipias secundarias

Por otro lado, las estereotipias secundarias se refieren a aquellos casos asociados a trastornos neurológicos, retraso mental, trastornos del espectro autista, déficits neurosensoriales y trastornos psiquiátricos como la esquizofrenia.

Sin embargo, es importante destacar la función que desempeñan las estereotipias en estas condiciones. Por ejemplo, en el autismo, las estereotipias pueden servir para ayudar a los niños a restablecer el equilibrio y autorregularse.

Es común que aparezca una estereotipia, como el aleteo de manos, en ambientes de sobrecarga sensorial (exceso de luces, sonidos o personas) o en situaciones de estrés, como presenciar una discusión, donde el niño se siente invadido. En estos casos, este tipo de movimiento puede ayudarles a calmarse.

Estereotipias más frecuentes según la edad

Conocer cuáles son las estereotipias más habituales según la edad del niño también puede ayudar a comprender en qué situación se encuentran. Por ejemplo:

  • Los niños lactantes y en edad preescolar suelen chuparse el dedo y balancear el tronco.
  • Los niños en edad escolar tienden a morderse las uñas, enroscarse el pelo o golpear un objeto, como una mesa, con varios dedos.

Además, es bastante común que, con el tiempo, un tipo de estereotipia sea más frecuente y luego sea reemplazado por otro.

¿Cuándo preocuparse por las estereotipias en niños?

Es importante identificar primero qué tipo de estereotipia está presente. Mientras algunas de ellas tienden a desaparecer con el tiempo, otras, como las estereotipias secundarias, suelen estar asociadas con Trastornos del Espectro Autista (TEA), así como trastornos neurológicos, entre otros.

En el caso de las estereotipias secundarias, no suelen disminuir con el tiempo y, en cambio, tienden a aumentar en frecuencia e intensidad. Sin embargo, también es relevante cuestionar si es apropiado intentar eliminar las estereotipias en los niños. Antes de llegar a una respuesta definitiva, es esencial determinar si la estereotipia es funcional para el niño o si le causa algún perjuicio.

Si la estereotipia es autolesiva, como en el caso de un acto repetitivo que daña la piel del niño, se debe buscar un reemplazo o su eliminación. Por ejemplo, si rascarse un brazo de forma repetitiva causa daño físico.

No obstante, si la estereotipia ayuda al niño a mantener la calma en situaciones adversas, no debería ser restringida. Es importante reconocer que, al igual que algunas personas eligen correr para aliviar el estrés, las estereotipias pueden servir como una herramienta de autorregulación para quienes tienen autismo.

En este sentido, es esencial ofrecer estrategias de psicoeducación para los miembros del entorno familiar y escolar que acompañan a las personas con autismo, de modo que puedan comprender mejor las estereotipias y aceptarlas.



Ocuparse no es preocuparse

Es fundamental comprender que a lo largo del desarrollo, los niños van explorando su cuerpo y su identidad. En muchas ocasiones, realizan sonidos o movimientos a propósito para ponerse a prueba y mostrar lo que son capaces de hacer. A veces, esto se hace para exhibirse ante otros y medir el impacto que causan.

En otras ocasiones, estos movimientos no son completamente voluntarios, como en el caso de las estereotipias primarias, pero pueden desaparecer o disminuir bajo ciertas condiciones.

También existen las estereotipias secundarias, que pueden ser indicativas de otras situaciones. Si los padres se sienten preocupados por esta condición, es pertinente consultar a un profesional. En general, en edades tempranas, un pediatra especializado es la persona más indicada para identificar el problema.

Es esencial recordar que, más allá del resultado, una estereotipia o un diagnóstico no define la totalidad de un niño. No es lo único que un niño sabe hacer ni lo más importante en él. Para enseñar a los niños a valorarse, respetarse a sí mismos y a los demás, es crucial educarlos en la diversidad y en la idea de que ser diferente no tiene por qué ser un problema.


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