Diferencias entre TEA y discapacidad intelectual

El espectro autista y la discapacidad intelectual a menudo se confunden, pero son dos realidades distintas. Hablamos acerca de sus principales diferencias.
Diferencias entre TEA y discapacidad intelectual
Elena Sanz Martín

Escrito y verificado por la psicóloga Elena Sanz Martín.

Última actualización: 01 enero, 2023

La discapacidad intelectual (DI) y el trastorno del espectro autista (TEA) son dos condiciones que se confunden con frecuencia, incluso por parte de los profesionales. Las dificultades para desarrollarse en diversos ámbitos y las conductas desadaptativas que se presentan en ambos casos hacen difícil distinguir si nos encontramos ante una realidad u otra. Sin embargo, ambas condiciones presentan varias diferencias y hoy queremos contarte más al respecto.

Es importante considerar que estos diagnósticos no son excluyentes y pueden presentarse al mismo tiempo, cosa que ocurre con bastante frecuencia. Las cifras varían según las fuentes consultadas, pero se estima que entre el 30 y el 50 % de los niños con TEA también presentan algún grado de discapacidad intelectual. No obstante, es importante determinar en qué casos se da una condición, la otra o ambas a la vez.

Definiciones de TEA y de discapacidad intelectual

Antes de hablar de las diferencias entre ambos constructos, conviene recordar en qué consisten. En primera instancia, cabe mencionar que ambos se clasifican dentro de los trastornos del neurodesarrollo. El hecho de que compartan categoría nos ayuda a suponer que las similitudes entre ambas, tanto a nivel biológico como de expresión o sintomatología, son bastantes. De hecho, algunas investigaciones sugieren que los genes implicados en la aparición de las dos condiciones son compartidos. Ahora bien, ¿en qué consiste cada una?

Discapacidad intelectual

En el DSM-5 (la última versión del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales), la discapacidad intelectual sustituye a lo que anteriormente se conocía como retraso mental. Para definirla, es necesario que se cumplan los siguientes criterios diagnósticos:

  • Deficiencias en el funcionamiento intelectual. Es decir, las dificultades, las limitaciones o el bajo rendimiento que se presentan en áreas como el razonamiento, la solución de problemas, la planificación, el pensamiento abstracto o el aprendizaje por experiencia.
  • Deficiencias en las habilidades adaptativas. El funcionamiento de la persona es menor a lo esperado, de forma que no cumple con los estándares en cuanto a autonomía personal y a responsabilidad social. Es decir, sin apoyo la persona no puede desenvolverse apropiadamente en el día a día.
  • Inicio en el período del desarrollo. Comienza a manifestarse ya en la infancia y, en todo caso, siempre antes de los 18 años.
Sobre la discapacidad intelectual, se hace énfasis en la influencia del entorno respecto de la capacidad para adaptarse y para desenvolverse de la persona.

Trastorno del espectro autista (TEA)

Por su parte, el TEA abarca realidades muy diversas y heterogéneas, ya que engloba varios trastornos que antes eran considerados independientes. Entre ellos, el autismo, el Aspeger o el sindrome de Rett. No obstante, presenta los siguientes criterios para diagnosticarlo:

  • Déficits importantes en la comunicación y en la interacción social. Por ejemplo, problemas en el acercamiento social, en el mantenimiento de las conversaciones o en la capacidad para compartir intereses y emociones con otros. También, incluye problemas con la comunicación no verbal y dificultades para entender las relaciones sociales.
  • Conductas e intereses restringidos y repetitivos. Por ejemplo, la presencia de estereotipias, la inflexibilidad y la resistencia al cambio. También, la aparición de intereses fijos y excesivamente intensos. Además, este punto incluye al procesamiento sensorial, el cual puede estar exacerbado o disminuido.
  • Los síntomas están presentes en el período temprano del desarrollo.

Cuáles son las principales diferencias entre TEA y la discapacidad intelectual

Al atender a las anteriores definiciones ya podemos darnos cuenta de que sí existen diferencias entre TEA y discapacidad intelectual. No obstante, las resumimos a continuación.

Funcionamiento intelectual

La capacidad intelectual es crucial en el diagnóstico de DI. Tanto es así que, tradicionalmente, un cociente intelectual de 70 o menos estaba asociado con esta condición. Hoy en día se analiza el funcionamiento cognitivo de la persona en diferentes áreas, a fin de determinar qué apoyos necesita.

En el caso de TEA este punto no es la clave y, de hecho, existe una gran variabilidad al respecto. Así, es posible encontrar personas con cociente intelectual inferior a la media u otras sobresalientes en cuanto a sus habilidades cognitivas.

Comunicación social

En el TEA es la comunicación social es el punto de mayor dificultad y en general, la interacción con los otros y el entendimiento de la esfera social están comprometidas.

En cambio, las personas con discapacidad intelectual pueden luchar por desenvolverse en este plano, pero será debido a sus propias limitaciones cognitivas. Así, solo se consideraría llamativo si las dificultades fuesen superiores a la edad de desarrollo determinada para esta persona.

Conducta adaptativa

Ambas condiciones del neurodesarrollo presentan dificultades para adaptarse al entorno y para funcionar adecuadamente, pero hay diferencias:

  • En el caso de la DI se debe a que la persona puede necesitar más apoyo y repetición para captar las normas sociales y adecuarse a ellas.
  • En el TEA, el problema principal radica en la falta de interés de la persona por involucrarse con los otros, así como en sus estereotipias e intereses restringidos.
Los niños con autismo presentan grandes dificultades para comunicarse e interactuar con los demás. Esto ocurre por un déficit en el desarrollo de las habilidades sociales.

Procesamiento sensorial

En el TEA suelen estar presentes alteraciones en el procesamiento sensorial. Es decir, que el niño puede ser hipersensible o hiposensible a los estímulos del entorno, además de presentar un interés inusual por ciertas luces, olores o texturas. En la DI esto no sucede.

Seguimiento de normas

Por último, también encontramos diferencias en el cumplimiento de normas o consignas entre las personas con TEA y discapacidad intelectual:

  • En el primer caso, esto se debe a las propias limitaciones cognitivas que dificultan la comprensión, el razonamiento y el aprendizaje.
  • En el segundo caso, ocurre como consecuencia de la inflexibilidad para el cambio, de los intereses restringidos o de la presencia de estereotipias.

TEA y discapacidad intelectual: distinguir para poder apoyar

En suma, aunque ambas condiciones presentan similitudes, también muestran diferencias que vale tener en cuenta. Y es que los apoyos que requerirán unos y otros niños serán diferentes. Además, es especialmente importante identificar aquellos casos en los que TEA y discapacidad intelectual coexisten, ya que muchas veces, luego de arribar al diagnóstico, se pasa por alto la posibilidad de una comorbilidad.

En cualquier caso, la prioridad ha de ser ofrecer la ayuda apropiada que facilite que el niño pueda desenvolverse en el día a día, gozar de la mayor autonomía posible y desarrollar su potencial.


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