El arte de los mimos es el lenguaje que nace del corazón. Mimar a un hijo es lo más bonito que podemos hacer como madres. Cada vez que encontramos a un niño que nunca o apenas ha sido mimado, lo notamos y sufrimos un poco, puesto que quisiéramos brindarle todos esos mimos que le hicieron falta en su momento.
En el arte de los mimos lo más importante aprender a diferenciar entre un niño ”mimado” y uno ”consentido”. En las siguientes líneas te vamos a explicar la diferencia entre ambos términos.
Admitámoslo, si hay una frase que escuchamos más de lo que nos gustaría es: tu hijo está muy mimado. Tampoco falta un: ¡qué consentido está tu hijo!
Aunque la persona no tenga un mal tono, hay cierto reproche en su afirmación. Entonces pensamos para nuestros adentros: ¿me estaré excediendo? ¿por qué me dicen esto cada vez que mimo a mi hijo?
A la mayoría de las personas se les olvida que existe una sutil diferencia entre un niño consentido y un niño mimado. De hecho, suelen considerar ambas cosas como un sinónimo de malcriadez. La connotación negativa puede venir por la falta de información al respecto, por ello queremos aclarar el asunto.
Se dice que una madre es mimosa cuando esta es propensa a las demostraciones de afecto para con sus hijos. Los besos, abrazos, halagos y palabras bonitas que regala son parte de su forma de ser y de educar.
Lo que se les dé a los niños, los niños darán a la sociedad.
–Karl A. Menninger–
De acuerdo al Diccionario de la Real Academia Española un niño mimado, es aquel que recibe muchos mimos (demostraciones de afecto, concesiones, halagos, afines). Los mimos son una demostración de ternura. Se dan con cuidado y/o delicadeza por afecto. Por ejemplo, cuando acariciamos a nuestro bebé y le damos cariño, lo estamos mimando. ¿Por qué? porque le estamos dando afecto de una forma delicada, tierna.
Un niño consentido es aquel con quien los padres suelen ser indulgentes. La diferencia está en que el segundo tiene un exceso de permisibilidad por parte de sus padres, mientras que el primero, simplemente recibe gran cantidad de mimos.
Hay niños que son consentidos y mimados a la vez por eso terminan siendo malcriados. Pero no todos los casos son así.
El arte de los mimos
Nada es más bonito que cuidar a los nuestros pequeños mediante el arte de los mimos llevado a cabo sabiamente. Ser una madre amorosa, atenta y delicada es un modo de favorecer el bienestar psicológico y emocional de nuestros hijos.
Una buena madre sabe establecer las estrategias adecuadas para evitar cruzar la línea del mimo hacia el consentimiento y la malcriadez. Brindará amor pero a la vez evitará crear una personalidad perjudicial para el niño. Además, un niño que reciba nuestros mimos, será un niño con una capacidad afectiva más receptiva y dispuesta.
Al contrario de lo que muchos piensan, el niño que recibe afecto y manifestaciones de amor constantes, puede llegar a ser más fuerte y seguro de sí mismo que aquel que no recibe cariño bajo la consigna de: ”sin bobadas serás más fuerte”.
Crianza consciente: yo elijo mimarte sin malcriarte
¿De verdad ofrecer mimos a nuestros hijos revertirá de forma tan positiva en ellos? La respuesta es SÍ y para entenderla debemos razonar la respuesta en base a la teoría del apego.
El concepto de attachement parenting acuñado por el pediatra William Sears sembró la semilla de este movimiento de crianza consciente que hoy conocemos como “crianza con apego”, “crianza natural, respetuosa o consciente”.
Un niño que recibe mimos puede llegar a ser un individuo con un madurez emocional mayor y desarrollará un apego seguro. A su vez, un apego seguro favorece el desarrollo de una personalidad segura e independiente. Esa seguridad, beneficia también su autoestima.Tanto los mimos, las caricias y las atenciones son raíces que edifican a largo plazo niños con personalidades más sólidas.
La consigna es: yo elijo mimarte sin malcriarte. Te mimo para que te sientas amado y aprendas a valorar a quienes te quieren.
Un niño que recibe mimos, seguridad, un afecto estable que no sabe de chantajes ni toxicidades, jamás se convertirá en un pequeño tirano o en un niño dependiente. El niño que recibe mimos aprende el valor del lenguaje afectivo y se sentirá libre y seguro para responder del mismo modo a aquellos que ama.
Libertad
Las madres que miman a sus hijos lo hacen porque así lo sienten. Saben que mimar es sinónimo exclusivo de tratar con afecto, de educar con cariño y consideración. Entienden además que la crianza con respeto tiene a su vez un fin muy concreto: guiar desde el corazón a nuestros hijos para que día a día se sientan más seguros, más libres hasta que llegue el momento en que emprendan sus propios caminos.
Los mimos de hecho no tendrán fecha de caducidad. Seguirán practicándose aún en la edad adulta, ahí donde seguir tratando a nuestros hijos con el más maravilloso de los afectos. Al fin y al cabo, de eso se trata de amar con sabiduría.
Bibliografía
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