7 ejemplos de escucha activa para aplicar con tus hijos

Para poder conectar con tu hijo y escucharlo de manera activa, es importante crear un ambiente libre de distracciones, eligiendo un lugar adecuado para comunicarse. Además, hay algunas estrategias que puedes seguir para facilitar esta comunicación.
7 ejemplos de escucha activa para aplicar con tus hijos
Maria Fátima Seppi Vinuales

Escrito y verificado por la psicóloga Maria Fátima Seppi Vinuales.

Última actualización: 09 agosto, 2023

La escucha activa permite crear un clima diferente con tus hijos: habilita un espacio en donde se sienten valorados y tenidos en cuenta, espacio que facilita que las emociones se compartan.

Sin embargo, aunque sus beneficios son múltiples y notorios, muchas veces resulta difícil no «acelerarse» y dar respuestas anticipadas. Dejar que tu hijo termine de expresarse es uno de los tantos ejemplos de escucha activa que puedes ejercitar para que se sienta comprendido.

Consejos de escucha activa para aplicar en niños

Aplicar técnicas de escucha activa puede mejorar la calidad de las interacciones con los más pequeños, fomentando la confianza, el entendimiento mutuo y el fortalecimiento de los vínculos afectivos. A continuación, presentamos algunos consejos de escucha activa que puedes emplear para conectar de manera más profunda con tus hijos y cultivar una comunicación más efectiva y enriquecedora.

1. Evita interrumpir

Esta es una de las «peores» costumbres, pero que está presente en muchas conversaciones. «Cortar» a la otra persona para decir algo, lo que se conoce en algunos lugares como «meter bocadillo».

Si bien muchas veces la intención es demostrar interés y participación, el resultado es el opuesto, ya que es una forma de invalidar lo que el otro está diciendo para decir «algo más importante» o para plantear la opinión propia. Aunque tengas muchas ganas de decir algo, es importante tener paciencia y esperar a tu turno para hablar.

2. Deja de lado las distracciones

Muy similar al punto anterior, chequear correos electrónicos o las notificaciones del celular, o participar en conversaciones en paralelo, es una forma de interrumpir. Demuestra que no estás conectado con la interacción en el «aquí y ahora».

En todo caso, si también debes atender a alguna urgencia o estar disponible, puedes decírselo a tu hijo. Por ejemplo, puedes decirle: «quizás reciba un llamado importante, en ese caso, debo atender».

3. Presta atención a tu lenguaje no verbal

Ten en cuenta que tus gestos, movimientos, posturas corporales y silencios comunican. Por eso, observa cuál es tu comportamiento no verbal, el cual también participa y sostiene la conversación. Mantener contacto visual, algún gesto de afecto, una palmada, entre otros, son formas no verbales de hacerle saber al otro que estamos presentes y atentos.

Por ejemplo, si estás escuchando a tu hijo, pero jamás lo miras y, en cambio, estás mirando por la ventana, hay una incongruencia entre el decir y el hacer. O bien, aun cuando tus palabras sean de cariño, si miras el reloj mientras escuchas el relato, darás a entender que estás apurado y quieres retirarte.

4. Demuestra que estás conectado con la conversación

Por ejemplo, puedes retomar la última frase que dice tu hijo para introducir lo que quieres decir. También puedes emplear sus palabras para darle tu consejo. A su vez, para demostrarle que estás prestando atención, también puedes utilizar frases como: «entiendo que lo que me estás diciendo es…», entre otras.

5. Evita juzgar, demuestra empatía

Si tu hijo está atravesando un problema, expresar lo que le sucede puede ser difícil. Es posible que tema tu reacción o que sienta cierta vergüenza respecto a la situación. Por eso, es bueno que intentes comprender sus emociones y empatizar con ellas.

En especial con los niños, aún existe un cierto prejuicio respecto a sus preocupaciones. «Son cosas de chicos», «hay peores problemas», olvidando que cada etapa del ciclo vital tiene sus propios desafíos y pasando por alto su derecho a ser escuchado.

Aléjate de aquellas frases que invalidan o minimizan situaciones, como: «no te preocupes por esas tonterías», «hay cosas más importantes», «no es tan grave». En cambio, puedes practicar la asertividad diciéndole: «entiendo lo que dices, lamento mucho que te sientas así».

6. Deja de lado el querer tener la razón

La escucha activa, de la mano de la empatía, evita ganar la competencia sobre «quién tiene la razón». Por ejemplo, si tu hijo te cuenta que tuvo un problema con Juanito en la escuela, evita decirle «yo sabía y ya te lo he dicho».

¿Acaso es relevante decirle eso a tu hijo cuando se abre para contarte cómo se siente? Con toda seguridad, puedes echar mano a otra respuesta y dejar los sermones de lado. Esto le hará entender que puede contarte lo que sea en cualquier momento.

7. Haz valer tu derecho a ser escuchado

También le puedes enseñar a tu hijo a escuchar, señalándole de buen modo su comportamiento inadecuado. Por ejemplo, cuando te interrumpa, puedes decirle: «¿me dejas terminar la idea y luego me dices lo que piensas?» O bien, si no te presta atención: «¿podrías dejar de mirar la televisión mientras te hablo?».

Pero ten cuidado con el tono que usas. Debes ser respetuosa en todo momento, ya que así tu hijo entenderá qué está haciendo mal. De este modo, también lo orientas sobre cómo escuchar y tener presente al otro.



¡Sé un ejemplo de escucha activa!

La escucha activa implica poder conectarse con la otra persona, darle protagonismo, ser capaces de «sostenerla» durante su relato. En este sentido, los padres y adultos deben trabajar sobre sus propias emociones para evitar que interfieran o «sorprendan» en la respuesta que dan.

Cuando un hijo comparte una situación compleja (es víctima de acoso escolar, por ejemplo), es frecuente que la respuesta sea «¡pero cómo puede ser que te pase esto a ti, que eres tan fuerte!» No solo se trata de una respuesta victimizante y desacertada, sino que además exhibe la impotencia y la incompetencia emocional de los adultos para «estar a altura de las circunstancias».

En este caso, la emoción vino primero y desbordó la conversación, imposibilitando una respuesta desde la empatía. Por eso, también es importante que los adultos intenten ser conscientes de sus emociones como padres y busquen trabajar su inteligencia emocional.

Por último, es importante que sepas que los niños también aprenden a partir de la observación. Si ellos observan tus buenos hábitos, también podrán imitarte. Ahora bien, si observan que interrumpes y que no predicas con el ejemplo, también aprenderán de ese comportamiento no deseado.



Beneficios de la escucha activa en la comunicación con tus hijos

Practicar la escucha activa desde temprana edad con los niños también permite inculcar valores como el respeto y la empatía por el otro. Aquellos niños que se sienten atendidos, escuchados y queridos también serán capaces de actuar de igual manera en el futuro. A su vez, escucharlo te permitirá conocerlo, entender sus preocupaciones y acercarte más a tu hijo.

Es cierto que la escucha activa no es algo que se aprenda de un día para el otro; por el contrario, requiere de práctica y de conciencia. Sin embargo, vale la pena intentarlo, ya que no solo permite conectar con las personas, sino que también mejora de manera notable la calidad de los vínculos.


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