El duelo en la infancia no es un tema tan abordado como otros. Aun cuando se sabe que la muerte en los seres vivos es inevitable al niño no se le habla sobre eso. Por lo general, preferimos tratar con él temas agradables que le despierten su imaginación.
Entonces, un día, por azar y desgracia del destino, tiene que enfrentarse a la pérdida de un ser querido: un abuelo, tío, o la mascota que tantas alegrías le trajo. De pronto el niño se topa con la adversidad y como no lo preparamos para eso, ni él entiende lo que acaba de suceder ni nosotras sabemos cómo explicarle y ayudarle a afrontar el cambio.
¿Cómo enseñar a un niño a lidiar con la muerte?
Un niño necesita saber de todo y saber la verdad. Que hay un sol que sale por el día para calentar la tierra y hacer crecer las plantas, que el agua caída del cielo se llama aguacero y se precipita de las nubes y que las personas mueren porque el morir es parte de la vida.
Contrario a lo que recomiendan los pediatras cuando existe un fallecimiento, al niño pequeño se le intenta demorar la noticia, o se opta por inventarle fantasías como que el perrito se fue al cielo y se convirtió en una estrella. Claro está, el único objetivo que persigue la familia es el de protegerlo del dolor inconsolable. Pero al niño hay que hablarle sobre la muerte para que la tome de la manera menos traumática posible.
A continuación te explicamos cómo.
El duelo para niños de 0 a 2 años
A los niños de 2 años les cuesta entender la palabra muerte y lo que ella significa. Si en esta etapa sufren una pérdida les es imposible asimilar lo sucedido. Para ellos que el abuelo haya muerto es como que se fue a trabajar. Lloran porque no lo ven, no lo tienen a su lado. Eso es lo único importante.
Si tienes un niño de 2 años y la familia sufrió la pérdida del viejito de casa lo primero es hacer todo por adaptarlo al cambio. Para eso, te recomendamos seguir las mismas rutinas tanto las que se relacionan directamente con él: horario de juego, baño, alimentación…, como las que no: día de limpieza en la casa, horario para sacar la mascota a pasear, horario para ver juntos la televisión.
Lo fundamental es variarle lo menos posibles los hábitos que lo hacen sentir tan seguro. Si era el abuelo quien antes tiraba la basura y el niño lo acompañaba, papá puede hacer la misma tarea y pedirle a su hijo que lo acompañe ahora a él.
El duelo para niños de 3 a 6 años
Para una niña de 3 a 6 años, si la abuela murió va a recibir la visita de un príncipe encantado que la va a besar en los labios, a escondidas del abuelo, y la va a devolver a la vida. Para el niño el abuelo está muerto pero va a abrir los ojos y se levantará como mismo lo hacen sus soldaditos luego de cada combate.
A esta edad la muerte está rodeada de fantasía y es siempre temporal. Puedes morir mil veces y resucitar otras mil más, porque eso es lo que sucede durante el juego. Ningún muñeco está muerto para siempre. Sin embargo, cuando un niño de esta edad se topa con el fallecimiento de un ser querido no hay que alimentarle su imaginación, hay que decirle la verdad de una manera clara y precisa.
Este niño va a echarse llorar cuando asimile lo que acaba de suceder y se va a abrazar a sus padres con la interrogante de si ellos y él mismo van a morir algún día. No son pocas las personas que para intentar sobrellevar la situación y consolar a su hijo intentan solapar la verdad con una mentira, pero reiteramos, lo que recomiendan los especialistas es que, en todo momento, se le diga la verdad al niño.
El duelo en la infancia
Mamá, tu hijo debe conocer la temática de la muerte desde edades tempranas para que se familiarice con el término y sepa que es un proceso natural e inevitable. Hay que explicarle todo cuanto quiera saber antes de que se enfrente a una situación de este tipo.
Luego que sucede una buena manera de sobrellevar la pérdida y atenuar el miedo hacia la muerte es decirle que cuando una persona muere y se va de su lado en realidad nunca lo deja si aprende a recordarla.
No le ocultes ni disfraces la realidad porque eso solo va a confundirlo. Tampoco quieras alejarlo de lo que sucede, recuerda que una de sus principales habilidades es la observación. Si hay dolor, duelo, amargura dentro de casa, él, antes que nadie, se dará cuenta del cambio.
No te ocultes para llorar y le hagas ver que todo está bien. A las emociones de dolor así como a las de alegría hay que darles espacio para que fluyan. El niño debe habituarse a convivir con ellas.
Si tu hijo tiene preguntas, respóndeselas con veracidad; si quiere llorar, déjalo que canalice su dolor; si te abraza, estréchalo fuerte y dale todo el cariño que puedas.
Bibliografía
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