Aunque te parezca que tu hijo es pequeño para comprender una historia, desde las edades más tempranas es provechoso compartir con él algunos cuentos cortos para bebés. El contacto temprano con la literatura es una forma de estimulación genial para los pequeños.
Debes saber que el hecho de narrar historias es una forma de comunicarte con tu hijo. Además, le brinda las herramientas para conectarse con los otros a través de la palabra, nuestro código humano por excelencia.
Cuentos cortos para leer a los bebés
Como se detalla en una investigación publicada en Journal of Early Childhood Literacy, leer en voz alta al bebé es una actividad que favorece el aprendizaje de la lectura y la alfabetización. Además, se trata de una de las actividades compartidas entre padres e hijos más beneficiosa y que puede durar durante años. Por eso, prepárate para leer los siguientes cuentos y deleitarte con los gestos y las respuestas que el pequeño de la casa dé. Seguro que pasarán un momento especial y se irán a dormir con una grata sensación.
Son piezas perfectas para compartir con los niños más pequeños, ya que los entusiasman y les permiten disfrutar muchísimo.
«Las personas siempre han contado cuentos. Mucho antes de que la humanidad aprendiera a leer y escribir, todo el mundo escuchaba cuentos».
—Gunter Grass—
Te sugerimos, para empezar, elegir cuentos sencillos, con ilustraciones coloridas y con relatos agradables y divertidos. A continuación, te presentamos 9 opciones ideales para iniciar con la rutina de la lectura hoy mismo. ¡No te las puedes perder!
1. El papel y la tinta de Leonardo da Vinci
Sobre la mesa de una casa, había varias hojas de papel de un color blanco inmaculado. Todas eran iguales: limpias y radiantes. Hasta que una pluma con tinta comenzó a manchar a una de ellas.
La hoja de papel manchada se enojó mucho y le dijo a la tinta:
—Con tu color negro, has ensuciado mi blanco radiante, me has arruinado para siempre —.
—Estás equivocada, yo no te ensucié, sino que te doté de bellas palabras y ahora eres diferente, te has transformado en un mensaje, eres algo único y de gran valor — respondió la tinta muy sabia y tranquila.
Entonces, alguien entró a la habitación, tomó las hojas que estaban sobre la mesa y las hizo un bollo para arrojarlas al fuego. Pero al notar que una de ellas tenía algo escrito, la separó cuidadosamente y la dejó en su lugar.
A pesar del enojo de la hoja, en definitiva fue el aporte de la tinta la que la salvó de ser destruida por el fuego. Esta pequeña diferencia la destacó sobre las otras hojas y le permitió sobrevivir.
2. El Patito Feo, de Hans Christian Andersen, uno de los cuentos cortos para bebés más tradicionales
Mamá y Papá Pato esperaban ansiosos que sus bebés rompieran los cascarones de los huevos y así poder conocerlos y comenzar su vida como una familia feliz.
Una mañana, los patitos comenzaron a asomar sus cabecitas y a saludar a sus papás. ¡Todos eran iguales, de un bellísimo color amarillo!
Pero había un huevo más grande que tardaba demasiado para romperse y el bebé no aparecía. Finalmente, emergió la cabecita y para sorpresa de todos, ¡era un bebé diferente y más oscuro que el resto! A raíz de esta diferencia, lo llamaron Patito Feo.
En la granja todos se burlaban de él, entonces el patito decidió irse a otro lado para encontrar a alguien que lo quisiera tal como era.
Patito Feo anduvo por los campos y los bosques, escapó de los cazadores que querían llevarlo a su mesa y soportó el frío del invierno, solo y muy triste.
Al llegar la primavera, se animó un poco y encontró un estanque en donde había cisnes. Patito Feo los miró asombrado por tanta belleza y elegancia.
Él quería tener amigos y que lo quisieran, entonces les preguntó a los cisnes si podía nadar con ellos y uno le contestó:
—Por supuesto, si tú eres igual a nosotros, puedes hacerlo—.
—Yo soy feo. No tengo su elegancia y hermosura — respondió el pato.
—¿Qué dices? Mírate en el agua — le respondieron los cisnes.
Entonces, Patito Feo vio su reflejo en el agua y se encontró con la imagen de un precioso cisne. Había crecido y se había transformado completamente en esa bella criatura. ¡Era un cisne, no un pato como habían creído en la granja!
A partir de ese momento, se unió a su nueva familia y vivió muy feliz, rodeado de su amor y de su cariño.
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3. Carrera de zapatillas de Alejandra Bernardis Alcainel
En una fecha del año, todos los animales de la selva se reunían y organizaban una carrera para divertirse y pasar un buen rato juntos.
Estaban todos listos en la largada, cada uno con sus preciosas zapatillas para correr, cuando llegó la jirafa. Enseguida, esta comenzó a presumir que era la más alta, la más veloz y la más elegante de todos.
Al cabo de un rato, miró a sus amigos y comenzó a burlarse de ellos:
—Ja, ja, ja. ¡Eres muy lenta! No sé para qué participas —le dijo a la tortuga. —Je, je, je. ¡Y tú eres tan gordo! —le dijo al rinoceronte.
Como los animales ya sabían que era una presumida, decidieron no hacerle caso y cada uno continuó con su calzado.
El zorro tenía unas zapatillas de color amarillo, con unas rayas verdes geniales. El mono, unas con luces y sonidos, ¡que fueron la sensación! La cebra se puso su calzado rayado blanco y negro muy elegante y se ató bien los cordones.
Pero cuando todos estaban listos, escucharon que alguien lloraba desconsoladamente: era la jirafa que, por su gran altura, no llegaba a sus pies para atarse los cordones.
—¿Quién puede ayudarme? —preguntó a los gritos.
—Tú te burlaste de tus amigos porque eran diferentes. Debes saber que no todos somos iguales y que tienes que respetar las diferencias si quieres tener amigos que te ayuden con gusto —le respondió el zorro.
La jirafa, avergonzada, decidió pedirles disculpas por lo ocurrido y, entonces, las hormigas se subieron a sus zapatillas y le ataron los cordones.
Finalmente, todos corrieron la carrera, festejaron juntos y celebraron la amistad, el respeto y la diversidad.
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4. «Arco», uno de los mejores cuentos cortos anónimos para bebés
Había una vez un pequeño arcoíris que vivía en el cielo. Era un arcoíris muy especial, lleno de colores brillantes y radiantes. Su nombre era Arco, y siempre estaba feliz y emocionado por su trabajo.
Cada vez que llovía, Arco aparecía en el cielo para alegrar el día de las personas. Su misión era crear un puente de colores entre la tierra y el cielo. Los niños y adultos se maravillaban al verlo y le daban la bienvenida con sonrisas.
Un día, mientras Arco cumplía su tarea, notó que algo estaba mal. Los colores que solían ser tan vibrantes y hermosos, poco a poco, se desvanecían. Arco estaba muy preocupado y no sabía qué hacer. Así que decidió viajar por el cielo en busca de ayuda. Entonces, se encontró con Estrella, una brillante amiga que siempre estaba llena de sabiduría. Arco le explicó lo que sucedía y le pidió consejo.
Estrella le dijo a Arco que la clave para recuperar sus colores estaba en la alegría y la positividad de las personas. Le sugirió que visitara a los niños, que eran los seres más puros y llenos de alegría.
Arco siguió el consejo de Estrella y descendió con suavidad a la tierra. Encontró un parque donde había muchos niños que jugaban y reían. Arco se acercó a ellos y comenzó a danzar en el cielo mientras llenaba el lugar con sus colores.
Los niños quedaron asombrados y emocionados al ver al arcoíris tan cerca. Saltaron y rieron de alegría, y sus risas llenaron el aire. Arco se sentía cada vez más fuerte y vibrante a medida que los niños se divertían.
Poco a poco, los colores de Arco volvieron a ser brillantes y radiantes como antes. El rojo era tan intenso que parecía fuego, el naranja brillaba como el sol y el violeta era tan profundo como la noche estrellada.
Arco se dio cuenta de que su misión no solo era crear un puente de colores, sino también traer felicidad a las personas. Desde ese día, siempre buscaba a los niños y les regalaba su hermosa presencia.
Y así, Arco descubrió que la alegría y la risa podían curar cualquier tristeza y devolver la belleza a los colores. Desde entonces, cada vez que llueve, el arcoíris aparece en el cielo para recordar que siempre hay esperanza, incluso en los días más oscuros.
5. El cumpleaños del Sr. León, de Marta Muñoz Gallardo
Había una vez un señor llamado León que era muy amable y sabio. Vivía en un pequeño pueblo rodeado de naturaleza. León era conocido por su pasión por los animales y su dedicación a protegerlos y preservar su hábitat.
El día del cumpleaños de León se acercaba, y los habitantes del pueblo decidieron prepararle una sorpresa muy especial. Sabían que León amaba la tranquilidad y la serenidad de los bosques, así que decidieron organizar una fiesta en medio de la naturaleza.
Con mucho entusiasmo, los vecinos comenzaron a planear y decorar el lugar donde se llevaría a cabo la celebración. Colocaron guirnaldas de flores alrededor de los árboles, construyeron una hermosa mesa llena de deliciosos pasteles y comida, y prepararon juegos y actividades para disfrutar durante el día.
El día de su cumpleaños, León se despertó con el canto de los pájaros y una cálida brisa que acariciaba su rostro. Como solía hacer cada mañana, se dispuso a salir de su casa hacia el bosque. Pero al llegar acompañado del monito Tití (que se encargaba de irle a buscar), se encontró con una sorpresa que lo dejó sin palabras.
Sus amigos y vecinos lo esperaban con una gran sonrisa mientras cantaban —¡Feliz cumpleaños! —, y agitaban globos de colores. León estaba emocionado y agradecido.
Durante el día, disfrutaron de juegos divertidos, compartieron risas y anécdotas, y saborearon deliciosos platos preparados por amigos. Hubo música y bailes bajo la sombra de los árboles, y el ambiente se llenó de alegría y gratitud.
En un momento de la celebración, León tomó la palabra y agradeció a todos por aquel maravilloso cumpleaños. Expresó su amor por la naturaleza y su compromiso de seguir protegiéndola. Prometió trabajar sin descanso para preservar el entorno natural y educar a las generaciones futuras sobre la importancia de cuidar el medio ambiente.
La fiesta continuó hasta que el sol comenzó a ponerse en el horizonte. La luz dorada de la tarde creaba un ambiente mágico, y llegó el momento tan esperado: León soplaba las velas de su pastel rodeado de amigos y seres queridos. Todos aplaudieron y le desearon un año lleno de amor, paz y felicidad.
Así, el cumpleaños del señor León se convirtió en un recuerdo inolvidable donde todos participaron en esa hermosa celebración en medio de la naturaleza. Fue un día lleno de amor, amistad y la promesa de un futuro mejor para el mundo que tanto amaban.
6. El Conejito de las Orejas Largas, de Ana Pía Magdalena Cárdenas
Un buen día, el Conejito de las Orejas Largas se dispuso a salir de su casa para comprar frutas y verduras. Llevaba con él su pequeño maletín azul y una canasta.
Por el camino, saltaba por todos los arbustos y zarzamoras. De estos sitios salían perros, ratoncitos y un sinfín de animales que no dudaban en acompañarle a sus compras.
Cuando llegó donde los feriantes, eligió zanahorias, lechugas y rábanos: alimentos para fortalecer su vista y sus dientes. También adquirió apetitosas manzanas, que tenían muchas vitaminas para endulzar sus meriendas.
Al llegar a su madriguera, la mesa estaba servida y sus quince hermanitos, con las patitas lavadas, esperaban deseosos para almorzar.
Pensaban: —Una vez nos lavemos los dientes y nos echemos la siesta, saldremos como premio a jugar con nuestros amigos los animalitos, aves e insectos del bosque —.
7. «¡Al agua, patito!, de Marcela Véliz Yáñez
Patito era pequeñito, inteligente, bonito y amarillo. Le encantaba jugar, correr, bailar, cantar, saltar y nadar, pero había una cosa que no le gustaba nada de nada: bañarse.
Su mamá, preocupada, le creó una canción y, al tomar la esponja y el jabón, cantaba: —Al agua patito, nos vamos a bañar, con el jaboncito a refregar —.
Al escuchar por primera vez la melodía, Patito salió corriendo a esconderse debajo de su cama, pero la mamá siguió cantándola.
Patito, curioso, quiso ver qué hacía su mamá en el baño y… —¡Cuac! —, su mamá estaba encantada con la espuma mientras cantaba y jugaba. ¡Lo estaba pasando súper bien!
Sin pensarlo, Patito corrió a sumergirse en el baño para cantar, junto a su mamá, aquella preciosa y divertida canción.
8. «Alboroto en la cocina», de Elizabeth Ángela Bahamondes Morales, uno de los más divertidos cuentos cortos para bebés
Cierto día, en la cocina de nuestra casa, se desarrolló, como cada año, el Congreso Anual de los Alimentos. Allí cada uno de los alimentos discutía por saber cuál era el más saludable y el que hacía crecer más fuertes a los niños.
—¡Yo soy el mejor! — exclamó el chococate, —ya que con mi sabor hago felices a los niños —.
—¡Eso no es verdad! — dijeron a coro las patatas, –nosotras, fritas, somos sus preferidas —.
—¡Silencio! — gritó el tomate, —está clarísimo que yo soy el mejor. ¡Pertenezco nada más y nada menos que a las finísimas verduras! —.
Entonces, las frutas le contestaron a gritos: —¡Eh, no tan rápido! Nosotras somos más importantes porque entregamos vitaminas a los niños! —.
Tanto era el alboroto que se había creado en aquella cocina, que los cereales llegaron uno a uno para intentar poner paz. La leche fue la encargada de interrumpir aquella jauría: —¡No sigan peleando! Todos somos necesarios para que los niños crezcan fuertes y sanos —.
9. El jardín de las flores tristes, de José Morales Salazar
Las flores del jardín de la familia Rosales un día dejaron de brindar al hogar su fragancia exquisita. ¿Por qué?
Dalia y Jazmín, las hermanitas encargadas de regar las plantas, lo hacían refunfuñando:
—¡Queremos jugar y no regar!—, decían.
Las flores se entristecieron y por eso no olían a nada. Cuando el padre decidió arrancar las plantas de flores
sin olor, intervino el hada del jardín. Así que esa noche las niñas soñaron que una bella hada les decía:
—Las flores volverán a ser olorosas si ustedes las riegan con alegría y amor—.
Al día siguiente el padre fue a eliminar las plantas, pero notó con alegría que el jardín era otra vez fragante.
Dalia y Jazmín lo regaban cantando. De ese modo aprendieron que todo lo que hacemos debe provenir del corazón y las buenas intenciones.
Leer un cuento es un momento mágico para conectar con tu bebé
Contar historias es un hábito tan antiguo como la humanidad misma. Los cuentos que les leas a tus hijos hoy pasarán a formar parte de su memoria y de su propia historia.
Además de agradable, tal y como recoge el siguiente artículo publicado por la Universidad Politécnica Territorial de Mérida, el hábito de la lectura tiene muchos beneficios para los niños, como los siguientes.
- Estimula la imaginación, los sentidos y la creatividad.
- Inculca valores, hábitos, palabras nuevas, idiomas, entre otros conceptos.
- Ayuda a generar un ambiente de calma, propicio para disfrutar de un momento mágico y armónico.
Ya sea que los utilices como un arrullo antes de dormir o para pasar un rato divertido y excitante, los cuentos cortos para bebés son una gran oportunidad para iniciar a tus pequeños en el hábito de la lectura.
Por último, debes saber que tanto estas buenas historias, como tus palabras y gestos, serán recuerdos inolvidables para el bebé y lo acompañarán por el resto de su vida.
Bibliografía
Todas las fuentes citadas fueron revisadas a profundidad por nuestro equipo, para asegurar su calidad, confiabilidad, vigencia y validez. La bibliografía de este artículo fue considerada confiable y de precisión académica o científica.
- Towell, J. L., Bartram, L., Morrow, S., & Brown, S. L. (2021). Reading to babies: Exploring the beginnings of literacy. Journal of Early Childhood Literacy, 21(3), 321-337.
- Rondón, F. E. (2018). Beneficios de leer cuentos a nuestros niños. Educere, 22(71), 193-196. https://www.redalyc.org/journal/356/35656002015/html/