La necesidad de aprobación en los niños

Si un niño aprende que ha de complacer a sus padres para ser amado, repetirá ese patrón en el resto de sus relaciones.
La necesidad de aprobación en los niños
Elena Sanz Martín

Escrito y verificado por la psicóloga Elena Sanz Martín.

Última actualización: 14 enero, 2020

La infancia es una etapa sumamente importante a nivel de desarrollo, no solo físico, sino también emocional. Estas experiencias tempranas y las relaciones que los pequeños establezcan con las figuras más importantes marcarán su personalidad futura. Por ello, es importante conocer cómo se gestan algunos de los rasgos de carácter más problemáticos y dolorosos, a fin de evitar que se desarrollen. Hoy hablaremos de uno de los más comunes: la necesidad de aprobación.

Seguramente, a lo largo de tu vida habrás conocido a una de esas personas que se desviven por complacer a los demás. Individuos extremadamente amables y serviciales que son capaces de olvidar sus propias necesidades para atender a las de otros.

En su afán por recibir la aprobación de quienes les rodean, se sienten incapaces de establecer límites y terminan experimentando un gran sentimiento de frustración. Si queremos evitar que nuestros niños formen parte de esta categoría, hemos de ponernos manos a la obra.

La necesidad de aprobación paterna

Para los niños, sus padres son sus máximos referentes y las principales figuras de apego. Teniendo esto en cuenta, es normal que para ellos sea una prioridad agradarles: dependen de sus progenitores para obtener sustento, afecto y protección. Es la actitud de los adultos la que dará forma a esta necesidad natural, trasladándola hacia una autoestima sólida.

Niños con necesidad de aprobación levantando el pulgar.

El objetivo es que los padres empleen la credibilidad y confianza que sus hijos les otorgan en enseñar a los pequeños a aprobarse por sí mismos. A considerarse valiosos, dignos de respeto y poseedores del derecho a tener sus propios juicios y opiniones. De esta forma, se producirá una transición sana en la que los niños dejarán de depender de la opinión paterna y comenzarán a confiar en sí mismos.

Sin embargo, en muchas ocasiones, este proceso no ocurre. Algunos padres ejercen una crianza excesivamente exigente o sobreprotectora, que impide a los niños desarrollar su independencia. Estos adultos mantienen la idea de que un niño ‘bueno’ es un niño obediente y sumiso, y no dudan en reprobar cualquier transgresión del niño.

En lugar de escuchar la postura de su hijo, comprenderla y guiarlo para que la canalice de una forma adecuada, la penalizan. De este modo, transmiten al niño que sus opiniones no son importantes y que expresarlas puede conllevar una retirada de afecto. Por tanto, este aprende que, para ser amado, ha de complacer y cumplir expectativas.

Existe una gran diferencia entre penalizar una conducta o a la persona en sí misma. Si un niño se comporta de forma indebida, hemos de explicarle los motivos por los que ese comportamiento no es aceptable. Pero siempre dejando claro que lo inadecuado es ese acto concreto y no él como ser humano. Es distinto decir ‘eres malo’ a explicar  que ese comportamiento no está bien.

Niño enseñándole a sus padres lo bien que nada para buscar su aprobación.

La influencia de la escuela

Cuando los pequeños comienzan el colegio y salen del hogar por primera vez, empiezan a relacionarse con muchas personas nuevas. En este entorno, es el profesor quien ostenta la autoridad, y es normal que los niños deseen ganarse su aprobación y agrado. Igual ocurre con los compañeros; el pequeño deseará ser aceptado y acogido en el grupo.

No obstante, si no se ha logrado forjar una autoestima sólida, estas relaciones pueden volverse problemáticas. Es beneficioso que el infante se permita cuestionar la postura de su profesor y de sus compañeros, que confíe en su propio criterio. Un niño con necesidad de aprobación es un niño inseguro, que no se siente merecedor de afecto y sobrepasará sus propios límites con tal de no ser rechazado.

Así, es posible que permita conductas abusivas por parte de sus compañeros y que se sienta incapaz de alzar la voz ante una injusticia. A medida que crezca, podrá caer en comportamientos como modificar su personalidad, gustos y valores en función de las personas que le rodeen. Sus principios habrán dejado de importar, ya que su prioridad será ser aceptado.

Evidentemente, esta es una expectativa irreal e insana; no podemos ni debemos agradar a todo el mundo. Por ello, es importante ayudar al niño a desarrollar confianza en sí mismo desde una temprana edad. Hemos de asegurarnos de que sienta nuestra aprobación y nuestro amor incondicional. Ciertos comportamientos habrán de ser corregidos, pero siempre bajo la certeza de que es amado y aprobado sin condiciones. 


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