Constructivismo social: la base del aprendizaje

Según el constructivismo social, aprender consiste en construir un conocimiento con base en lo que ya sabes, y en la interacción con otras personas.

Niños jugando como parte del constructivismo social.

A lo largo de la historia se han postulado diversas teorías que tratan de explicar el modo en que los seres humanos adquirimos nuevos aprendizajes. El constructivismo social es una de las más completas e interesantes, pero, sobre todo, una de las más aplicables en la práctica diaria de los niños, tanto en las escuelas como en el hogar.

Lev Vygotsky, psicólogo ruso de gran relevancia en el campo del desarrollo infantil, fue el precursor de este enfoque. A partir de los aportes de Jean Piaget (otra figura destacada en el estudio de la infancia), desarrolló una visión de cómo el entorno social tiene una enorme importancia en el aprendizaje infantil.

¿Qué es el constructivismo?

Con la llegada de la psicología conductista comenzó a afirmarse que toda conducta está determinada por estímulos. En función de los elementos que anteceden a un comportamiento y de las consecuencias que lo siguen, este se va modificando. Muchas de las actuales técnicas para lograr el cambio de conducta en los niños parten de este postulado: el refuerzo, la economía de fichas, la extinción

No obstante, para el constructivismo, este cúmulo de asociaciones entre estímulos y respuestas es insuficiente. El aprendizaje de un infante no puede explicarse únicamente en estos términos pues, para el constructivismo, aprender es una tarea activa y subjetiva. Es decir, requiere de la participación del niño y está influida por las características propias de este.Niños socializando gracias al constructivismo social, que es la base del aprendizaje.

La importancia de los esquemas

Uno de los preceptos más importantes de esta teoría es que el aprendizaje no se sustenta sobre la nada. Cada nueva información que el niño recibe es asimilada en función de aquello que ya conoce. Con cada experiencia vital, el niño va acumulando conocimientos y formando sus propios esquemas, su propia forma de ver la realidad.

Por ejemplo, con base en sus propias vivencias, un pequeño puede formarse un concepto de familia como un núcleo compuesto por padre, madre e hijo. Sin embargo, puede llegar el momento en que se encuentre con una realidad diferente: familias con varios hijos, monoparentales, homoparentales…

En este momento, confrontará la información nueva con el esquema que ya posee y, al comprobar que la realidad no se ajusta a su esquema, modificará este último para incluir todo lo nuevo que ha descubierto.

¿Qué añade el constructivismo social?

Vygotsky toma todas estas ideas del constructivismo, pero añade un elemento esencial: la socialización. Para él, el desarrollo cognitivo de un niño está sumamente influenciado por su entorno social. Todo lo que se aprende, se aprende en la interacción con los otros.

Comenzamos a hablar a raíz de que nuestros padres nos hablan; empezamos a razonar observando los razonamientos de quienes nos rodean. Si no contáramos con otras personas en nuestro entorno, estos aprendizajes no serían posibles.

Se han documentado varios casos de niños que crecieron con una severa privación social, por ejemplo, el caso de Genie, o el de Víctor de Aveyron. Ambos “niños salvajes” que, debido a la falta de socialización, vieron severamente limitado su desarrollo y su aprendizaje. Niños sonriendo.

¿Cómo aplicar el constructivismo social?

Entonces, si deseamos facilitar el aprendizaje a los niños, hemos de asegurarnos de que este sea un proceso activo y social. Leer la información o escucharla de boca de un profesor nunca será tan efectivo como permitir que los pequeños apliquen y experimenten. Necesitan contrastar sus propios esquemas con la realidad para ver dónde fallan y realizar las modificaciones necesarias.

Se aprende viviendo, experimentando, observando e implicándose. Un trabajo práctico siempre dará lugar a un conocimiento más significativo que una mera clase teórica.

Del mismo modo, es importante que los pequeños cuenten con la presencia de otros para aprender. De aquí surge el concepto de “zona de desarrollo próximo“, que define todo aquello que el niño no sabe pero que podría saber con la orientación de alguien más competente.

No solo padres y maestros pueden ejercer esta función de apoyo y orientación. Resulta muy beneficioso animar a los niños a compartir sus conocimientos con sus compañeros; enseñar y ayudar a los demás a realizar aquello que a ellos se les da mejor.

En definitiva, aprender es el proceso de construir el conocimiento, con base en lo que ya sabes y en relación con los demás. Socializar y experimentar son, entonces, las claves para aprender.

Bibliografía

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  • Payer, M. (2005). Teoría del constructivismo social de Lev Vygotsky en comparación con la teoría Jean Piaget. Caracas, Vanezuela: Universidad Central de Venezuela.
  • Ruso, R. C. (2001). El concepto de zona de desarrollo próximo: una interpretación. Revista cubana de Psicología18(1), 72-76.
  • Mimenza, O. C. Niños salvajes: infancias sin contacto con la humanidad.
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