Cómo prevenir el grooming

Tus hijos navegan las redes con mayor fluidez que como andan por las calles. Entonces, ¿por qué no preservarlos de los peligros que acechan en el mundo virtual?
Cómo prevenir el grooming
Maria Fátima Seppi Vinuales

Revisado y aprobado por la psicóloga Maria Fátima Seppi Vinuales.

Última actualización: 20 diciembre, 2022

El uso de internet y de las redes sociales es moneda corriente entre los jóvenes y cada vez se inicia a edades más a tempranas. Si bien les aporta enormes beneficios, también conlleva sus riesgos. Por eso hoy te vamos a hablar acerca del grooming, uno de los peligros digitales más frecuentes de estos tiempos.

Qué es el grooming

El grooming es el acoso sexual ejercido por un adulto hacia un menor, a través de las redes sociales o las plataformas digitales. Es decir, por medio de internet.

La persona que acosa se conoce como groomer y suele ejercer sus acciones sobre las víctimas a través de varios perfiles.

Debes saber que el grooming se considera un delito en sí mismo y que a su vez, puede estar relacionado a otros delitos mayores. Por ejemplo, la trata de personas, la pornografía infantil y el homicidio, entre otros.

¿Cómo funciona el grooming?

Este tipo de acoso tiene una dinámica particular y propia, pues se mantiene por un medio virtual. En general, el acosador se crea una identidad o un perfil falso y se vale del uso de fotos o de videos de otras personas para sostener esa imagen. De esta forma, puede acercarse al menor más fácilmente.

En un primer momento busca establecer con el infante o el adolescente una relación de cercanía y de empatía, a fin de conocerlo y así crear un vínculo de confianza. Para lograrlo, el groomer emplea diferentes estrategias: usa la misma jerga, simula tener la misma edad de su víctima y se vale de su información personal publicada en redes para mostrarle los intereses comunes. Esta etapa se conoce como fase de amistad. 

Una vez que el vínculo se ha establecido, inicia la fase de relación. En este caso, el groomer le solicita al menor que le envíe fotos de su cuerpo, grabaciones de videos e incluso, material de contenido sexual (fase sexual). En algunos casos, también se pide un encuentro presencial.

Cuando consigue el material, el abusador le solicita a su victima que continúe con el envío de sus fotos o videos y ahí empieza el chantaje. Pues si el menor no accede, el groomer lo amenaza con hacer público el material que ya tiene, lastimar a alguien de su familia o ejecutar cualquier otra acción para atemorizar al menor. Finalmente, éste termina por ceder a su pedido y se crea así un círculo vicioso que parece no tener fin.

Chica adolescente sufriendo acoso en las redes sociales.

¿Cómo detectar el grooming en tus hijos?

Es posible sospechar de un caso de grooming cuando notamos cambios repentinos en los hábitos, en la conducta o en los estados de ánimo de nuestros hijos. A continuación, detallaremos estos aspectos:

  • Una de las primeras formas en las que se evidencia un posible caso de grooming es el cambio en el estado de ánimo de los menores.
  • Se los ve temerosos, nerviosos, tristes, preocupados y en alerta.
  • Pueden manifestar problemas en su rendimiento escolar y ausencias injustificadas.
  • Tienen dificultades para conciliar el sueño o para alimentarse.
  • También, pueden mostrarse inseguros para salir de casa y evitan hacer planes sociales.
  • Se esconden o esconden el dispositivo cuando lo usan.
  • Algunas veces muestran síntomas físicos o psicosomáticos, como dolencias, malestares y vómitos.
  • Suelen cambiar su lenguaje corporal: evitan el contacto visual, se paran con los hombros caídos o se sienten nerviosos cuando están con otras personas.

¿Cómo prevenir el grooming?

El modo de abordar el cuidado de los hijos cambia con el tiempo, ya que a medida que crecen, adquieren más independencia y autonomía. Quizás deje de ser necesario tener la mirada sobre ellos las 24 horas, pero esto no significa que debemos dejar de cuidarlos de otros riesgos o peligros. Entonces, lo que debe modificarse es el modo de afrontar y de abordar los temas vinculados a su seguridad.

No invadir su privacidad, pero mantenerse al tanto de lo que hacen

La adolescencia es una edad en la que coinciden dos situaciones particulares. Por un lado, aumenta la exposición de los menores en las redes sociales y tienen más salida al mundo. Pero por el otro, atraviesan un proceso de individuación y de diferenciación (necesario para la construcción de la identidad) que requiere de cierta intimidad.

En este sentido, es muy importante indagar sobre sus vidas sin invadir su privacidad. Lo mejor es dialogar y conocer cómo navegan en las redes, qué les gusta hacer y qué hacen cuando se conectan.

Enseñarles a hacer un buen uso de internet

Algunas ideas que deben quedar claras son las del anonimato y falsa identidad. Es decir, dejarles en claro a los hijos que en la red navegan muchas personas con perfiles ficticios. Especialmente a los adolescentes, pues la noción de “huella digital” es un concepto crucial para sus vidas. Esto se refiere al rastro que deja todo el material que se sube a la nube, el cual no desaparece por completo aunque se lo elimine.

Revisar las propias prácticas de uso de las redes sociales

Hoy en día es muy común el sharenting, que es la divulgación que hacen los adultos de las fotos o videos de sus hijos, sin su consentimiento ni el resguardo de su intimidad.

Por ejemplo, compartir la foto de un hijo con el uniforme del colegio es mucho más que demostrar la alegría por el último día de escuela. Aporta más información de la que quisiéramos hacer accesible a otras personas.

Utilizar herramientas de control en el hogar

Otra de las posibilidades para prevenir los acosos en redes es instalar controles parentales en los dispositivos del hogar y en las aplicaciones a las que acceden los menores.

Desde el momento en que los niños, niñas o adolescentes empiecen a tener redes sociales, hay que enseñarles a configurar la privacidad de sus dispositivos y plataformas. Por más de que les interese tener miles de seguidores, es necesario reforzar la idea de que no todas las personas que nos agregan son reales y que no es conveniente aceptar a los desconocidos.

Otras buenas prácticas para prevenir el grooming

A continuación, te acercamos más acciones posibles para prevenir el grooming:

  • Como comentamos, algunos groomers son buenos hackers. Es por eso que no se deben elegir claves obvias, como el día de cumpleaños o el nombre de la mascota. Se pueden pensar claves sencillas, pero que combinen letras y signos. Tampoco se recomienda usar la misma clave en todas las cuentas.
  • Cuando se trata de niños y niñas, se sugiere que sus progenitores conozcan las claves de todas sus cuentas. En el caso de los adolescentes, es conveniente no invadir la privacidad pero sí aconsejarles no compartir sus claves con nadie. Ni con las amistades ni con la pareja.
  • En los juegos en línea, utilizar seudónimos y nunca colocar los datos reales completos.
  • Así como en la vida real, los progenitores deben seguirle la huella a los hijos en la virtualidad. Debe haber una presencia activa para conocer los sitios que visitan y pautar unas reglas claras sobre los mismos.
  • Enseñar a desconfiar de los mensajes extraños que se reciben en las redes o de los links que nos llevan de un sitio a otro.
  • La brecha digital generacional no debe ser un impedimento para conocer qué hacen los hijos en la red. Es importante informarse y en todo caso, preguntarles a ellos mismos.
  • Cuando aparece una noticia sobre grooming en los medios, se puede aprovechar la oportunidad par abordar o reforzar el tema.

¿Qué hacer ante un caso de grooming?

Estas son algunas de las medidas que se recomiendan ante un caso de grooming:

  • En primer lugar, es necesario contener al menor. Debemos crear un clima de confianza y de seguridad. En general, los chicos suelen sentir mucha vergüenza y culpa “por haber caído”, especialmente los adolescentes. Lo ideal es acompañarlos en la expresión de sus emociones y ayudarlos a que tomen conciencia que no se trata de su culpa, sino del acosador que comete el delito.
  • Para poder hacer la denuncia es necesario conocer bien los hechos. De todos modos, evitemos las preguntas tipo interrogatorio y respetemos los tiempos de nuestros hijos.
  • No se debe denunciar el perfil del groomer en las redes sociales, ya que el mismo puede ser dado de baja y eso dificulta el posterior rastreo. Esto se hará en una segunda instancia, cuando las autoridades policiales lo indiquen.
  • “Limpiar” la computadora: algunos groomers son hábiles hackers, por lo que es necesario pasar el antivirus y cambiar las claves de las cuentas y de los accesos a toda información sensible.
  • Se debe descargar todo el material intercambiado entre el groomer y el menor.
  • Antes de hacer la denuncia, se debe conversar con el niño afectado sobre ella. No tomar la decisión sin antes contárselo, escuchar lo que piensa y siente y aliviar sus preocupaciones o temores.
Madre intrusiva intentando hablar con su hija adolescente.

Más que negar la tecnología, acompañar desde el buen uso

El uso de internet supone, para muchos progenitores, una auténtica preocupación. Sin embargo, no se trata de demonizar esta herramienta, pues ha demostrado tener muchas virtudes, especialmente durante la pandemia. Lo que hay que hacer es aprender a hacer un buen uso de ella y enseñarlo.

En este sentido, proteger a los menores no quiere decir aislarlos del mundo virtual, sino acompañarlos en todo momento. Desde el conocimiento de las aplicaciones que se descargan y visitan, hasta establecer tiempos y horarios de uso. Y en el caso de los más pequeños, estar junto a ellos cuando navegan.

Entonces, más que negar a la tecnología, vale aportar los recursos y las herramientas necesarias para que nuestros hijos puedan manejarse en el mundo en el que viven.


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  • Grooming, guía práctica para adultos. Ministerio de Justicia y Derechos Humanos. Presidencia de la Nación Argentina.
  • Santisteban, Patricia de, & Gámez-Guadix, Manuel. (2017). Estrategias de persuasión en grooming online de menores: un análisis cualitativo con agresores en prisión. Psychosocial Intervention26(3), 139-146. https://dx.doi.org/10.1016/j.psi.2017.02.001

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