La elección del nombre de nuestros hijos no es algo que deberíamos tomar a la ligera. Aunque no lo creas, cómo se llame puede modificar el destino o la personalidad que tenga. En este artículo, te contaremos cómo influye en tu hijo el nombre que le pongas. Tenlo en cuenta al momento de tomar una decisión que dura para toda la vida.
Cómo influye en tu hijo el nombre que le pongas: personalidad ‘marcada’
Nuestra personalidad se forja por diferentes factores, como por ejemplo el tipo de educación recibida, cuán presentes han estado los padres en la primera infancia. También se constituye desde mucho antes, cuando ellos eligieron nuestro nombre.
Para muchas parejas, llegar a un acuerdo sobre cómo se llamarán los hijos genera peleas, discusiones y varias horas de negociaciones. No obstante, es fundamental atravesar por esa situación si el resultado es encontrar el nombre perfecto para ese ser que está por venir al mundo.
El nombre es el primer legado que nos dan nuestro padres, aquello que recibimos mucho antes de nacer o apenas nacemos. Es algo tan importante que nos aporta nada menos que nuestra identidad y nos diferencia del resto.
En muchas culturas, los padres o los abuelos esperan a que el bebé nazca y, tras algunos días, deciden cómo se llamará según las cualidades que ven en él. Eso no sucede en Occidente, ya que el nombre está decidido —en la mayoría de los casos— según los gustos de los adultos.
Por supuesto que todos los padres queremos que nuestros pequeños crezcan bien, se desarrollen, cumplan sus sueños y sean felices. Por eso, reiteramos que la elección del nombre es algo más que importante.
Cómo influye en tu hijo el nombre que le pongas: de tradiciones y confusiones
Un nombre se lleva toda la vida; no se trata de una palabra que se “carga” por un tiempo y luego se desecha. Un “error” muy frecuente es dejarse llevar por las modas, por el fanatismo hacia ciertos personajes o querer ser el más original y exclusivo al llamar a los hijos con nombres extranjeros o imposibles de pronunciar.
Está más que claro que elegir el nombre de un hijo no es una tarea simple. Sin embargo, es fundamental que te tomes el tiempo para pensarlo y analizarlo muy bien, sabiendo que no solo lo llevará de niño, sino también de adulto y anciano.
Al momento de decidir cómo se llamarán los niños, estas son las ‘acciones’ más comunes y que pueden influir en sus personalidades a futuro:
1. Nombre de moda
Los nombres frecuentes o populares pueden ser muy bonitos, pero al mismo tiempo complican el día a día. Si en el jardín de infantes hay otros niños que se llaman igual que tu hijo, las maestras tendrán que identificarlo de otra manera, por ejemplo, con el apellido o mediante algún sobrenombre.
2. Nombre de padres o abuelos
Es una tradición ponerles el nombre de los antepasados a los hijos, pero esto también trae consecuencias. Por un lado, el niño no sentirá que es único y luego, cuando crezca, se caerá en la típica pregunta: “¿Padre o hijo?” si llaman buscando por él o les llega una carta.
También debes tener cuidado de elegir un nombre de alguien fallecido para tu hijo. Si bien puede ser una excelente manera de honrar a quien no está más, es importante no compararle ni “pasarle” toda la carga al pequeño sobre aquella persona excepcional.
“El nombre es algo tan importante que nos aporta nada menos que nuestra identidad y nos diferencia del resto”
3. Nombre extranjero
A veces, los nombres extranjeros no acaban siendo la mejor alternativa. No solo porque no ‘combina’ con el apellido, sino porque se pasará toda la vida deletreándolo o escribiéndolo para los demás.
Lo mismo sucede con los nombres muy originales o extravagantes, difíciles de pronunciar o que llevan letras poco usadas en nuestro alfabeto (como la k, h, z, w, etc).
4. Nombre compuesto
No tiene nada de malo ponerle un nombre “doble” a un niño, como por ejemplo José María, Juan Manuel, María Laura. El problema reside en que, indefectiblemente, tendrá que acortarlo o buscar un apodo. Puede que, a la larga, esto influya en su carácter o personalidad.
5. Nombre “aniñado”
Es muy bonito cuando es bebé, pero luego, al crecer, no quedará tan bien. Aquellos nombres que terminan en diminutivo (ino, ina) pueden llegar a ser un incordio a futuro. Imagina que tu hijo puede elegir una profesión que requiera cierta seriedad y, con algunos nombres, se puede ver incomodado ocasionalmente.
Es cierto que tu hijo no será el único que se llame de esa manera, porque pertenecerá a una generación de ‘nombres aniñados’, pero siempre es mejor si se lo puede llamar igual cuando es niño que cuando es adulto.
En definitiva, los nombres son un tema complejo, que merecen mucho debate de parte de los padres. Más allá de las cuestiones aquí señaladas, cabe remarcar que no hay opciones correctas o erróneas; siempre que se le brinde afecto y amor, el niño crecerá feliz y radiante.