Cómo desarrollar la gratitud en el aula

Cuando fomentamos en nuestros hijos el hábito de ser agradecidos, creamos en ellos una actitud positiva. De esa forma, irán aprendiendo algunos valores muy importantes para su vida. 

Una manera de desarrollar la gratitud en el aula es impulsar la cooperación entre compañeros de clase.

Cuando enseñamos a los niños a decir “gracias”, no debemos limitarnos a una fórmula de cortesía; ellos deben comprender el sentido de esta acción. Al desarrollar la gratitud en el aula, además de fortalecer este valor, contribuimos a desterrar otros con connotaciones negativas.
En el aula siempre hay cosas que agradecer. Los niños aprenden y colaboran; el docente valora el apoyo y les enseña.

Un pequeño agradecido estará siempre inspirado por el afecto y lo demostrará cada vez que tenga la oportunidad. No abrigará resentimientos ni odio; por el contrario, estará dispuesto a reconocer u ofrecer muestras de cariño.

El significado de la palabra “gracias”

Desde el propio colegio, y también en casa, se puede enseñar a los niños a comprender el significado de la palabra “gracias”. El hecho de que reconozcan la educación formal que reciben, que la agradezcan y aprovechen al máximo es un aprendizaje que durará toda la vida.

Una manera de desarrollar la gratitud en el aula es impulsar la cooperación entre compañeros de clase. También se ha de buscar que reconozcan a quienes se esmeran por tener un espacio cuidado, como la señora que limpia o su cuidadora.

Asimismo, el docente puede hacer reconocimientos a la buena conducta. Por ejemplo, puede otorgarles tiempo para conversar, jugar o realizar otra actividad de entretenimiento. En este sentido, el reforzamiento permanente de las palabras “gracias y por favor” en el aula será una excelente estrategia.

Los beneficios de enseñar la gratitud en el aula

La gratitud aporta beneficios físicos y emocionales; con ella, se incrementan las capacidades de socialización de los estudiantes. A la larga, esto los hace mejores personas.

Si reforzamos estas ventajas a través de planes bien estructurados basados en la psicología positiva, el éxito estará garantizado. Es conveniente que entiendan que serán ventajas de por vida, dentro y fuera del aula.

Fomentar la convivencia en el aula es fundamental para el proceso educativo.

Las cartas de agradecimiento

En el aula, solemos enseñar a los niños a escribir cartas. ¿Por qué no aprovechar ese momento para que aprendan a hacer una carta de agradecimiento?

Cuando invitamos a un alumno a pensar en por qué está agradecido y hacia quién, no solo lo invitamos a reflexionar. También fomentamos en él pensamientos y sentimientos positivos que le proporcionarán bienestar.

Pedirles a los pequeños una carta de agradecimiento a la semana o al mes es una excelente herramienta para desarrollar la gratitud en el aula. Se trata de actividades divertidas, que captarán su atención. Solo se necesita lápiz, papel y muchas ganas de reconocer el esfuerzo y el apoyo que recibimos de alguien especial.

En el lugar del otro

Cuando invitamos a un alumno a ponerse en el lugar de otra persona, se le facilita una visión distinta de su realidad. Con ello, le será más fácil entender el esfuerzo que hacen los demás por él y tendrá más capacidad de agradecerlo.

Desde el aula también se puede impulsar la valoración de lo que se tiene. Si el niño aprende que muchas personas debieron esforzarse para conseguirlo, entenderá mejor el valor de la gratitud.

Por otro lado, es importante buscar el equilibro para evitar que el niño obtenga todo lo que pide y quiere. Si todo se lo damos, pocas cosas tendrán un real valor para él.

“Al desarrollar la gratitud en el aula, además de fortalecer este valor, contribuimos a desterrar otros con connotaciones negativas”

La participación de los padres

Los padres y docentes que predican con el ejemplo obtienen los mejores resultados. Si permanentemente se muestran agradecidos y predican ese valor ante sus hijos, la respuesta será la esperada.

Esta es una excelente manera de enseñar el significado de la palabra “gracias”; no es un formalismo ni un acto de cortesía, es un sentimiento que nace de la comprensión.

El docente también puede ayudar a sus alumnos a reflexionar sobre los cambios que han experimentado en sus vidas. Cómo han crecido, cuánto han cambiado o aprendido son reflexiones que pueden plasmar durante sus horas de clase.

En la práctica y para mayor efectividad, escribir estas valoraciones escritas en un diario o en sus cuadernos les aportará un sentido de vida positivo e incrementará su bienestar.

Historias de crecimiento en el aula

Las historias de crecimiento compartidas en el aula son buenas opciones. Habitualmente, terminan en conversaciones entre los estudiantes que aportan experiencias positivas.

También se puede fomentar actos bondadosos a través de juegos que interesen a los alumnos. Algunos ejemplos son invitarles a cargar alguna silla para ayudar a quien cuida el orden de las aulas o limpiar el salón de actos para ayudar al conserje.

En definitiva, desarrollar la gratitud en el aula es una tarea sencilla, reconfortante y con resultados satisfactorios. Llevando este proceso a cabo, se logra que el alumno entienda el verdadero significado de la palabra gracias.

Bibliografía

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