¿Cómo aplicar la técnica del anclaje con los niños?

La técnica del anclaje es un valioso recurso para ayudar a los niños a lidiar con emociones negativas y transformarlas en sensaciones agradables.
¿Cómo aplicar la técnica del anclaje con los niños?
Elena Sanz Martín

Escrito y verificado por la psicóloga Elena Sanz Martín.

Última actualización: 22 marzo, 2020

Los niños aún no poseen los mismos recursos que los adultos para comprender y gestionar sus emociones. Por ello, pueden verse muy afectados por situaciones cotidianas estresantes, decepcionantes o tristes con las que no sepan cómo lidiar. Es aquí cuando la técnica del anclaje puede servirles de mucha ayuda.

Pues, aunque pueda parecer lo contrario, los niños también enfrentan retos cada día. Y, por su corta experiencia vital, pueden sentirse confusos y atrapados en estados emocionales de los que no saben cómo salir. Con frecuencia, los niños quedan atascados en el enfado, el llanto o la frustración simplemente porque no saben cómo trasmutar esas emociones. Y es, precisamente, este objetivo el que persigue el anclaje.

¿Qué es la técnica del anclaje?

La técnica del anclaje consiste en asociar un determinado estímulo con un estado emocional concreto. Sin darnos cuenta, experimentamos anclajes de todo tipo en nuestra vida diaria. Por ejemplo, cuando un olor nos trae el claro recuerdo de un ser querido que ya no está e, inmediatamente, nos pone tristes. O cuando escuchamos una canción que asociamos con un momento divertido y, al instante, nuestro ánimo se eleva.

Niña relajada tumbada en el césped para después aplicar la técnica del anclaje.

Tenemos anclajes con lugares, con personas, con objetos… En definitiva, estos quedaron fuertemente impregnados de una emoción concreta en el pasado y aún hoy son capaces de retrotraernos a ese mismo estado emocional.

La técnica, simplemente, reproduce este fenómeno de una forma consciente y deliberada. Se trata de asociar intencionadamente emociones de calma, felicidad o confianza con estímulos a los que más tarde podamos recurrir para sentirnos de esta determinada manera.

¿Cómo se aplica?

Para aplicarla, hay que seguir los siguientes pasos:

  1. Identificar la emoción que queremos anclar. Por ejemplo, un total estado de relajación.
  2. Escoger una situación en la que experimentamos ese estado emocional en el pasado. Para este ejemplo podríamos utilizar el recuerdo de un día que hicimos una excursión al campo y nos tumbamos a reposar bajo el sol después de comer. Habremos de revivir la sensación de calma, de tranquilidad, recordar el sonido de los pájaros o del arroyo, y la sensación del sol calentando suavemente nuestra piel.
  3. Decidir qué estímulo vamos a anclar. En este caso, podríamos utilizar el gesto de cubrirnos los ojos con una mano.
  4. Entonces, para realizar el anclaje, habrá que revivir la sensación de ese momento en el campo. Y, cuando ya nos sintamos completamente relajados, realizar el gesto de cubrirnos los ojos y permanecer sintiéndonos en calma. A medida que repitamos el ejercicio, nuestra mente relacionará ese gesto concreto con la sensación de relajación absoluta. De modo que, cuando atravesemos una situación estresante, bastará con cubrirnos los ojos para cambiar a un estado de paz.
    Niña aplicando la técnica del anclaje.

¿Cómo aplicar la técnica del anclaje con los niños?

Hay diversas maneras de aplicar esta técnica con los más pequeños para que puedan utilizarla a su favor en su día a día. Por ejemplo, podemos dibujar un círculo en el suelo de su habitación y pedirle al niño que recuerde una situación en la que se sintió muy feliz, muy querido y seguro de sí mismo. Y, cuando ya tenga el recuerdo, pedirle que se introduzca en el círculo para anclarlo.

A continuación, podemos pedirle que recuerde un momento en el que experimentó inseguridad, nervios o temor. Entonces, le animaremos a entrar al círculo y notar cómo esas emociones se transforman en felicidad y seguridad estando dentro.

También, podemos anclar algún objeto, a modo de amuleto, para que el niño pueda llevarlo consigo y emplearlo siempre que quiera. O podemos asociar la emoción a un gesto corporal que pueda realizar en cualquier parte.

Por ejemplo, si un día haciendo los deberes el pequeño comprende muy bien los ejercicios de matemáticas y los realiza a la perfección, podemos anclar el lapicero que ha estado utilizando a la emoción de sentirse confiado de sus capacidades. Así, podrá llevarlo el día del examen y evocar esa sensación de orgullo y confianza en sí mismo.

Enseñando al menor a utilizar la técnica del anclaje le estamos proporcionando un valioso y sencillo recurso para afrontar situaciones adversas. Aprenderá, así, a gestionar sus emociones y a transformarlas en otras más positivas en lugar de verse desbordado o atrapado en sentimientos negativos. Sabrá cómo proveerse un estado de calma, felicidad o seguridad.


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