Cleptomanía infantil, ¿qué es y cómo tratarla?

La cleptomanía infantil genera en los niños un impulso irresistible de robar y puede agravarse si no recibe tratamiento. Te contamos en qué consiste y cómo tratarlo.
Cleptomanía infantil, ¿qué es y cómo tratarla?
Elena Sanz Martín

Escrito y verificado por la psicóloga Elena Sanz Martín.

Última actualización: 11 mayo, 2023

Cuando hablamos de cleptomanía, pensamos en un trastorno que solo se ve en las películas o en ciertas personas puntuales alejadas de nosotros. Jamás imaginamos que nuestros hijos puedan entrar en esta categoría. Sin embargo, según la American Psychiatric Association, esta condición afecta al 0,3-0,6 % de la población general y suele iniciar durante la infancia y adolescencia. Por esto, conviene que los padres conozcan qué es la cleptomanía infantil y cómo actuar al respecto.

Cabe mencionar que un robo cualquiera, cometido por un niño, no es en sí mismo indicador de cleptomanía. Por ello, si tu hijo sustrae un dulce de una tienda o se apropia del dinero que tenías en la cartera, no debes asumir que es cleptómano. Sí será importante abordar lo ocurrido educando en responsabilidad y valores, pero no hay por qué alarmarse.

¿Qué es la cleptomanía infantil?

La cleptomanía es un trastorno psicológico poco frecuente, pero grave, que consiste en un impulso incontrolable de robar objetos. Está recogido dentro del principal manual diagnóstico de psiquiatría (DSM-V) dentro del epígrafe «Trastornos disruptivos, del control de los impulsos y de la conducta»; y, como decíamos, no se trata de un robo sin más.

En este caso, los objetos o el dinero que se sustraen no son necesarios para la persona y tampoco se los apropia por lo que valen a nivel monetario. No se comete este acto como una forma de venganza o arrebato de ira. Lo que sucede, en realidad, es que aparece una fuerte sensación de tensión antes de cometer el robo, que solo se alivia con la gratificación que se siente tras haberlo cometido.

¿Cuáles son las causas?

Pese a que no se conoce una causa exacta que conduce a la cleptomanía, sí se han encontrado alteraciones cerebrales que pueden estar en la base del trastorno. Así lo recogen Buzsik y Foila en su artículo publicado en 2021.

De manera concreta, en esta condición pareciera haber un desequilibrio en ciertos neurotransmisores. Por un lado, en las personas con cleptomanía se han encontrado niveles bajos de serotonina, los cuales mejoran en ocasiones al utilizar fármacos que regulan esta vía.

Por el otro, la descarga de dopamina que produce el robo y un desequilibrio en el sistema opioide del cerebro también puede jugar un papel relevante, dificultando el control de los impulsos.



Niño asustado
Los niños que padecen de cleptomanía no pueden controlar el impulso por robar.

Síntomas y diagnóstico de la cleptomanía infantil

Si tu hijo ha sustraído objetos o dinero en varias ocasiones, es posible que te preocupe que presente este diagnóstico. No obstante, hay algunas características que deben estar presentes en la conducta del niño para diferenciarlo de un robo normal:

  • Roba objetos que no necesita, que tienen poco valor o que podría conseguir de manera fácil por otros medios. Además, luego no los usa ni disfruta, sino que los acumula, los tira o los regala.
  • Siente una gran ansiedad y una fuerte tensión interna justo antes de robar, pero experimenta alivio después de hacerlo.
  • A pesar de esto, tras cometer el hurto se siente culpable, avergonzado y tiene remordimientos.
  • Cuando se apropia del dinero o los objetos lo hace solo y no en compañía de otros niños. Además, no es un acto planeado ni premeditado, sino impulsivo.
  • Trata de ocultar lo que le ocurre y, pese a que se siente mal por ello, no puede evitar continuar robando.
  • Comete los hurtos tanto en espacios públicos (tiendas o centros comerciales), como en casa (sustrae dinero a los padres) o en el colegio (roba dinero u objetos a sus compañeros).


Niño triste con remordimiento
A pesar de que el niño robe y sienta alivio, de igual forma experimenta remordimiento posterior al acto.

Tratamiento para la cleptomanía infantil

Recuerda que es poco frecuente encontrar un caso de cleptomanía en la infancia, lo más común son los robos esporádicos debidos a otros motivos. Pero si sientes que las anteriores descripciones identifican la situación de tu hijo, es crucial ponerse en manos de profesionales. Resulta complicado que la familia maneje la situación por sí sola, ya que no se trata de inculcar valores, sino de abordar un trastorno psicológico.

Aunque aún se necesitan más estudios al respecto, la psicoterapia cognitivo-conductual parece ser el enfoque más eficaz para tratar la cleptomanía infantil. Así lo recoge el artículo publicado en International Journal of Behavioral Consultation and Therapy Gracias a sus técnicas se puede ayudar al menor a controlar los impulsos, hacer que el hurto no genere placer y adquirir esa gratificación y excitación por otros medios.

Además, tengamos en cuenta que muchas veces la cleptomanía presenta comorbilidades (es decir, otras enfermedades psicológicas que cursan a la vez). La ansiedad, la depresión, las adicciones y el trastorno obsesivo compulsivo, entre otros, se superponen al principal, por lo que también será necesario abordarlos desde la psicoterapia.

Incluso, es necesario acompañar con medicación en algunos casos. Sea como sea, la colaboración de la familia será fundamental para poner en práctica las técnicas sugeridas por el profesional y estabilizar las ganancias.

¿Qué debo hacer si mi hijo roba?

Si mi hijo roba, he de plantearme si sus acciones cumplen con los mencionados criterios de cleptomanía o si no lo hacen. Ya que, como decíamos, es posible que los robos estén motivados por otras causas y no por dicho trastorno.

En cualquier caso, si tienes sospechas de que tu hijo presenta cleptomanía infantil, no lo pases por alto y busca asesoramiento profesional. De no hacerlo, el trastorno puede avanzar y agravarse. Y, si son otros los motivos que subyacen a su conducta, un psicólogo infantil podría orientarte sobre las mejores medidas a tomar.


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