Claves psicológicas para ayudar a los niños a comer bien

Preocuparnos en exceso por la alimentación de nuestros hijos puede ser contraproducente. La comida ha de ser un agradable momento en familia y no un campo de batalla centrado en la mala conducta del niño.

Niña comiendo en la mesa frutas y verduras.

La alimentación de los hijos es una de las principales preocupaciones de todo padre. Pero, en ocasiones, en su afán por ayudar a los niños a comer bien, los adultos cometen algunos errores que pueden producir el efecto contrario al deseado.

A veces, los problemas surgen por desconocimiento o por un exceso de preocupación. Como padres, todos desearíamos que nuestros hijos comieran de todo sin esfuerzo. Sin embargo, es común que los niños se nieguen a probar determinados alimentos o que no coman las cantidades que los padres consideran necesarias.

La mayoría de las veces, las dificultades con la alimentación surgen entre el primer y el tercer año de vida. Hemos de tener en cuenta que en esta etapa el estómago de los niños tiene una capacidad reducida, por lo que no podemos pretender que ingieran cantidades similares a las de un adulto.

Es a partir de los cinco años cuando su gasto energético y sus requerimientos alimentarios aumentan. Pero, además, hay que recordar que la alimentación es un hábito que se adquiere y se educa. Requiere un tiempo de adaptación y hemos de tener paciencia, pues las texturas, olores y sabores de los alimentos son muy novedosos para los pequeños

A pesar de ello, existen algunas estrategias que podemos poner en marcha para ayudar a los niños a comer bien.

¿Qué hacer como padre para ayudar a los niños a comer bien?

  • No hagas que el niño perciba el alimento como indeseable. Si le insistes demasiado con un alimento en concreto, le hará sospechar que no es tan bueno como dices. Tampoco le ofrezcas algo como premio a cambio de probar ese alimento; le estás confirmando de antemano que no es apetecible por sí mismo.Mamá da de comer a su hija sentada sobre su regazo. A la niña no le gusta la comida que le dan.
  • Céntrate en sus comportamientos positivos, refuérzale cuando come bien e ignora sus conductas negativas. Ante la falta de atención dejará de repetirlas.
  • No le presiones, pero tampoco cedas. Queremos que el niño vea el acto de alimentarse como algo natural y agradable. Ofrécele la comida y, pasado un tiempo prudencial, retírala. No presiones ni entres en conflictos para que coma, pero tampoco cedas haciéndole algo que le guste más.
  • Ten en cuenta su opinión, permite que decida qué verduras le apetecen más. Deja, también, que elija un alimento concreto que puede no comer.

La hora de la comida

Tiempo prudencial

Las comidas deben durar entre 20 y 40 minutos. Un tiempo menor puede conllevar que el niño coma demasiado rápido y se dificulte su digestión produciéndole sensaciones desagradables. Por el contrario, un lapso temporal superior supondría una interrupción del día a día del niño y, seguramente, generaría discusiones ante la desesperación de los padres por su tardanza.

Una vez superados los 40 minutos, si el niño no ha finalizado, simplemente se ha de retirar el plato y esperar a la siguiente comida. No se le han de ofrecer otros alimentos ni chucherías, pues estamos tratando de instaurar el hábito de comer en el tiempo adecuado.

Comida en familia

El momento de la comida ha de ser un acontecimiento agradable y tranquilo. No se debe observar ni criticar al niño por su forma de comer; no hemos de hacer de esto el centro de atención. Charlar distendidamente en familia mientras se disfruta de los alimentos es una mejor opción.

Es importante también ofrecerle la misma comida que al resto de comensales; todos comemos lo que hay. De esta forma, se le da la oportunidad de observar las expresiones de los demás sobre el alimento y de comentar sus propias sensaciones. La actitud ante la comida siempre será más positiva si se percibe como un momento compartido que si el padre se sienta únicamente a darle de comer a él.

¿Cómo ofrecer alimentos nuevos para ayudar a los niños a comer bien?

  1. Escoge el momento del día en que el niño esté tranquilo, contento y tenga hambre. Esto mejorará su disposición hacia el nuevo alimento.
  2. Ofrécele una porción pequeña del alimento nuevo y acompáñalo de otros alimentos que ya conozca.
  3. Dale autonomía para que él, con sus propias manos, explore el alimento y decida la cantidad que llevarse a la boca. Si es mayor, que lo pruebe con su propio tenedor y a su propio ritmo. Permitir esto aumenta las posibilidades de que el niño acepte el alimento de buena gana.
Bibliografía

Todas las fuentes citadas fueron revisadas a profundidad por nuestro equipo, para asegurar su calidad, confiabilidad, vigencia y validez. La bibliografía de este artículo fue considerada confiable y de precisión académica o científica.

  • Moreno Villares, J. M., Galiano Segovia, M. J., & Dalmau Serra, J. (2013). Alimentación complementaria dirigida por el bebé («baby-led weaning»).¿ Es una aproximación válida a la introducción de nuevos alimentos en el lactante?. Acta Pediátrica Española71(4).
  • Brizuela, D. N., Márquez, J. C., Cavada, I. C., & Santiago, R. (2013). Alimentación complementaria en niños sanos de 6 a 24 meses. Archivos venezolanos de puericultura y pediatría76(3), 128-135.
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