La cercanía familiar implica el intercambio y el cuidado mutuo de los miembros del grupo. Sentir cierta proximidad con nuestros seres queridos es algo necesario para experimentar afecto, sentirnos valiosos y desarrollarnos, entre otras cosas. Sin embargo, puede presentarse un extremo que no resulta positivo. Veamos entonces qué hacer cuando la cercanía familiar se torna asfixiante.
Qué es la cercanía familiar
En términos generales, una familia tiene diferentes funciones: el cuidado de sus miembros, la socialización y la educación. Según Minuchin, psicólogo experto en la terapia familiar y creador del enfoque estructural sistémico, una familia es «el grupo natural que elabora pautas de interacción en el tiempo y que tiende a la conservación y la evolución».
Este grupo social establece reglas sobre cómo comportarse. Así, esa relación familiar puede ser equilibrada, o bien, ser tan invasiva que funciona como un clan. Desde la Psicología Sistémica, la cercanía familiar que se torna asfixiante podría corresponderse con lo que se identifica como «familias aglutinadas». Se refiere a un tipo de familia en donde no existen los límites: todo se comparte y todo se sabe. Cuando uno de los miembros intenta guardarse algo para sí mismo, es percibido como desleal.
En las familias aglutinadas no existe espacio para la individualidad. El grupo está por encima de las necesidades o intereses de alguien en particular. Por ejemplo, es tal el nivel de «aglutinamiento» que es común que las personas no tengan privacidad. Por ejemplo, se ingresa a la habitación del otro sin tocar la puerta y se interrumpe sin importar lo que hacía. Por eso, también se las conoce como «de puertas abiertas».
Te puede interesar:: 15 consejos para lograr una buena comunicación en la familia
¿Cuándo la cercanía familiar es asfixiante?
Existen diferentes razones por las cuales la cercanía familiar se torna asfixiante:
- Pérdida de la identidad: los miembros de la familia se definen en función de la familia. No tienen un relato sobre sí mismos, ya que hay escasos o nulos espacios para la exploración personal. Por ejemplo, se puede notar en las conversaciones: «porque a nosotros nos gusta» o «nosotros hacemos», sin un pronunciamiento del yo.
- Sobreprotección de las personas: es difícil tomar decisiones bajo el propio criterio.
- Opinión sobre todo: hay una implicación excesiva. Todos tienen el derecho de pronunciarse sobre tu vida y lo que te pasa. Aunque pidas confidencialidad, no será respetada.
- Falta de consideración y de respeto por las nuevas ideas: todo aquello que resulta extraño o ajeno al grupo es rechazado a priori. Las personas que intentan ingresar en el núcleo, como por ejemplo la pareja de algún miembro, antes es puesta bajo la lupa para ver si se merece la confianza.
- Castigo a la desobediencia y rebeldía: no coincidir con los mandatos del grupo se vive como una deslealtad. Esto da lugar a la manipulación, a los comentarios hirientes y al reclamo del tipo «siempre estuvimos aquí para ti y ahora nos pagas de este modo».
- No existen las jerarquías: al no haber límites, en términos de roles, los padres equivalen a sus hijos y viceversa. En este sentido, es común que un adulto comparta conversaciones con los menores sobre temas que, en realidad, corresponden a la pareja. O que un hijo tome decisiones u opine sobre asuntos que no le competen.
En definitiva, la cercanía familiar se vuelve asfixiante porque plantea una sola posición: la del grupo.
Te puede interesar:: Para tus hijos el ambiente familiar es muy importante y marcará sus vidas
Qué hacer cuando la cercanía familiar es asfixiante
A continuación te brindamos algunas de las recomendaciones cuando te sientes incómodo con la cercanía familiar.
Trabaja la culpa
Es posible que cuando intentes marcar límites escuches algunos comentarios acusatorios. Sin embargo, es importante que los establezcas para lograr una relación respetuosa en la que te sientas a gusto.
Acepta lo bueno del grupo y lo necesario de tener un espacio propio
La intimidad y el hecho de elegir compartir ciertas experiencias con otras personas, tiene que ser una decisión propia. Es nuestro derecho abrirnos o no hacerlo. Esto implica que, en ocasiones, necesitarás del grupo, pero en otros momentos preferirás no someter a «opinión pública» aquello que sientes o que te sucede. Aprende a respetarte a ti mismo.
Convive con el dolor del cambio
Es importante saber que, cuando emprendas el camino de diferenciarte, va a aparecer cierto malestar y angustia. En lugar de evitar tomar una decisión para no enfrentarte a esta situación, tienes que saber que, más tarde o más temprano, acabará por llegar ese dolor. Ene ste sentido, debes saber que el cambio es crisis, pero la crisis también es oportunidad.
Dedica tiempo a hacer actividades para ti
Procura contar con tiempos y espacios para conocerte. Por ejemplo, puedes realizar actividades de lo más variadas para explorar qué es lo que más te interesa. De esta manera, podrás empezar, poco a poco, a construir tu identidad.
Antes de actuar, pregúntate qué harías tú
Es importante cuestionar aquellas decisiones que parecen naturales u obvias. A veces, forman parte de tu repertorio de respuestas conocidas. Por eso, puedes tomarte algunos minutos e intentar conectar con aquello que te atrae.
Realiza terapia
Lo mejor sería que se pudiera trabajar sobre el grupo, es decir, una propuesta de terapia familiar. Sin embargo, si esto no es posible, la terapia individual también puede aportar sus herramientas.
Te puede interesar:: 5 consejos para favorecer las relaciones en el entorno familiar
Por relaciones familiares saludables
Para una buena relación familiar, es importante procurar un equilibrio entre lo personal y lo colectivo. Entender que cada persona es única y necesita de sus propios tiempos y espacios. Para estar a gusto, es importante no sentirse presionado a hacer algo que no se desea. De estas relaciones familiares también se aprenden modelos para otro tipo de relaciones. De allí la importancia de enseñar valores tales como la aceptación de la diferencia, de la autonomía y del respeto.
Bibliografía
Todas las fuentes citadas fueron revisadas a profundidad por nuestro equipo, para asegurar su calidad, confiabilidad, vigencia y validez. La bibliografía de este artículo fue considerada confiable y de precisión académica o científica.
- Espinal, I., Gimeno, A., & González, F. (2006). El enfoque sistémico en los estudios sobre la familia. Revista internacional de sistemas, 14(4), 21-34.
- Minuchin, S. (1986). Familias y Terapia Familiar, Barcelona, Gedisa.
- González García, Clara Martha, & González García, Silvia Isabel. (2008). Un enfoque para la evaluación del funcionamiento familiar. Revista Mexicana de Orientación Educativa, 6(15), 2-7. Recuperado em 23 de abril de 2023, de http://pepsic.bvsalud.org/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1665-75272008000200002&lng=pt&tlng=es.
- Durán Torres, S., Bray, J. H., Rivera Aragón, S., Reyes Lagunes, I., & Selicoff Kuhlman, H. (2012). La Autoridad Personal en el Sistema Familiar: Adaptación y Validación a la Población Mexicana. Acta de Investigación Psicológica - Psychological Research Records, 2(2),665-686.[fecha de Consulta 23 de Abril de 2023]. ISSN: 2007-4832. Recuperado de: https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=358933341006
- Minuchin, S. y Fishman, Ch. (1993). Técnicas de terapia familiar. México: Paidós.