La apendicitis es la inflamación del apéndice, que provoca un dolor agudo e intenso y que aparece mayoritariamente entre los 10 y los 25 años. Este problema debe ser tratado a tiempo; para ello, la extracción del órgano es el modo típico de abordar la apendicitis en adolescentes.
El apéndice es un agregado en el lado derecho del intestino grueso. Mide entre 5 y 9 centímetros de largo.
Si bien no ha quedado establecida su función, se sabe que el desarrollo físico propio de la adolescencia puede implicar una obstrucción en su comunicación con el intestino. Lo cual incrementa la posibilidad de que suceda la apendicitis.
La inflamación generada, si no es tratada con premura, puede complicarse con peritonitis. Dicha situación reviste gravedad y pone en riesgo la vida.
Síntomas de la apendicitis en adolescentes
El dolor y los síntomas de la apendicitis en adolescentes son progresivos. Sin embargo, conociendo las probabilidades propias de la edad, padres y madres deben estar atentos a un posible caso.
Los síntomas más frecuentes son los siguientes:
- Fiebre.
- Náuseas y vómitos.
- Dificultad para evacuar las heces y estreñimiento. En las mujeres adolescentes, la constipación crónica es un diagnóstico diferencial a considerar, según refieren los estudios.
- Abdomen inflamado, lo que provoca que el tacto de la zona se torne cada vez más dolorosa.
- Dolor persistente en el costado derecho del ombligo, que inicia en la parte superior del abdomen, para luego descender a las 12-24 horas de haber comenzado, según investigaciones.
El síntoma más característico es el dolor. Empeora con el movimiento, hasta llegar al punto de que el paciente no puede toser ni caminar.
Los adolescentes con apendicitis también pueden perder el apetito por completo.
Complicaciones
La apendicitis en adolescentes puede derivar en problemas serios. La peritonitis ocurre cuando sucede la ruptura del apéndice y el contenido alcanza la cavidad interna del abdomen. Según las estadísticas, los adolescentes tienen menor riesgo de llegar a esta situación que los niños más pequeños. Aun así, es una posibilidad.
El dolor es tan intenso, que apenas un roce por la piel de la persona provoca una exacerbación insoportable. En este punto, el paciente casi no se puede mover. Si no hay un abordaje oportuno, la peritonitis pone en riesgo la vida.
Posibles causas
Las semillas, los huesos de frutas y el excremento o «fecalitos» pueden causar la afección. Esto sucede porque impactan en el apéndice y lo obstruyen. De esta manera, las bacterias proliferan sin poder salir y acumulan pus dentro del órgano.
Además, el sistema linfático intestinal se encuentra en plena proliferación durante la adolescencia. Esto incide de forma directa, ya que el apéndice tiene mucho de este tejido. Por ende, es más fácil que ocurra una obstrucción y una rápida inflamación de la zona.
En algunas regiones geográficas y en situaciones particulares, según relatan casos clínicos, los parásitos intestinales pueden ser los culpables. Como ya mencionamos, lo que hacen es impactar en el órgano y tapar su orificio. Luego, crecen bacterias y se forma el pus.
Diagnóstico de la apendicitis en adolescentes
El diagnóstico clínico se realiza a través de múltiples maniobras médicas, las cuales aumentarán el dolor localizado en la parte inferior derecha del abdomen. Aunque los médicos pueden detectar una apendicitis al tacto, se necesitan una serie de estudios médicos para confirmar y proceder a la operación.
Una vez ingresado al hospital o clínica, el paciente deberá realizarse las siguientes pruebas:
- Ecografía o ultrasonido. Es el estudio de elección, siendo de indicación ineludible, según refiere una publicación de Seminars in Roentgenology.
- Tomografía computarizada o TAC. En caso de no lograr un diagnóstico firme y claro.
- Análisis sanguíneo para comprobar los signos bioquímicos de una infección o inflamación, como los glóbulos blancos elevados. Esta última cifra, según múltiples estudios, es de utilidad para establecer la severidad.
- Análisis de orina para descartar posibles infecciones en el tracto urinario.
Tratamiento: ¿apendicectomía?
La cirugía es la única vía posible para curar la apendicitis en adolescentes. Se realiza una vez obtenidos los resultados de los análisis. Aunque existen tendencias a valorar la posibilidad de no operar y tratar con antibióticos, continúa siendo la indicación preeminente de las guías clínicas.
Un estudio reciente publicado en Journal of Pediatric Surgery demostró que es posible tratar la apendicitis no complicada de forma conservadora. De hecho, el abordaje con antibióticos en los niños tiene éxito en el 58 % de los casos. No obstante, este método se debe seguir bajo estricta vigilancia médica, ya que si la clínica empeora, se deberá concretar una cirugía de emergencia.
Los expertos sugieren seguir investigando opciones no quirúrgicas, pero hasta el momento, la postura mayoritaria es operar siempre.
El procedimiento quirúrgico se lleva a cabo con anestesia general. Por ser un padecimiento más que frecuente en los jóvenes, se cuenta entre las intervenciones de rutina de cualquier establecimiento médico de mediana complejidad y que cuente con quirófano.
¿Qué hacer ante los síntomas de apendicitis en un adolescente?
El síntoma más importante es el dolor intenso, como bien dijimos. Si bien puede malinterpretarse, es indispensable consultar con el pediatra o el médico clínico.
En algunas ocasiones, el cuadro puede avanzar más rápido que en otros casos. Será conveniente proporcionar un ambiente de mucha calma y reposo, en tanto se consigue la consulta.
Asimismo, no deben suministrarse analgésicos, alimentos o medicación de ningún tipo. Ante un caso de sospecha de apendicitis en adolescentes, es primordial mantener un ayuno de sólidos e incluir solo líquidos en la dieta.
No hay manera de prevenir la apendicitis. Sin embargo, algunas prácticas podrían reducir el riesgo, aunque sin asegurar que se evite 100 % la enfermedad.
Debido a que la dieta occidental, abundante en ultraprocesados, pareciese tener algo de relación con el aumento de los casos en los países industrializados, se recomienda una dieta rica en fibra y no aguantar las ganas de defecar. Estas medidas podrían evitar la constipación y la consiguiente impactación de fecalitos en el apéndice.
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