“No sirvo para nada”, “no soy capaz de lograrlo”, “siempre pierdo en todos los juegos”. Muchas de estas frases forman parte de la cotidianidad de algunos niños. Aquí podemos encontrarnos con algunos problemas de autoestima o bien con una expresión de algo mayor. Veamos qué hacer si tu hijo te dice que no sirve para nada.
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Cómo actuar cuando tu hijo te dice que no sirve para nada
Cuando tu hijo te dice que no sirve para nada, seguramente se disparan algunas alarmas. Lo primero que suponemos es que no se siente bien o que algo le sucede. Ahora bien, antes de preocuparse, es importante ocuparse desde un primer momento. Veamos cómo abordar el asunto.
Escuchar, preguntar y no suponer
Es importante que puedas conocer qué ideas tiene, las razones por las cuales cree que no sirve para nada y de dónde viene eso. También, busca indagar si se trata de una idea general o si se refiere a un aspecto en particular. Por ejemplo, no es lo mismo que en el colegio le hagan burlas porque no tiene grandes habilidades para jugar al fútbol a que tu hijo crea que no sirve para nada en ningún aspecto. Mientras más practiques la escucha proactiva, más podrás ayudarlo.
Reforzar sus logros y aceptar sus debilidades
Es positivo reconocer sus fortalezas, aquello para lo que son buenos y hacen bien, así como también las áreas en las que se superan. Por otra parte, es necesario también ayudarlos a desarrollar la tolerancia a la frustración. Hay cosas que no nos salen bien, pero que podemos mejorar o aprender. Por otro lado, también debemos transmitirles mensajes en donde les enseñemos que no es necesario ser excelentes en todo, ya que nadie puede serlo.
Ayudarlo a encontrar evidencia de que lo que dice no es cierto
Esto no quiere decir que invalides cómo se siente, sino ayudarlo a mirar las cosas desde otra perspectiva. Por ejemplo, en aquellas ocasiones en la que tu hijo te dice que no sirve para nada, puedes señalarle que es muy útil en la casa, a partir de sus tareas o sus responsabilidades. Por ejemplo, cuando ayuda con el paseo del perro, cuando tiende su cama o cuando ordena la habitación.
Ayudarlo a encontrar matices
También resulta muy útil el poder ayudarlo a encontrar matices. Es decir, a no pensar en términos de “todo o nada” ni “siempre o nunca”. Por ejemplo, puedes decirle lo siguiente: “quizás en este juego no ganaste hoy, pero seguramente puede irte mejor la próxima vez”.
Algunas de estas ideas se pueden adaptar a distintos formatos y actividades como cuentos, juegos y dinámicas. También se debe tener siempre en cuenta la edad de los niños, ya que la autoestima evoluciona.
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Cuidado con la sobreprotección
La sobreprotección merece un apartado especial, puesto que hay dos situaciones particulares: antes y después.
- Antes: muchas veces sucede que tu hijo siente que no sabe hacer nada porque el entorno no se lo facilita. Todo es hecho por sus progenitores con el afán de protegerlo y de consentirlo. Sin embargo, empieza a generarse un sentimiento de incompetencia.
- Después: es decir, una vez que tu hijo te expresa cómo se siente, no es recomendable asumir una actitud proteccionista. Esto aumentará ese sentimiento de poca valía. En cambio, sí es importante acompañarlo y orientarlo sobre qué es posible hacer, pero favorecer que sea capaz de sentirse útil por sí mismo.
A qué prestarle atención si tu hijo te dice que no sirve para nada
Además de las recomendaciones anteriores, es importante relativizar la situación. Es decir, comprender si se trata de algo puntual o si puede ser un caso más complejo y duradero. En el segundo caso, puede haber ansiedad, depresión o padecimiento de bullying, entre otras cosas. Algunos indicadores posibles son los siguientes:
- No quiere involucrarse en ninguna actividad.
- De antemano, tiene una actitud derrotista y cree que no le va a salir bien.
- Es demasiado exigente y perfeccionista.
- Tiene mucha autocrítica.
Una buena autoestima es bienestar para toda la vida
Apoyar la autoestima de los niños es clave para su desarrollo emocional. La construcción de la autoestima se relaciona con muchos elementos, no solo con la imagen que tenemos de nosotros mismos. También hay que tener en cuenta aquellas experiencias que tenemos en los diferentes ámbitos, de los mensajes que escuchamos o de aquello que nos devuelven en nuestras relaciones.
Por eso, siempre es bueno mirarnos a nosotros mismos en relación con los otros – especialmente cuando somos progenitores o adultos de referencia- para saber de qué manera influenciamos la mirada de los menores y de otras personas.
Por último, es importante evitar hacer comparaciones entre los miembros de la familia. Cada quien vale por sí mismo y es capaz de aportar desde sus propias cualidades.
Bibliografía
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- Vargas Rubilar, J. A., & Oros, L. B. (2011). Parentalidad y autoestima de los hijos: una revisión sobre la importancia del fortalecimiento familiar para el desarrollo infantil positivo.
- Moreno Méndez, Jaime; Ángel Muñoz, Ángela; Castañeda Sánchez, Briyith; Castelblanco Triana, Paula; López Chemas, Natalia; Medina Barón, Ailyn Autoestima en un grupo de niños de 8 a 11 años de un colegio público de la ciudad de Bogotá Psychologia. Avances de la disciplina, vol. 5, núm. 2, julio-diciembre, 2011, pp. 155-162 Universidad de San Buenaventura Bogotá, Colombia