Que nuestros hijos practiquen algún deporte con regularidad es positivo tanto a nivel físico como psíquico y emocional. Aparte de la educación física que reciben en la escuela, es bueno que ellos, además, elijan practicar otro deporte que les guste y motive. Ya sea que se trate de deportes en grupo o en solitario, o incluso los denominados deportes de combate.
¿Qué es un deporte de combate?
A diferencia de las artes marciales (disciplinas más específicas y con objetivos de formación emocional), los denominados deportes de combate o de contacto tienen como objetivo la competición a través del contacto físico con el oponente. Así, el boxeo, el kickboxing, el muay thai, o las MMA (artes marciales mixtas) son catalogados como deportes de combate.
En todos los deportes de combate se utilizan distintas partes del cuerpo: puños, codos o rodillas, para enfrentarse al oponente. Y, además, cada uno de ellos tiene sus propias técnicas y tácticas de contacto, dependiendo de la modalidad. Como también su propia vestimenta y accesorios, como guantes u otros protectores.
Además, como todo deporte, los de combate también se practican en sitios adecuados para ello, y con arreglo a unas reglas y a un arbitraje, para garantizar la seguridad de los competidores.
¿Son violentos o agresivos los deportes de combate?
La respuesta es sí y no a la vez. Sí, porque pueden parecer violentos y agresivos en tanto que se trata de deportes que requieren del uso de la fuerza. Con lo cual, es más probable que las personas que compiten y se enfrentan puedan hacerse algún daño físico.
Pero, a su vez, no son violentos y agresivos si consideramos que se trata de una violencia justificada, encauzada y controlada con arreglo a las reglas que rigen el combate. Con lo cual, cualquier actitud violenta que pueda tener algún objetivo de dañar y no de competir es y debe ser totalmente censurada.
“En el cuadrilátero hay un árbitro para detener el combate si el rival está en riesgo. El boxeo no tiene nada que ver con la guerra y sus granadas”.
-Mohamed Ali-
¿Son buenos los deportes de combate para nuestros hijos?
Al igual que la pregunta anterior, la respuesta es sí y no a la vez. No son buenos si los niños creen que la lucha y la fuerza puede ser utilizada fuera del ámbito estricto de la práctica del deporte. Y, a su vez, los deportes de combate sí son buenos si tenemos en cuenta que, como cualquier otro deporte, si se practica correctamente, tiene importantes beneficios para el desarrollo integral de nuestros hijos. Beneficios como:
- Potenciar y mejorar el desarrollo físico. Fortaleciendo la musculatura y los huesos, y la capacidad cardiovascular.
- Mejorar la coordinación, la flexibilidad y la elasticidad.
- Ayudar a mantener un peso saludable, evitando enfermedades como la obesidad o la diabetes.
- Influir en la interiorización de rutinas y hábitos relacionados con la alimentación, el descanso y la higiene.
- Permitir el desarrollo de valores como el esfuerzo, la constancia y disciplina.
- Mejorar la autoestima, la confianza y la motivación de los niños y los adolescentes.
- Mejorar el estado de ánimo, disminuyendo niveles de ansiedad y de estrés.
- Potenciar la socialización, el compañerismo, la solidaridad y empatía. A la par que potenciar el respeto a la norma y las reglas.
- Desarrollar un sentido de la competitividad sana, enseñando a gestionar de forma equilibrada los triunfos y los fracasos.
El combate solo para el ring…
Es necesario educar a nuestros hijos para que comprendan la importancia del respeto a las reglas y a las normas que rigen cualquier deporte. Y que comprendan que practicar un deporte tiene como finalidad principal compartir y divertirse. Y que no vale nunca un guantazo, un golpe, una patada, un grito por que sí, si no están justificados por las reglas del juego.
Así, si nuestros hijos aprenden que la violencia en la vida de las personas no está justificada en absolutamente ningún caso, los deportes de combate son buenos para ellos. Porque no dejan de ser un deporte más como cualquier otro, que tiene importantes beneficios para su desarrollo social, psíquico, físico y emocional.
Bibliografía
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- Cagigal, J. (1990). Deporte y agresión. Editorial Alianza. Madrid. España.