¿Qué son las familias de acogida?

Las familias de acogida son una medida temporal de protección de niños que no implica que las personas que acogen se conviertan legalmente en padres del niño. Esta es la principal diferencia con respecto a la adopción.

Las familias de acogida tutelan al niño hasta que pueda estar con sus padres nuevamente.

Las familias de acogida son aquellas que ejercen el cuidado temporal de un niño o de un adolescente. Estas personas se comprometen a protegerlo y sostenerlo física, emocional, psicológica y económicamente hasta que el menor pueda regresar con su familia biológica.

El acogimiento familiar es una medida de carácter temporal de protección de niños menores en situaciones de desamparo. Su finalidad es mantener a los infantes dentro del entorno familiar para que sus parientes más cercanos los acojan. En caso de que esto no sea posible, se busca una familia de acogida con la que no exista ningún tipo de parentesco.

Cuando los padres no pueden hacerse cargo de los niños, pasan a ser tutelados o protegidos por la administración. Para cubrir sus necesidades, se los envía a centros de menores; no obstante, con el tiempo se comprobó que, para el correcto desarrollo de un bebé o niño, es necesario que fueran parte de una familia. Así es como nacieron los primeros acogimientos.

La familia de acogida funciona como la figura del tutor, que se hace cargo del niño hasta que su situación familiar se resuelva. El acogimiento familiar no implica que las personas que acogen al niño se conviertan legalmente en padres; esta es la principal diferencia con la adopción.

¿Cómo funciona el acogimiento familiar?

La familia de acogida se hace responsable de integrar al niño en su vida y de proporcionarle el desarrollo personal, material, espiritual y educativo hasta pueda regresar nuevamente con su familia biológica.

Esto sucede cuando los padres están capacitados para cuidar de sus hijos nuevamente y demuestran que ya han superado las situaciones conflictivas que los separaron de ellos.

El acogimiento permite que el niño mantenga el vínculo con su familia biológica. Esto significa que puede ver a sus padres y que las familias de acogida lo tutelan hasta que puedan estar con ellos nuevamente; esto no los convierte en padres del niño.

La convivencia está enmarcada por leyes que regulan los derechos y las obligaciones de todas las partes implicadas en el proceso. La legislación también garantiza el respeto al niño, a su familia de origen y a su identidad cultural.
Comer y cenar en familia fortalece los vínculos entre sus miembros.
El acogimiento familiar es diferente a la institucionalización y beneficia al niño con una atención personalizada a través del desarrollo en el interior de un espacio familiar. Esto supone una experiencia vital y enriquecedora para todos los involucrados.

Esta convivencia se mantendrá hasta que se restablezcan las condiciones que causaron la separación del niño de su familia de pertenencia. Otra alternativa para su resolución es que se proponga una nueva estrategia de egreso en función de su bienestar integral.

Es importante destacar que la representación legal del niño en estos casos estará a cargo de la administración de cada Comunidad Autónoma. En este sentido, la familia de acogida solo estará a cargo de la guarda del menor, es decir, deberá acompañarlo, guiarlo, educarlo y darle una formación integral.

Requerimientos para las familias de acogida

Las condiciones que dan lugar a la participación de las familias de acogida son las más diversas, y van desde dificultades económicas o razones de salud hasta conflictos dentro de la pareja. Por lo tanto, las resoluciones pueden ser diferentes.

El niño puede ser acogido en casos los que los padres biológicos no puedan garantizar una presencia constante al lado de su hijo; por ejemplo, por razones de trabajo. Entonces, lo acoge una familia solo durante una parte del día o durante unos días a la semana.

“La convivencia está enmarcada por leyes que regulan los derechos y las obligaciones de todas las partes implicadas en el proceso”

También existe la tutela por período corto de tiempo y preestablecido, que responde a una necesidad transitoria o a una emergencia. Esto se da cuando los padres no pueden hacerse cargo del niño durante un período determinado, como durante un ingreso hospitalario. Se trata de una acogida de urgencia y no debe ser mayor a 6 meses.

La más común de las situaciones de acogida es la tutela larga. Esta aplica en los casos en que no es posible predecir cuándo el bebé o infante podrá volver a vivir con la familia de origen. Por lo general, esta tutela tiene un máximo de 2 años de duración, los cuales pueden ser extendidos si se considera oportuno.

Cuando la tutela por parte de la familia de acogida supera los 2 años es posible entrar en una tutela permanente. Este hecho es poco común y solo se observa cuando no es posible la reintegración familiar bajo ninguna circunstancia. Sin embargo, se debe tener en cuenta que esta no es una figura similar a la adopción y no se considera un paso previo a la misma.

Acoger a un niño, una difícil elección

Las parejas casadas son las que están mejor posicionadas para acoger a un niño. Se opta preferentemente por las que tienen hijos menores de edad, para formar con el pequeño una familia lo más similar posible a la suya. Luego, siguen los cónyuges que no tienen hijos y, por último, las personas solteras.

Además, las personas que deseen ser una familia de acogida deben cumplir con ciertos requisitos, los cuales pueden variar dependiendo de la región donde se encuentren. En términos generales, los requisitos necesarios son los siguientes:

  • Estar en pleno ejercicio de sus derechos civiles.
  • Ser mayor de 25 años y tener al menos 14 años más que el niño acogido.
  • Solo las parejas estables podrán acoger a más de un niño a la vez.
  • Tener una situación afectiva equilibrada, entorno familiar conciliador y actitud educativa flexible.
  • Disponer del tiempo necesario para satisfacer las necesidades del menor.

Los cuidadores son preparados, evaluados y apoyados tanto por los servicios sociales como por atención médica. Su colaboración es clave, ya que al ser una experiencia especial, debe abordarse contando con el apoyo y la asistencia de profesionales.

Acoger a un niño con un historial difícil es maravilloso, pero representa todo un reto. Es probable que pueda sentirse extraño en la familia de acogida o se comporte de una manera cuestionable.

Las familias de acogida contienen a los niños en los diferentes aspectos de sus vidas.

En ese sentido, es importante señalar que el principal miedo del niño es perder a su familia de origen. Desde luego, al no conocer bien a la familia de acogida, no sabe hasta cuándo puede contar con ella. Por esto, es fundamental ser flexible.

La conveniencia de este sistema

Las experiencias vividas hasta la fecha permiten a niños de todas las edades crecer en una familia distinta a la suya, aunque igual de hospitalaria y solidaria, durante ciertos períodos de tiempo, según la necesidad. A partir de estas vivencias, queda demostrado que el acogimiento familiar es un régimen posible y realizable.

Esta elección no solo afecta al presente inmediato, sino a largo plazo. La falta de cuidados adecuados durante la primera infancia puede traer graves consecuencias, a veces de forma permanente, en la formación del carácter del niño. Gracias a las familias de acogida, muchos niños tienen una infancia más feliz y un mejor futuro.

Bibliografía

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