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¿Qué hacer si no cumples las expectativas de tus padres?

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En algún punto de nuestras vidas todos nos vemos en la necesidad de resolver un dilema incómodo: ¿satisfacer las expectativas ajenas o priorizar nuestros deseos?, ¿qué podemos hacer para tomar esta difícil decisión?
¿Qué hacer si no cumples las expectativas de tus padres?
Última actualización: 06 agosto, 2023

Las expectativas que tus padres tienen sobre ti dependen de sus valores o circunstancias personales. Quizás esperan que obtengas un título de grado, que continúes el legado del negocio familiar o que te dediques a viajar por el mundo en una caravana.

Pero sucede que, lo que es importante para uno, a menudo, no coincide con lo que es importante para nuestros padres. De hecho, nuestras prioridades y aspiraciones suelen diferir de las expectativas que ellos tienen para nosotros.

En esta danza de proyecciones externas y anhelos internos, es fundamental aprender a bailar con valentía y autenticidad, buscando el equilibrio entre ser fieles a nosotros mismos y mantener el amor por quienes nos trajeron al mundo. 

¿Deberían los padres esperar algo de sus hijos?

Las expectativas de los padres no son malas de por sí. Es más, son necesarias para crecer con confianza y seguridad. Si se presentan en su medida justa, nos indican que ellos creen en nosotros y en nuestras capacidades. El problema aparece cuando estas se vuelven inflexibles, demasiado exigentes o se imponen sin considerar las individualidades. En este caso, el conflicto es inminente.

Desde antes de nacer, nuestras vidas ya están marcadas con las expectativas que otros tienen sobre nosotros.

En ocasiones, nuestros padres ni siquiera esperan que dejemos los pañales para enseñarnos, poco a poco, el camino «correcto» para nosotros. En algunas instancias, esperan que sigamos determinadas trayectorias.

No cumplir con las expectativas de los padres: posibles consecuencias emocionales y vinculares

Es difícil e inoportuno hacer generalizaciones, ya que cada persona es única y cada vínculo paterno-filial es diferente. Sin embargo, hay algo que podemos decir casi con certeza: los hijos estamos destinados a decepcionar a nuestros padres.

¿Y esto es algo negativo sin excepción? ¡Claro que no! Solo es inevitable que nuestros cuidadores esperen algo de nosotros, al igual que es bastante probable que nosotros optemos por un camino distinto. No cumplir con las expectativas de los progenitores puede tener diversos efectos emocionales en la dinámica familiar, por ejemplo:

  • Los padres pueden sentirse decepcionados, preocupados o enojados.
  • Los hijos se sienten incomprendidos o juzgados.
  • Sienten culpa y frustración por ambas partes.
  • Hay dificultades en la comunicación.
  • Existe un constante conflicto o distanciamiento familiar.
  • Hay sentimientos de culpa y frustración en ambas partes.
  • Hay presión y estrés.
  • Existen problemas de autoestima y autoconfianza.

¿Cómo enfrentar la situación?

Durante la infancia, las expectativas de los padres pueden no tener tanto peso. En cambio, cuando llega el momento de empezar a tomar decisiones importantes, como cuál carrera elegir o con quién entablar una relación afectiva, la presión se intensifica. Es entonces cuando llega la hora de la verdad.

En este punto es fundamental tomar valor y abordar la situación con honestidad hacia nosotros mismos. A continuación, compartimos contigo algunas claves para considerar en ese momento tan crucial.

1. Acepta tus deseos, aunque no coincidan con los de tus padres

Cuando percibas que no estás cumpliendo con las expectativas de tus padres, es natural que surjan sentimientos de culpa, confusión o ansiedad. Pero, reconocer tus sueños o proyectos como propios, y tomar decisiones en función a ellos, es lo que te llevará a vivir una vida plena y satisfactoria.

Como dice el popular refrán, «cada quien sabe dónde aprieta el zapato». Esto quiere decir que cada persona conoce mejor que nadie su situación y lo que le afecta. Por lo tanto, es quien debe tomar sus propias elecciones.

2. Contribuye a una comunicación abierta y respetuosa

El diálogo es fundamental en cualquier vínculo. Si sientes que tus padres están teniendo expectativas poco realistas o irrelevantes para ti, y que tú estás cargando con una mochila ajena, es importante que hables con ellos. Sé sincero y claro con tus propios deseos y metas. Explica tus razones con respeto y escucha sus preocupaciones también.

En lugar de ir directo al ataque y gritarles «¡No me importa lo que tú digas, yo haré lo que se me antoje!», puedes apelar a la asertividad y decirles, por ejemplo: «He estado sintiendo mucha presión al intentar cumplir con lo que esperan de mí. Sé que prefieren que estudie derecho, pero mi verdadera pasión es la gastronomía y me encantaría sentir su apoyo».

3. Considera buscar apoyo profesional

En el mejor de los casos, tus padres comprenderán y respetarán que tu camino no va en la misma dirección que sus ideales. No obstante, de manera desafortunada, podría darse el escenario en el que encuentres resistencia o desacuerdo por parte de ellos.

Si te sientes atrapado en esta encrucijada y no sabes qué medidas tomar, es importante que pidas ayuda. El apoyo de un terapeuta podría ser muy beneficioso para atravesar este difícil momento. En un espacio de psicoterapia, podrás explorar tus emociones, adquirir herramientas para comunicarte mejor con tus padres o lidiar con su rechazo si es que sucede.

Expectativas ajenas, problemas ajenos

Tienes razón: es fácil decir que te mantengas firme en tus convicciones, aunque eso implique lastimar o «defraudar» a tus padres; sin embargo, hacerlo no es nada sencillo. En este camino de autodescubrimiento y búsqueda de nuestra propia identidad, enfrentamos desafíos emocionales y decisiones complejas.

Lidiar con las propias expectativas ya es de por sí un reto difícil, pero cuando tenemos que abordar las proyecciones externas, el camino se vuelve aún más complicado. En todo caso, quitarnos de encima las expectativas ajenas vale la pena. No tenemos que ser quienes nuestros padres quieren que seamos.

Tampoco debemos ser quienes ellos no pudieron ser. Hacernos cargo de sus frustraciones no es una tarea que nos pertenezca.


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