En esta oportunidad queremos hablar del desarrollo de un concepto llamado Inteligencia Maternal, planteado por la abogada y escritora Katherine Ellison en el año 2002. Este planteamiento podría traernos muchas definiciones a la mente, pero en realidad es bastante diferente de lo que pensamos, se refiere a la capacidad intelectual de las madres desde un punto de vista autodespectivo.
La teoría de la inteligencia maternal
Según la autora, todo comenzó en 1960, cuando la mujer fue incorporada formalmente al área laboral. Hasta entonces, a las madres se les consideró un ser con capacidades básicas, cuya rutina no requería máximo esfuerzo mental. Sin embargo, al convertirse en una opción para el trabajo, sus aparentes incapacidades las volvieron un blanco fácil para la crítica por su supuesto bajo rendimiento.
Cuenta Ellison, que ella temió toda su vida a la maternidad, en particular porque estaba convencida de que su inteligencia mermaría con la llegada de los hijos. Asegura que el embarazo vuelve torpes a las mujeres, que la lactancia las atonta un poco más y que los hijos le hacen perder la coherencia; es decir, cree haber comprobado su teoría.
“Primero, fue como si mis ovarios tomasen posesión de mi cerebro. Y menos de un año después, un bebé se hizo con lo que quedaba. Mi mente ya no trabajaba de la forma adecuada…”
-Anna Quindlen. Columnista Newsweek-
El tono autodespectivo de Quindlen hacia su propia maternidad la hizo merecedora dos Premios Pulitzer, desde su primer embarazo se dedicó a escribir columnas donde trataba con desprecio su situación. De seguro es una madre amorosa, que daría todo por sus hijos, solo que es un tanto más objetiva con lo que percibe en sí misma; ella nos invita a reflexionar sobre lo que verdaderamente percibimos en nosotras cuando somos madres.
Quizá hasta este punto muchas de nosotras tengamos una versión encontrada de tales afirmaciones, pero es un hecho que los prejuicios al respecto nos han dejado en desventaja con respecto a los hombres, en el plano profesional. Betty Friedan, en The Femenine Mystique, califica a las madres de “cadáveres andantes”, por su dependencia, pasividad, negatividad e indecisión.
Friedman afirma que es un hecho demostrado científicamente, pero nada más lejos de la verdad. En la actualidad muchas madres ocupan un lugar de vanguardia en el desarrollo de las naciones, su capacidad intelectual se ha puesto al nivel de cualquier hombre, pero todavía no nos hemos quitado el principal estereotipo.
¿Las madres somos inteligentes?
Cuando los hijos nacen, las perspectivas de la mujer cambian drásticamente, pronto dejan de importarnos las cosas que antes nos motivaban. Si tuvimos que retrasar la maternidad por causa del trabajo, ahora nos habremos despreocupado de ello; si pensábamos terminar una carrera, quizá nuestra excusa ha llegado.
No obstante, más que capacidad intelectual, para tomar iniciativas maternales hace falta tener desarrollada la inteligencia emocional. Según esta teoría, una mujer madre basa sus decisiones en aspectos difíciles de comprender para aquellas personas que no son madres.
Si bien es cierto que nuestro cerebro no funciona igual con la maternidad, la inteligencia maternal se mide en emociones y sabiduría para elegir lo mejor para el ser que estamos formando. Nuestras capacidades se enfocan en resolver problemas de adaptación, tolerancia, resistencia y sacrificio, algo que el intelecto no es capaz de manejar con mejor habilidad.
En gran medida la maternidad le da un vuelco a nuestro cerebro, Ellison afirma que por mucho que intentemos negarlo, tener un hijo puede llegar a arruinar nuestra vida en todos los sentidos. Es algo muy distinto a lo que la mayoría de nosotras piensa, pero la autora se vuelve extremadamente objetiva para plantear que la pareja se destruye, la imagen se transforma, la productividad merma, nos nublamos y volvemos estúpidas.
Sea esto compatible o no con nuestra opinión, no deja de ser verdad, pero para muchas es una verdad que aceptamos con emoción. Si todavía no somos madres, quizá esta idea nos desanime un poco y probablemente es la razón por la cual muchas mujeres llegan al último extremo de la edad reproductiva (según los médicos) para ser madres.
En otras palabras, si vamos a perder la inteligencia, pues que sea cuando los síntomas de senilidad se confundan con los de la maternidad. Hoy en día no podemos afirmar que no somos inteligentes, porque las madres actuales tenemos muchas responsabilidades, metas más altas, menos ayuda y pocas ganas de renunciar.
Bibliografía
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- Barudy, J., Dantagnan, M., Comas, E., & Vergara, M. (2014). La inteligencia maternal (Vol. 100619). Editorial Gedisa. https://books.google.es/books?hl=es&lr=&id=mislBQAAQBAJ&oi=fnd&pg=PT5&dq=inteligencia+maternal&ots=LIGAss77SC&sig=_tChvvr98ucz8DiMXLd1eRbI6gY#v=onepage&q=inteligencia%20maternal&f=false
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