Todos conocemos a alguna de esas personas dinámicas y resolutivas que afrontan los imprevistos con creatividad y confianza. Pero también sabemos de quien se siente paralizado ante los cambios y se ve incapaz de redirigir su rumbo. Estas diferencias se basan en la flexibilidad psicológica de cada individuo, un concepto que conviene potenciar desde los primeros años de vida.
Se trata de una habilidad cognitiva que continúa desarrollándose hasta, aproximadamente, los 20 años de edad. Pero, a pesar de eso, es necesario trabajar la flexibilidad psicológica desde el inicio, pues ayudará a los niños a alcanzar un mayor bienestar emocional, unas relaciones sociales más estables y satisfactorias y un mayor éxito en la vida.
Rigidez y flexibilidad
La flexibilidad mental es la capacidad de modificar los pensamientos y la conducta en función de las demandas del ambiente. Es la habilidad para percibir diferentes puntos de vista y generar opciones y alternativas cuando nuestra idea inicial ya no funciona. Esta se implementa en diversas situaciones de la vida cotidiana. Por ejemplo, cuando se acaba la clase y el niño tiene que pasar de matemáticas a lengua. O cuando esperaba comer macarrones con tomate pero se ha terminado la salsa.
Un niño con tendencia a la rigidez se sentirá enormemente frustrado ante este imprevisto y se negará a comer nada más. El cambio inesperado, a pesar de ser pequeño y poco importante, le supondrá un gran malestar y no encontrará los recursos para sacar adelante la situación.
Por el contrario, un infante con el que se ha trabajado la flexibilidad psicológica se verá menos perturbado por este incidente. Logrará aceptar la realidad más rápidamente y buscará alternativas y soluciones. Así, puede decidir comer los macarrones solos o acompañados de otros ingredientes distintos. O puede pedir posponer la pasta hasta el día siguiente e ir a comprar la salsa esa tarde.
Se trata de una situación sencilla y cotidiana en la que el grado de flexibilidad psicológica marca la diferencia entre la insatisfacción y la resolución de problemas. Pero sus beneficios se trasladan a otras muchas circunstancias.
Beneficios de la flexibilidad psicológica
- Ayuda al niño a adaptarse a los cambios con mayor rapidez y menor sufrimiento. A aceptar y asumir que sus expectativas no siempre se cumplirán y a poner en marcha su creatividad para generar otras opciones. En lugar de mantenerse en un estado de ánimo negativo por su deseo frustrado, será capaz de idear formas alternativas de alcanzar una solución satisfactoria.
- Mejora la capacidad del pequeño para percibir la información del ambiente y cambiar su conducta en función de la misma. Así, le será más sencillo cambiar de un entorno formal, como la clase, a uno distendido, como el recreo. Será capaz de modular su comportamiento para obtener éxito en las distintas situaciones. Podrá guardar silencio y mantener la atención en clase, y charlar y participar con sus compañeros en el descanso.
- Aumenta su capacidad empática al ser capaz de abrirse a diferentes puntos de vista. La flexibilidad psicológica permite al niño salir de su propia opinión para comprender que hay diversos modos de entender las situaciones. Esto le resultará favorable a la hora de ser más tolerante y comprensivo con las personas de su entorno.
Potenciar la flexibilidad psicológica en el niño
Como ves, la flexibilidad psicológica ayuda a los niños a comprobar cómo ellos mismos pueden generar cambios en sus emociones. Los motiva a buscar alternativas en lugar de quedarse estancados en la negatividad y fomenta la tolerancia y la comprensión hacia los demás. En definitiva: potencia el desarrollo de infantes más autónomos, creativos, felices y sanos.
Si deseas potenciar la flexibilidad psicológica de tu hijo, aprovecha cualquier circunstancia cotidiana para analizar juntos diferentes perspectivas. Ante una frustración, anímalo a buscar una solución diferente. Ante el enfado de un amigo, ínstale a tratar de imaginar lo que piensa y siente el otro niño. Si se encuentra triste, muéstrale cómo puede cambiar su estado de ánimo cambiando sus pensamientos.
Ayúdalo a fomentar su creatividad y su imaginación, y a pensar diferente. Pero, sobre todo, escúchalo. Plantéale situaciones y escucha su opinión, valora sus ideas, aplaude su ingenio. Y no olvides practicarlo por ti misma. Tu atención y tu ejemplo serán su mayor motivación hacia la flexibilidad.
Bibliografía
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- Cobos-Sánchez, L., Flujas-Contreras, J. M., & Gómez-Becerra, I. (2017). Intervención en flexibilidad psicológica como competencia emocional en adolescentes: una serie de casos. Revista de Psicología Clínica con Niños y Adolescentes, 4(2), 135-141.
- Servián, F. (2018, 11 mayo). Inflexibilidad psicológica y depresión: ¿cuál es su relación? Recuperado 23 enero, 2020, de https://lamenteesmaravillosa.com/inflexibilidad-psicologica-y-depresion-cual-es-su-relacion/