¿Por qué es importante reconciliarse delante de los hijos?

Todos sabemos que no es recomendable discutir delante de los hijos, pero esto no siempre puede evitarse. Entonces, algo que resultaría muy positivo es permitirles presenciar también la reconciliación.
¿Por qué es importante reconciliarse delante de los hijos?
Elena Sanz Martín

Escrito y verificado por la psicóloga Elena Sanz Martín.

Última actualización: 11 diciembre, 2021

En nuestra vida cotidiana, muchas veces, vamos con el piloto automático activado y olvidamos que, desde que nos convertimos en padres, un par de ojos observan todo lo que hacemos y lo integran en sí mismos. Así, en todas las familias se producen discusiones entre los progenitores que los hijos presencian y sufren. Sin embargo, aunque estos siempre terminan por reconciliarse, los pequeños no suelen estar presentes ante este feliz desenlace.

Es cierto que, al día siguiente, pueden observar cómo la dinámica entre sus adultos de referencia ha vuelto a la normalidad. Contemplarán cómo se dirigen el uno al otro de nuevo con cariño y sin dificultades. No obstante, al igual que han presenciado la discusión, es importante que también les hagamos partícipes de la solución de conflictos. Veamos por qué.

¿Cómo afectan las discusiones a los niños?

Para un infante, sus padres son sus dos principales figuras de apego. Confía en ellos para proporcionarle no solo el amor y las necesidades básicas, sino también la estructura, la seguridad y la guía. Siempre es importante que los padres funcionen como un equipo ante sus pequeños, pues esto les muestra una solidez que les genera confianza y tranquilidad.

Pareja discutiendo durante el desayuno.

De este modo, cuando los progenitores inician una discusión y los hijos están presentes, estos sufren. Especialmente, cuando el respeto, la asertividad y el cariño que deberían dominar las interacciones desaparece a causa del desacuerdo. De esta forma, al ver a las dos personas más importantes de su mundo enfadadas entre sí, gritándose o faltándose al respeto, verdaderamente les afecta.

  • Siente miedo, pues las dos personas encargadas de su seguridad y bienestar parecen alteradas, enfrentadas y fuera de control. El niño, probablemente, no sepa por qué se ha originado la discusión ni cómo terminará. Esta incertidumbre puede causarle una gran ansiedad.
  • Experimenta un sentimiento de culpa, ya que, con frecuencia, el pequeño se cree responsable del malestar de sus padres y de la pelea entre ellos. Puede sentir que están enfadados debido a que él se ha portado mal o ha hecho algo incorrecto.
  • Adquiere estrategias inadecuadas de interacción social. Los niños aprenden por imitación; a través de lo que observan, se crean una imagen de cómo funcionan las relaciones humanas e interiorizan ciertos patrones de conducta. Así, tu hijo puede normalizar los gritos, los insultos o la indiferencia como herramientas válidas de comunicación.

No siempre es posible evitar el conflicto

Evidentemente, discutir delante de nuestros hijos no resulta nada recomendable. Siempre es preferible encontrar momentos a solas en los que la pareja pueda debatir y resolver sus desacuerdos sin que los niños estén presentes. De igual forma, si algo ha de hablarse frente a ellos, será necesario hacerlo con sumo cuidado y conciencia. No podemos dejarnos llevar por impulsos y hemos de tratar de comunicarnos del modo más respetuoso y asertivo posible.

Sin embargo, los padres también somos seres humanos. No somos máquinas ni robots; no siempre podemos controlar completamente nuestras actuaciones. Además, los conflictos y contratiempos no son planeados y, en ocasiones, pueden surgir en momentos poco oportunos. Así, en todas las familias se ha producido alguna vez esta desagradable tesitura.

Padres discutiendo delante de su hija sin aprender a reconciliarse.

La importancia de reconciliarse delante de los hijos

No es necesario echarnos las manos a la cabeza ni culparnos una y otra vez por haber permitido que nuestros hijos presencien una discusión. Lo que sí es necesario es reconciliarse también delante de ellos y permitirles aprender de esa experiencia. La mayoría de las veces esta se produce cuando los niños ya están dormidos o están jugando en un cuarto diferente. Sin embargo, si les permitimos estar presentes, los beneficiaremos de diferentes formas.

En primer lugar, se tranquilizarán al comprobar que sus dos figuras de referencia vuelven a estar bien entre ellas. Por otro lado, les enseñamos (con el ejemplo) que es normal que surjan conflictos y discrepancias, pero que estos no implican falta de amor o fin de la relación. Les mostramos cómo abordar los desacuerdos y solucionar los conflictos con otros.

Pero, ante todo, les permitimos presenciar actos tan relevantes como la humildad para pedir disculpas, la nobleza de aceptarlas y las muestras de afecto propias de la reconciliación. Entonces, si no se ha podido evitar que la discusión ocurra en presencia de los hijos, reconciliarse enfrente de ellos siempre será una excelente alternativa.


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